Venezuela

El "presunto nuevo CNE", dice Guaidó en un comunicado de rechazo

Lo que el gobierno de España y la Unión Europea saludan como "un primer paso", el líder opositor Juan Guaidó lo denuncia como una estafa sin legitimidad. Pero la designación de una nueva directiva del CNE es un hecho y pone en marcha el mecanismo hacia las elecciones regionales. ¿Qué hará?

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El nombramiento de una nueva directiva para el Consejo Nacional Electoral que muchos han saludado como «un primer paso» hacia la posibilidad de lograr unas elecciones transparentes fue rechazado de forma categórica por el líder opositor Juan Guaidó.

Para Guaidó no hay tal «primer paso», todo lo contrario: «El día de ayer, la dictadura de Nicolás Maduro ha impuesto un presunto nuevo CNE a través de una institución ilegítima, sin participación ni concurso de las fuerzas democráticas legítimas y unitarias, ni con garantías de la comunidad internacional», dice en un comunicado difundido durante la noche de este miércoles: «La Asamblea de la dictadura, rechazada y desconocida por más de 60 países no puede imponerle a todo un país el árbitro».

Como si respondiera a quienes insisten en que la elección de los rectores del CNE es fruto de un largo proceso de negociación en el que -entre otros actores- participaron los partidos de la oposición, el documento firmado por Guaidó dice: «Es importante dejarlo muy claro: el supuesto CNE impuesto el día de ayer no ha sido avalado, mucho menos negociado por el Gobierno Interino, la Asamblea Nacional ni las organizaciones políticas que forman parte de la plataforma Unitaria en Venezuela».

Sin embargo, tanto España como la Unión Europea saludaron lo que para ellos es -también- «un primer paso».

Aunque ya es tarde, Guaidó incluye un párrafo: «Con esta designación, Maduro sólo busca bajar la presión, engañar y dividir tanto a las fuerzas democráticas nacionales como a la comunidad internacional, y tratar de eludir un proceso serio de negociación, que cuente con el aval de las principales democracias del mundo, y que signifique realmente una solución para nuestra grave crisis».

Y además de advertir que «el régimen sigue manteniendo el control del CNE así como el resto de la institucionalidad secuestrada que responde a la voluntad del dictador», el documento incluye una lista de tareas que podrían demostrar -a juicio del sector de la oposición al que representa- que de verdad hay voluntad de cambio: «La dictadura avanzó con supuestas concesiones sin dar respuesta a las deudas que tiene con los venezolanos. Si el supuesto nuevo CNE fuese realmente una solución para la crisis tendría como primera tarea publicar cronograma de elecciones que incluya, presidenciales en deuda desde 2018 y las elecciones parlamentarias de 2020. Nada de eso puede hacerlo, porque no es independiente, y para resolver todos esos temas, así como el secuestro de los partidos políticos, la inhabilitación de sus adversarios, los centenares de presos políticos y el inmenso drama humanitario, se necesita un gran acuerdo nacional con las fuerzas democráticas legítimas y unitarias con el apoyo de la comunidad internacional».

Esto da pie a una interrogante: ¿si se cumplen algunas de las peticiones de esta lista de deseos, ya el CNE dejaría de ser «presunto» para ser «un paso adelante»?

El cierre del comunicado es una promesa: la pronta comunicación de otra «estrategia y ruta» ante los acontecimientos y «la potencial convocatoria a regionales y municipales y la posibilidad de alcanzar un acuerdo a través de un nuevo proceso de negociación».

Pero más allá de las palabras cuidadosamente elegidas al calificar de «presunto» y «supuesto» CNE o considerar apenas como «potencial» las elecciones regionales, la realidad es que ambas cosas están ahí: son hechos. Y esa realidad y la consecuencia de esos hechos está dejando por fuera a Juan Guaidó.

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