Recientemente se realizó la 77 Asamblea Anual de Fedecámaras, asociación muy venida a menos, en la cual estuvo como invitada la vicepresidenta del régimen de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez. En un momento de su discurso señaló que: “los «empresarios del mundo ven con envidia a los empresarios venezolanos», porque cuentan «con importantes materias primas para desarrollar su producción”.
Según los cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI), los tres únicos países del mundo que no van a crecer al cierre del 2021 son: Myanmar, Bielorrusia y Venezuela.
Para el 2022, sólo será Venezuela el país cuya economía lamentablemente no crecerá, en un escenario en el que también registrará la tasa inflacionaria más alta del mundo.
El estudio de Fragilidad de los Estados, realizado por la ONG Fund for Peace, ubica a Venezuela en la posición 25 de 178 países (las primeras posiciones indican la de los países más vulnerables del mundo).
Aquí en este informe anual se miden las vulnerabilidades para enfrentar no solo los retos de la gobernabilidad interna, es decir, la capacidad de los Estados para atender las demandas internas de la población, sino también los retos que derivan de un mundo globalizado y complejo.
En 2013, Venezuela ocupaba la posición 89 en esta medición. Algunas de las variables en este estudio tienen que ver con la situación económica, el funcionamiento de los servicios, la fuga de capital humano, la legitimidad del estado, y el Estado de Derecho, entre otras.
Aplazados en clima de negocios
El estudio del Banco Mundial “Haciendo Negocios” que clasifica a los países de acuerdo con las mayores o menores facilidades que otorgan para la realización de negocios e inversiones coloca a Venezuela en la posición 188 de 190 países.
Ello indica que los indicadores legales relevantes para el clima de negocios y la complejidad y costos regulatorios de los procesos para hacer negocios son de los más deteriorados y complejos del mundo. Adicionalmente, según el estudio de la Heritage Foundation, Libertad Económica en el Mundo, en su edición de 2021, Venezuela fue ubicada en la posición 177 de 178 países, al lado de Corea del Norte.
En competitividad país, el Reporte de Competitividad Global del Foro Económico Mundial coloca a Venezuela en la posición 133 de 141 países.
El estudio mide áreas como las de funcionamiento de las instituciones, infraestructura, estabilidad macroeconómica, salud, disponibilidad de mano de obra calificada, tamaño y funcionamiento del mercado laboral, financiero, dinamismo en los negocios, innovación, etc.
Por otro lado, mientras que según cifras de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual en 2019 se concedieron 1.500.900 patentes en el mundo, y en América Latina y el Caribe 26.800, en Venezuela no se cuenta con información de registro de patentes desde el año 2005.
En cuanto a atracción de capitales extranjeros entre el período 2015 al 2019, Venezuela captó en promedio 0,5% de los flujos totales a la región de América Latina y el Caribe, y 0,7% de los flujos de inversiones que registró América del Sur.
II
La RAE define la envida como “tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee”. Es decir, según el chavismo, que los empresarios del mundo están tristes porque no poseen, específicamente algo que aparentemente sí poseen los de Venezuela: materias primas.
Países muy desarrollados en el mundo, como Suiza, Japón o Singapur, por nombrar solo algunos, apenas cuentan con recursos naturales propios, no comparables con los que tiene Venezuela, y sin embargo, registran posiciones muy ventajosas en todos los índices de medición internacional.
Está suficientemente comprobado que las materias primas pueden ayudar a impulsar el desarrollo de un país, pero no son ni de lejos fundamentales para concretar dicho desarrollo. El privilegiar la importancia del potencial país en las materias primas y no en otras variables más importantes, en tiempos de globalización, ha sido una de nuestras permanentes condenas.
Sin embargo, a pesar de todos los indicadores negativos que registra Venezuela, es un país que cuando sea querido de verdad tiene el potencial de convertirse en algo distinto y mejor a lo que ofrece hoy. Ese no es un sueño que se decreta al mejor estilo de Paulo Coelho, o de cualquier manual de autoayuda, es una realidad que se puede ir concretando progresivamente, pero haciendo las cosas como deben hacerse y no como “el mundo” no las hace.
III
Ciertamente, algunos empresarios venezolanos han tenido que desarrollar algunas habilidades extraordinarias para sobrevivir en un entorno hostil a las inversiones y a los negocios, algo que generaría más admiración que envidia. Pero otros, moldeando el mundo de una manera particular, buscan auto justificarse, auto exceptuarse para tomar ventaja de la miseria de un alto porcentaje de la población.
Esos “empresarios” que sufren del complejo de “coaching de la resiliencia” ven acrecentar ruidosamente sus haberes apostando a la ingenuidad, el silencio y la resignación de muchos.
La envidia, no es buena. No debe olvidarse nunca la frase del cantautor estadounidense Jackson Browne: “La envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento”. Especialmente si en este caso algunos de los envidiados carecen de esos talentos o tienen otros más obscuros.