La encuesta, levantada entre el 1º y 16 de septiembre entre 1.200 personas de manera aleatoria en 87 centros poblados, arrojó que 39% señaló -ante una pregunta cerrada- que le genera más angustia no conseguir los productos que necesita su familia, mientras que 21% indicó que es peor encontrarlos y no poderlos pagar por ser muy caros. No obstante, otro 39% señaló ambas opciones.
Esta última respuesta produce mayor angustia en el estrato E de la población, el de menor recurso, con 57%. En tanto que no poder pagar los bienes genera más preocupación (24%) en el D-, que es el que sigue inmediatamente al E. Y es también en el segmento socioeconómico D- donde se incrementan los temores por no encontrarlos (43%).
Pero ¿Cómo enfrentan la escasez? Hay tres conductas que dominan a los consumidores. La primera de ellas, con 39%, es comprar todo lo que pueden para ir guardando hasta que se necesite. La segunda, acudir a los bachaqueros que son quienes tienen los productos que requieren (22%). Y la tercera, intercambiar alimentos (trueque) con familiares y amigos (19%).
Solo 16% de la muestra consultada dijo actuar de las tres maneras en la consecución de alimentos.
La imagen del bachaquero está mal valorada por 80% de las personas encuestadas, al preguntársele si está de acuerdo con la existencia de los bachaqueros porque ellos tienen los productos que se necesitan, la muestra respondió que no porque venden demasiado caro. Apenas 12% de la muestra dijo que es bueno y malo a la vez.
El bachaquero es el revendedor en el mercado negro que se aprovecha de los precios subsidiados para multiplicar las ganancias, en un contexto de poca oferta de productos.