Elecciones 2024

Votar por Venezuela: la participación política sí puede unir a los Gen Z y los boomers

Los Gen Z, los millennials y los boomers tienen un punto en común de cara a las elecciones del próximo 28 de julio: van a salir a votar. Todos por motivos y propuestas distintas, pero convencidos de que es la forma más segura y cívica de expresar lo que desean. ¿Qué los diferencia? Aquí lo cuentan

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Hablar de participación política en Venezuela regularmente termina en una conversación de extremos partidistas y no de actos que pueden fortalecer la identidad cívica y democrática del país. En momentos previos a unas elecciones, se nota más. Basta con acercarse a incentivar el voto de jóvenes o electores que sienten desconfianza e incertidumbre frente al proceso electoral.

Para algunos, la represión, las amenazas, la coacción y la persecución del Estado son motivos suficientes para ignorar el tema. Esta realidad influye en que la intención de voto sea baja y escuchar algunos comentarios en la calle lo confirman: «¿Pa’ qué votar si son los mismos? ¡Votar no vale la pena!».

Es obvio que una respuesta de este tipo representa a una parte de la población, pero no a su totalidad. Para comprobarlo hay que hacer lo mismo: hablar con las personas. No se involucra igual un Gen Z, una persona que nació entre 1997 y 2012, que un boomer (nacidos entre 1946 y 1964). Aquí reunimos sus testimonios de cara al próximo 28 de julio.

Los Gen Z votan, pero arreados

“Te falta una inscripción más, la del registro electoral”, ese fue el mensaje que recibió Carla Zambrano cuando publicó que había terminado de registrar todas las materias de su último semestre de la universidad. El mensaje se lo envió uno de sus profesores más cercanos y esa última insistencia hizo click en ella.

Ese profesor fue decisivo, pero otros le daban ejemplos de transiciones políticas que se dieron tras elecciones, también le explicaban por qué su voto era necesario. El último día que el Consejo Nacional Electoral (CNE) aceptó registros de nuevos votantes, se montó en un autobús para inscribirse en la sede de Plaza Venezuela. Fue acompañada de Voto Joven, una ONG que promueve el voto de esta población.

Carla Zambrano, estudiante de Comunicación Social, votará por primera vez en las elecciones del 28 de julio. Al inicio no quería participar, pero ahora está convencida. Foto cortesía.

“No era algo planificado entre ellos (los profesores). Era gente que ni se conocía y empezaron con ese fastidio de “tienes que votar”. Al final fue como: ¿qué pierdo inscribiéndome? La verdad nada. Perdía dos horas en una cola. Pero, ¿qué tanto perdía si no me inscribía y luego sí quería votar? Así que me inscribí y que sea lo que Dios quiera”, dice Carla.

Carla tiene 22 años. Nació en «chavismo», es decir, no ha conocido otra alternativa en Miraflores y ha crecido con sus políticas y arbitrariedades. En su casa, el entusiasmo por votar siempre fue motivador, pero las cosas ya no son iguales. Su papá emigró y su mamá no podrá participar en las elecciones por primera vez porque no logró cambiar su centro de votación de Táchira a Caracas.

“Por eso, cuando me inscribí fue un poco para salir de esta gente que tenía encima. Aunque también yo sé cómo soy, si hubiese sido obligado, jamás me hubiera inscrito. No soy de hacer esas cosas. Yo solo necesitaba que alguien me convenciera

Carla Zambrano, estudiante de Comunicación Social.

La primera elección de la que tiene recuerdos fue la del referéndum del 2007 y en la que estaba más consciente fue la presidencial tras la muerte de Hugo Chávez: “Esa última me pegó. Entendía que había algo malo ahí y estaba triste, pero aún era pequeña”.

Carla viene de una familia que fue muy activa políticamente. Recuerda con gracia que un ser querido le enseñó la consigna: «¡Uh, ah! ¡Chávez sí se va!». Admite que no fue consciente de esa influencia hasta que creció. Foto cortesía.

“Yo lo que siento es que en muchos lados se ha perdido el miedo, que se está rompiendo muchos paradigmas… La gente decía cosas como “los jóvenes no van a votar” y lo que pasó en la UCV en estos días demuestra que los jóvenes sí vamos a votar. También hay mucha gente desinteresada, por motivos muy válidos y respetables, pero hay muchos que sí”

Dice Carla, que va a su primera elección y está a la expectativa.

