Con 52 años de edad, 15 de ellos al frente de Fedeindustria, Pérez Abad se convierte en el primer empresario en ocupar la cartera de Industria y Comercio en los casi tres años de gobierno de Nicolás Maduro.
Su nombramiento es visto por gente vinculada al gremio como una oportunidad para demostrar que la salida a la severa crisis del país pasa por el impulso a la pequeña y mediana empresa. Incluso hay quienes piensan que el rostro empresarial en ese ministerio puede servir para reactivar gremios que habían cerrado sus puertas a la espera de mejores tiempos.
Sin embargo, otros dudan que el nuevo gabinete económico pueda representar un cambio en las políticas y descartan que Pérez Abad sea un factor que aliente expectativas más allá de lo exhibido durante su gestión en Fedeindustria.
«Lo veo con poco poder. Es la liviandad absoluta, no tiene un discurso importante», señala un directivo del sector privado.
«Es un cohonestador en primera fila de todo lo que ha ocurrido en el país desde la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela. Se plegó a las políticas gubernamentales», dijo una persona que trabajó con el hoy ministro y que cree que es un error verlo como empresario: «Es un cuadro del sector oficialista que habla de Pyme y el gobierno lo compensa», remata.
Su paso por Fedeindustria ha sido cuestionado por algunos de los métodos como ha manejado la organización.
Llegó a la presidencia de Fedeindustria en enero de 2001, luego de medirse al empresario zuliano Humberto Herrera en elecciones celebradas en diciembre de 2000. Desde entonces se ha mantenido en el cargo.
«Tiene una manera muy particular de administrar los gremios», afirmó una persona cercana a la federación. «Con su llegada a la presidencia se acabó la institucionalidad gremial».
«Pérez Abad puso fin a la rotación de dirigentes y transforma a Fedeindustria en una instancia personalista que fue perdiendo su base social», manifestó un dirigente que soportó lo dicho en el retiro de algunas de las cámaras afiliadas.
Incluso algunos de su ex compañeros concuerdan en que la organización desapareció como movimiento empresarial para convertirse en una federación de bolsillo.
El punto más álgido de su gestión la protagonizó en 2014, cuando se vio envuelto en un pleito que llegó al Tribunal Supremo de Justicia por la celebración de elecciones internas (las primeras en 14 años), sin que el procedimiento cumpliera con los estatutos del gremio, proceso que concluyó a favor del reelecto Pérez Abad por desistimiento de los demandantes.
Pero ello ocurría dos años después de que sus aspiraciones a ser el gobernador de Anzoátegui, su estado natal, fueran truncadas por el mismo Chávez, quien terminó dándole la bendición a Aristóbulo Iztúriz, que representó al Partido Unido Socialista de Venezuela en los comicios regionales que ganó en diciembre de 2012.
A la par de su rol en Fedeindustria, Pérez Abad asomaba pretensiones políticas. Así, cuando lanzó su opción como precandidato a la gobernación nunca abandonó el cargo en el gremio.
Ahora, ministro de una cartera de la economía, con lo que soñó desde que llegó a lo más alto de la federación de artesanos, micro, pequeños y medianos empresarios, según afirman algunos de quienes lo acompañaron en sus inicios, defiende ideas que resultan contrarias a la esencia de la actividad privada.
En su perfil de Twitter se puede leer: «Comprometido con la construcción de la Patria productiva y de justicia social. Creyente en el Socialismo Productivo».
Hijo de uno de los comerciantes más grandes de línea blanca y marrón de Anzoátegui, e ingeniero de profesión, creció en el seno de una familia que se dedicaba a los negocios. Entre sus empresas llegó a tener una vinculada al área del gas.
Cuando Chávez se declaró socialista, Pérez Abad comenzó a «coquetear» con la versión del siglo XXI que empezaba a plasmar el presidente venezolano. En marzo de 2007, Fedeindustria organizó el evento «Socialismo productivo, reto de la empresa privada».
El documento final, que recogía las impresiones de 124 representantes regionales del sector, fue presentada al presidente Chávez. La propuesta central giraba en torno a la «rebelión de las fuerzas productivas». lo que definieron como «la democratización de la propiedad privada y social de los medios de producción en manos de miles de pequeños y medianos productores que –en oposición a centralizar los medios de producción y concentrar el capital en una minoría excluyente de grandes propietarios- se multiplican para crean producción social, asegurando con ello la prosperidad y el disfrute del colectivo».
Tres años y medio más tarde, Pérez Abad hacía público su apoyo a políticas intervencionistas del gobierno. «No estamos en contra de las estatizaciones, estamos en contra de los monopolios», señalaba a medios de comunicación en noviembre de 2010.
En entrevista concedida en febrero de 2012 al medio digital Laclase.info, el dirigente afirmó: «Conindustria representa al monopolio. La verdad es que el sector privado aporta un 6% más a la producción nacional. Lo que pasa con Conindustria es que tiene una vocería muy fuerte y parece que representa a los pequeños y los medianos, pero no es así. Sólo representa a 500 empresas, mientras nosotros representamos a más de 600.000. Posiblemente algunas se hayan podido ver afectadas por expropiaciones, en el entendido de que el Estado tiene que corregir los monopolios y oligopolios, que están prohibidos en Venezuela».
El representante del sector productivo fue miembro de la comisión presidencial encargada de la redacción de la Ley Orgánica del Trabajo, en vigencia desde 2012, y que estableció ciertas condiciones que restan productividad a las empresas.
Tras su fallido intento por ser el candidato oficialista a la gobernación anzoatiguense y el fallecimiento de Chávez, Pérez Abad respaldó al gobierno de Nicolás Maduro, quien lo llama a principios de 2015 para ser el comisionado del Estado Mayor Económico, una especie de enlace entre las autoridades y el sector privado en medio de una crisis de escasez que empezaba a mostrar su peor cara. Los encuentros no arrojaron resultados concretos.
Para octubre, cuando el dólar no oficial escalaba niveles extraordinariamente altos, el presidente de Fedeindustria destacaba la necesidad de tener una tasa de cambio que reflejara más la realidad del país.
Hoy, el ex presidente del gremio Henry Gómez Alberti celebra que un empresario sea el ministro de Industria y Comercio y apuesta porque el representante del gremio atienda los verdaderos problemas del sector productivo, una petición que también comparte el presidente de Fedecámaras, Francisco Martínez.
Pérez Abad llega al gobierno en un momento en que el desplome de los precios del petróleo amenaza con profundizar la ya la fuerte recesión que vive el país.
Quizá consciente de las limitaciones con las que tendrá que manejarse, en su primer día al frente del cargo listó entre sus prioridades a los medicamentos, la logística en la red de distribución y el abastecimiento de alimentos.