Opinión

Detesto las biografías, Cantinflas agregó otro piso

Las biografías cinematográficas suelen ser intentos inútiles de meter los aproximadamente 40 millones de minutos que en promedio vivimos (incluidas 30 mil sentadas en el baño y los proyectos que nunca concretamos) dentro de una narrativa típica de ascenso-caída-redención-logro-etcétera. Dudo mucho, por ejemplo, que el instante culminante de la vida de Gabriel García Márquez sea el premio Nobel, cuidado si más bien representó el comienzo del fin. La genialidad germina mejor en medio del hambre, del sentido de urgencia.

Publicidad

Debido a mi año de nacimiento, me perdí lo mejor de Mario Moreno. Lo conocí ya cuando hacía cuñas de Rolex y era una especie de pastor religioso con un aspecto similar al que tiene en algunas de las lamentables escenas postreras de la película Cantinflas que están pasando en el cine: cuello de tortuga, guaya dorada y anteojos de doña. Eran más o menos los tiempos en que el Rey Pelé jugaba en Estados Unidos, hacía películas y también cuñas de Rolex. Ambos habían perdido el fuego.

El protagonista español de esta mexicanada con complejo de inferioridad tercermundista, un actor español llamado Óscar Jaenada, ganaría el concurso de dobles de Súper Sábado Sensacional. Sin duda hace un gran esfuerzo, sobre todo en las escenas humorísticas gestuales, por ejemplo aquella muy buena que acompaña los créditos finales. Las secuencias que intentan aproximarse a la “vida seria” ya son de culpa repartida con el guionista.

Uno de las marcas inconfundibles de las malas películas biográficas es una fila de piedras de dominó de personajes secundarios satelitales que se comportan como retrasados mentales (pido perdón a las dignas personas que padecen esa condición) y cuyo objetivo es despertar lástima en el protagonista y el espectador. En Cantinflas, más o menos en orden, ellos son: 1. Una esposa gafa de origen ruso, o algo por estilo, a la que le montan cachos, un acto que resulta imperioso; 2. El productor candoroso que hace que Cantinflas “conquiste Hollywood”. 3. El cazatalentos que descubre a Cantinflas en un lupanar de Veracruz y luego, en una noche de rasca, le echa en cara: “Yo te saqué del lodo”. 4. Charles Chaplin, que aunque no aparece físicamente, escribe la carta que motiva que Cantinflas se encuentre de nuevo “a sí mismo”.

Desconfíe de todo producto en el que aparezcan Bárbara Mori y Aleks Syntek haciendo cualquier cosa en los créditos.

Nota: si usted ve la película en la sala VIP de Cinex Paseo El Hatillo, algo por lo que le cobrarán más de 300 bolos, recuerde que cerca del hueco para poner el refresco está la palanquita que es la que permite que se eyecte la plataforma para encaramar los ñames.

Publicidad
Publicidad