La experiencia ya no es la misma de antes. Carla piensa que cada movida política que le ha tocado ver y documentar hizo lo suyo: “En mi interior, siento que otras veces he estado más esperanzada, pero tiene que ver con eso, era más niña y entendía menos. Ahorita tengo fe, mano tengo fe, pero como dice Nanutria: “Si ganamos, seguimos teniendo fe. Y si no ganamos, se sabía que esta gente iba a jugar sucio. Si pasa el lado feo, no me sorprendería aunque va a estar muy chimbo, pero si es lo bueno, seré la persona más feliz del planeta”.

Seguir el ejemplo que tus papás dan

Yetssy Manrique casi siempre prefiere pasar de los temas políticos polémicos y no porque no tenga algo importante para decir, sino que su energía está en otras cosas. Pero todo eso cambia cuando se trata del voto: “Es un tema de crianza. Desde chiquita me han motivado a votar”.

En redes sociales, Yetssy comparte información sobre el voto y formas de cuidarlo e incentivar a otros a participar. No es activista política ni por asomo, pero lo ve como un deber y sobre todo como un derecho que interiorizó con el ejemplo de sus padres: “Yo los acompañaba a votar, hacía las colas con ellos y entraba con mi mamá. Ella siempre me decía: ‘No importa qué sea, hay que votar. Por lo menos peor porque uno nunca sabe lo que puede ocurrir’”.

“Votar es lindo. Es como tu primera salida, tus primeros pasos. Yo siento que es algo que tienes que experimentar. No es estar involucrado en la política, sino con tu país. Es ese compromiso. Regalarle un domingo no hace daño y como me dijo una amiga, es invertir”

Yetssy Manrique, productora de radio y periodista.

La intensidad, que no considera un rasgo negativo de su personalidad, la ha llevado a tener conversaciones sobre el voto en su trabajo. Ahí ya sacó la cuenta, de 10 jóvenes, solo uno no puede votar en las elecciones del próximo 28 de julio porque no se inscribió: “A veces lo peleo, lo discuto con esa persona, pero si no lo quiere ver, es su decisión. Llega un punto en el que no puedo ser tan intensa (risas)”.

Yetssy Manrique tiene 25 años, la misma edad del chavismo en el poder. Quienes la han motivado a ser una votante activa son sus padres. Desde pequeña la llevaron a elecciones y le enseñaron que participar es importante. Foto: María José Dugarte.

A sus 25 años, Yetssy ha votado dos veces en elecciones oficiales, pero nunca en unas presidenciales: “Quiero ver el debate de lo que ocurra en este momento. Es fuerte, pero es importante”.

Como se predica con el ejemplo, durante la etapa de registro en el CNE, Yetssy fue la encargada de acompañar a su hermano de 19 años a inscribirse. Había motivado a otros, pero con él le costó más. Tiene razones claras sobre la causa de su apatía: “El tema político siempre ha sido complejo y álgido para nuestra generación”.

A pesar de la renuencia inicial, logró algo más grande después. Durante una reunión, se sentó a hablar con amigos de su hermano sobre las razones para votar y los convenció de inscribirse en el CNE.

“Uno de ellos me dijo algo que me marcó mucho: “Es votar o irme del país, y lastimosamente no tengo los recursos para irme”. Ahí yo dije, aquí está la generación de relevo”

Cuenta sobre su experiencia buscando a nuevos votantes.

“Yo creo que es una pequeña valentía el ir a votar. Todos hemos tenido miedo, pero eso no me ha frenado para ir a votar. Hay veces que uno posterga el país por las actividades que está haciendo en el día a día”, comenta.

Millennials: aquí se vota por rebelión

Rogmy Armas tiene 37 años y es un millennial venezolano porque nació en los 80. Es parte de la generación que vio la última transición política antes de que el chavismo llegara al poder. Entonces, no era consciente, pero a medida que crecía le tocó vivir las consecuencias del declive social, político y económico de un país.

Votó por primera vez en el referéndum del 2007: «En ese momento era un carajito. Me identificaba más con el chavismo, pero igual voté en contra. Tenía 20 años, me preocupaba la polarización. No recuerdo haber sentido nada en particular, pero sí que esa reforma había que pararla«.

«En general las elecciones en las que participe fueron tranquilas hasta 2013 que fueron las únicas en las que realmente sentí miedo, y eso que voté por Maduro, estaba en Mérida y salieron los colectivos a incendiar la ciudad y a amenazar a la gente», recuerda.

