Economía

Panaderías de la frontera se mantienen en pie con harina colombiana

El sector panadero de la frontera tachirense sufre los embates de la escasez de harina de trigo, situación que los ha hecho recurrir al mercado negro para poder mantener las puertas abiertas al público.

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Texto: Rosalinda Hernández / Foto: Jefferson Díaz

A pesar de los estrictos controles que han desplegado en las últimas semanas las autoridades policiales y migratorias colombianas, aunado a la vigilancia venezolana, las trochas o caminos verdes continúan siendo en la frontera el punto de encuentro del comercio informal que para muchos ha representado “la tabla de salvación” que les permite mantener los negocios en funcionamiento.

En un recorrido realizado por El Estímulo en los negocios panaderos de los municipios Pedro María Ureña y Bolívar, frontera del Táchira con el departamento Norte de Santander en Colombia, se pudo constatar la ausencia del pan en las vitrinas, incluso algunos comercios que expenden el popular alimento, no abrieron por falta de harina para su preparación.

Según los comerciantes consultados, la escasez de harina ha complicado considerablemente la producción en la zona al punto de verse obligados a buscar diversas opciones para abastecerse, aunque les resulte más costoso.

“Traer la harina de San Cristóbal es muy complicado porque la están vendiendo en el mercado negro sin guía de movilización y se corre el riesgo que en la vía o en alguna alcabala los controles militares la confisquen. Perderíamos no solo la harina, sino lo que se pagó por el bulto, además del flete”, precisó Benjamín Rondón propietario de una panadería de la localidad.

Alrededor de 50 sacos de harina de 45 kilos, es la cantidad que utiliza una panadería promedio para producir pan durante una semana. Actualmente, 10 bultos deben ser rendidos para aproximadamente 15 días, razón por la que ha disminuido considerablemente la producción, además de limitar la variedad de productos a ofrecer al consumidor -galletas, tortas, pasteles-, señaló Amador Valencia, administrador de una panadería del municipio Pedro María Ureña.

“Tenemos que comprar a veces a la harina que traen de Colombia por las trochas, así el precio sea más elevado. Eso ha sido en parte una tabla de salvación”, detalló Valencia.

El panadero explicó que los controles ejercidos en ambas naciones pudieran estar fallando en algún punto de la línea limítrofe, ya que el producto es movilizado a través de las trochas o lo que comúnmente es denominado caminos verdes.

Pese a las vicisitudes que enfrentan y los altos precios que deben pagar por los insumos los comerciantes no pueden aumentar el precio del producto, ya que una inspección de la Superintendencia de Precios Justos, -Sundde- podría significar sanciones que van hasta con el cierre del negocio.

De acuerdo al comerciante la grave crisis que atraviesa el sector panadero en la frontera ha llevado al gremio a estrechar lazos de cooperación y apoyo que ya no estarían resultando porque la falta de insumos es superior a 70%.

“Entre nosotros mismos a veces resolvíamos vendiéndonos algunos sacos, entre una panadería y otra. Ahora nadie tiene nada que venda o al menos para prestar un saco. El que tiene no presta ni vende”, dijo.

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