Venezuela

El Ícaro Chavista

Son ya lejanos los tiempos en los cuales el mundo entero se maravillaba por los logros de la revolución venezolana, mientras dentro de casa, Chávez nos mantenía a raya acariciándonos con la izquierda (un gobierno cada vez más populista y un país menos productivo) y golpeándonos con la derecha (un gobierno cada vez más militar y autoritario). Hoy Macrón está alarmado y hasta Japón (¡Japón!) tiene algo que decir.

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Por Fátima dos Santos (Psicóloga social) @mf_dossantos

Sería ingenuo suponer que eso no tiene nada que ver con el precio del petróleo. La triste realidad es que ya no podemos pintar el Bronx, darle dinero a Petrocaribe (…mira lo que hizo Belice) ni comprar abalorios en Uruguay (hasta Pepe duda). Y, qué duda cabe, tampoco podemos pagar una tropa de sicofantes políglotas que canten loas en cada lobby, así que nuestra imagen se ha hecho polvo.
Y mientras la nube de virutas aún llena el aire, Macrón y el nipón descubren que la revolución chavista, lejos de ser la princesa que pintaba, es más bien una calabaza en descomposición. Y el mundo entero, alarmado, comprende que somos, sin exageración, una auténtica amenaza. Por al menos tres razones:
a) La crisis humanitaria va en cascada, generando problemas en todas nuestras fronteras, las islas vecinas y hasta lugares tan distantes como España. Porque una cosa es recibir en Cúcuta al cuñado venezolano que está pasando un mal rato, y otra muy distinta es tener que habilitar puestos de rescate en la frontera. Brasil, Guyana, Aruba (y pare usted de contar) son países que están obligados a hacer algo pronto, antes de que nos convirtamos en su Siria particular.
b) Los vínculos multidimensionales del establishment con los carteles de la droga darán para hacer una novela. Luisa nos la va contando deeesspaaaciiito, suave suavecito. Y eso le ocasiona problemas al mundo civilizado, con mayor impacto en unos lugares que en otros. Imagino al personal de las cancillerías entre “¡my god!” y “¡mon dieu!”, descubriendo que no eran cuentos de camino lo que la oposición decía desde hace ya rato.
c) Los aún más oscuros vínculos de los Voldemort criollos con reinos de oscuridad como Hezbollah o ISIS, de los cuales ni nosotros mismos sabemos bien, pero que han logrado que terroristas y aliados viajen por el mundo con pasaportes venezolanos, incluso diplomáticos. De este cuento tal vez nunca sepamos todo, porque es el más grave.
Como tampoco sabremos nada de si esto era ya así en vida del demiurgo mayor, o es que la tribu se volvió loca cuando desapareció el chamán.
Yo, por mi parte, me abismo en una anonadada contemplación de la infinitud de ciertas ambiciones. ¿Era esto necesario? ¿No bastaba con poseer al país en sus cinco puntos cardinales (Maduro dixit)? La comunidad internacional tal vez se hubiera quedado calladita, sospechando pero amparándose en la autodeterminación de los pueblos: el cacareado derecho a jodernos nosotros mismos como prefiramos. Pero no: teníamos que convertirnos en «the pain in the ass of the world», incluyendo Japón.
Medio acorralados como estamos, me imagino que algunos despertarán del sueño multipolar del chavismo para caer en un intento de reedición de la Crisis de los Misiles. Y no creo que pase, porque hoy en día hay amenazas que unifican a tirios y troyanos (a Maduro con Putin) y hacen que peleen los nuevos mejores amigos (como Santos y Maduro), dejando a Ícaro sólo, rodando a 1000 por hora camino a darse el porrazo final.]]>

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