Para él, votar es cuestión de criterio y análisis del contexto: «Si eres un chamo que creció en este sistema, creo que no hacen falta razones para votar, simplemente revisa cómo ha sido tu vida y compárala con el promedio de Latinoamérica. Un simple ejercicio de observación o de imaginación te hará darte cuenta de que no has vivido una juventud normal, no es normal crecer así y el voto es la única herramienta que tienes».

«No estamos votando para elegir, estamos votando porque es un acto de desobediencia. El poder te quiere obediente, sumiso y desprofesionalizado. Votar en Venezuela es un acto de rebelión»

Rogmy Armas, diseñador gráfico.

¿Qué ve diferente? El contexto: «Creo que a pesar de que Chávez era un megalómano autocrático, en su momento, saber que contaba con tanta popularidad le impedía en cierto modo imponer su voluntad con violencia. Las elecciones eran tensas, pero uno sentía que aún estábamos jugando con las reglas democráticas, aunque el daño ya estaba hecho«.

«En este momento decidir salir el domingo es hasta valiente. Hay zonas del país que están muy controladas por el gobierno y por los colectivos. Entrar a un centro de votación que está dentro de una base de misiones y que está completamente monitorizado y votar en contra de Maduro es casi un acto de rebelión clandestina«, expone, porque reconoce, además, que el voto es secreto.

Gen X y boomers: votar por deber

La primera vez que Liliana Rojas pudo votar fue en unas elecciones presidenciales. Tenía 18 años y lo recuerda como un acto importante: «Mi mamá y mi abuela me enseñaron que votar era un deber como venezolana, he votado en todas las elecciones».

Aquella vez hizo una cola que no duró mucho y contó con la asesoría de voluntarios electorales para conocer cómo elegir entre los múltiples candidatos porque era manual. Ese día celebró porque el candidato por el que votó, ganó. Esa es una de las cosas que aprecia de esos momentos: había transición política.

Liliana es comerciante. Su abasto es la entrada de su casa. Desde que votó por primera vez nunca ha dejado de hacerlo. Cree que es una forma de expresión colectiva. Foto: María José Dugarte.

Liliana ahora tiene 56 años, dirige un pequeño abasto en su casa y es mamá de tres. Su hija menor tiene 24 años y estas son sus primeras elecciones. Le insistió para que se registrara: «Ella no estaba de acuerdo, me decía «pero, mamá… ¿Para qué?», pero yo le dije que tenía que votar porque es un deber y un derecho».

«Estas elecciones están reñidas. No son iguales porque lo que estamos viviendo no es fácil. Quienes quedaron en mesa electoral deben estar alertas con todo. No distraerse en ningún momento. Activados. No se pueden descuidar»

Liliana Rojas, comerciante de Caracas, frente a las elecciones. Antes ha sido testigo electoral y secretaria de mesa.

¿Por qué participar? «Para que seamos multitudes. Yo creo que el que no ejerce el voto está ignorando lo que estamos viviendo. Como dice la palabra, mientras más gente vote, hay más posibilidad de ganar«.

Una obligación por afinidad

«Tienes que votar por Copei», esa fueron las palabras que le dijeron a Margot Pérez, una mujer que vive en El Valle, la primera vez que pudo votar. Era una orden más que una opción aunque piensa que entonces no lo vio así porque muy era joven. «Tenía 19 o 20 años», dice a sus 70 años. «Fue normal y sencillo. No había nada que perder porque en ese entonces no había nada».

Margot votó por Chávez varias veces. Confiesa que al inicio no fue por afinidad, sino por seguir a su familia y ve diferencias entre este proceso y los anteriores: «Antes uno no sabía nada. No es como en los de ahora, que hay información, que te dicen en la radio, que te comenta la gente. Antes nada de eso existía, pero falta más».

Margot Pérez cree que una parte indispensable para votar es la información y el vínculo con las personas por parte de los candidatos. Frente a las elecciones del 28 de julio considera que no ha visto eso. Foto: María José Dugarte.

«Antes venían (al barrio), escuchabas los rumores. De él jamás escuchamos. Por eso me da lo mismo que gane Maduro o gane Edmundo González. Si él hubiese sido una persona que lo hubieras escuchado, en las redes, en algún lado, pero nunca lo escuché. No se sabe si es bueno o malo, ¿cuáles son sus aspiraciones? La única es María Corina y ella no va para el baile»

Perspectiva de Margot Pérez, ama de casa y pensionada, sobre el proceso electoral del próximo 28 de julio.

Ella participará y cree que otros también deberían hacerlo: «Ese es nuestro deber como venezolanos. Muchas personas no quieren adecos ni copeyanos, ni nada y no votar por nadie. Ese es un error. Yo hubiese querido un candidato aguerrido, para apoyar, pero no hay vida, solo peleadera«.

Margot ha visto migrar a sus nietos. Antes secaba y planchaba el pelo de vecinas, pero ellas también se han ido de Venezuela. Votará aunque no sabe si verá un cambio político real. Foto: María José Dugarte.

Distintas miradas y recorridos: ¿por qué piensan así las generaciones?

Verónica Chópite, cofundadora del Observatorio de Juventudes de Venezuela (Objuve) y socióloga, explica que una de las cosas que es importante entender sobre la participación política de cada generación es que cada una responde a cosas distintas dependiendo de cómo socializa.

«La generación boomer, que nació entre finales de los 40 y principios de los 60, son en gran medida una generación que nació y creció en un contexto democrático robusto. Probablemente, eran niños cuando la dictadura de Pérez Jiménez, el parentesis militarista que vivimos, pero son hijos de la democracia y eso significó una forma de ascenso social y riquezas. En la generación de los boomers había una cultura electoral, era una democracia más o menos plena», dice.

La situación es distinta para los millennials: «Somos hijos de las crisis democráticas. Nuestros padres sufrieron para buscar leche durante el Caracazo y el 4 de febrero. Nuestra adultez y juventud las hemos vivido durante el chavismo, que progresivamente se ha vuelto un sistema cada vez más dictatorial y cerrado, donde la cultura electoral ha ido mermando poco a poco, desde el 98 hasta ahora eso ha sido muy accidentado. Por eso a los jóvenes les cuesta la participación política, que no significa que no participen políticamente«.

Verónica, que es una millennial que ha hecho esfuerzos por defender los derechos de los jóvenes y crear memoria colectiva en Venezuela, detalla que para motivar a esta población hay que considerar múltiples factores. Empezando por comprender el papel que han jugado en la política desde hace 25 años y las heridas que eso generó en sus vidas.

También habla de una realidad: «Los centennials, esa gente que tiene 24 años, no tiene ni referencia de lo que fue la época democrática, tampoco de lo que fue una universidad más o menos funcional, algo que sí pudo ver alguien de 30 o finales de sus 20. Ellos son nativos autoritarios y eso es complicado y peligroso, pero en Venezuela no hay datos sobre eso».

«Ellos participan desde otra lógica y por eso vemos cosas como a Edmundo González y a dirigentes opositores como Juan Pablo Guanipa haciendo referencias a cosas de Taylor Swift, a cosas del K-POP, como buscando conectar con los jóvenes más jóvenes, que son nativos autoritarios y tienen retos más grandes y la idea de «no tengo nada que perder. Solo he conocido esto». Y «esto» no les ofrece nada«, expone Verónica.

«Hay que sensibilizarse con la idea de que los jóvenes participan de una forma distinta y esa es una lógica adultocéntrica. Eso responde también a que no hay demasiados estudios especializados en juventudes en el mundo, pero particularmente en América Latina».

La participación es segura

Lo cierto es que los números hablan: los venezolanos quieren votar. Según el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la encuestadora Delphos, el potencial de voto se ubica en 53,7%, que representa a 9,1 millones de personas. Sin embargo, hay 23,5% de votos moderados o potenciales que se traducen en otros 4 millones de votos.

Significa que podrían votar al menos 13 millones de personas, 77,1% del padrón electoral que registra el CNE.

Entre generaciones cada mirada sobre estas elecciones y las pasadas es diferente. El contexto importa para comprender lo que implicará una posible transición política cuyo único punto en común, más allá de las vulnerabilidades, es que el voto continúa siendo una respuesta ciudadana relevante que se impulsa desde el hogar, las universidades y otros ámbitos sociales.

Aunque las posturas existen, y este es un retrato pequeño de un país, aspirar un cambio es intergeneracional porque la pérdida ha sido transversal. Y esa búsqueda, que mezcla boomers, millennials y centennials, tiene un objetivo claro: no contar más muertos y procurar un futuro, a mediano o largo plazo, mejor.

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