«Nosotros estamos produciendo a toda la capacidad que la disponibilidad de materia prima nos permite”, dijo Gelleni, agregando que actualmente las dos plantas que manufacturan los acumuladores de las marcas Duncan y Fulgor están ensamblando unas 150.000 unidades al mes. Eso significa que ambas plantas laboran a cerca de 60% de su capacidad, tomando en cuenta que sus líneas pueden despachar cada mes unas 240.000 baterías.
En su opinión, esta ha sido la principal razón para que después de varios meses de fuerte racionamiento del producto, el mercado tienda a normalizarse. Sin embargo, recordó que son muchos los vehículos que se encuentran parados por falta de algún otro repuesto, lo que también ha ayudado a reducir la demanda de baterías.
“En todas nuestras sedes se han reducido considerablemente las colas. Quien necesite una batería puede ir y en una hora ya es atendido”, dijo el empresario, agregando que aunque no hay datos al respecto, es evidente que buena parte del parque automotor ha salido de circulación. “Por falta de repuestos muchos propietarios tuvieron que parar su carros, y eso disminuye la demanda de acumuladores”, reiteró.
Efectivamente, al menos en Caracas ya no se observan las largas colas en los locales de ventas de baterías, a cuyas puertas se hacían colas de hasta varios días para poder adquirir este importante repuesto, pues diariamente solo se atendían a 100 propietarios de vehículos dada la fuerte caída en la producción e importación de baterías.
Sin embargo, no menos importante para la reducción de las colas ha sido el efecto que ha tenido el ajuste de precios autorizado en julio pasado, que los elevó a un rango que va de los Bs 51.500 a Bs 81.500, según el modelo, monto que redujo el “bachaqueo” que orbitó por mucho tiempo sobre estos productos.
De acuerdo con cifras manejadas por el sector, el parque automotor nacional está conformado por unos 4,2 millones de vehículos que demandan alrededor de 2,2 millones de baterías al año, es decir, cerca de 185.000 acumuladores cada mes, de los cuales entre 60% y 70% era abastecido por producción nacional. El resto (unas 880.000 unidades) era importado, y de esa cantidad buena parte corresponde a acumuladores especiales que no se producen en el país.
Pero desde hace más de cinco años, los productores de autopartes –entre ellas baterías- enfrentan fuerte problemas para la obtención de divisas para importar insumos, materia prima y bienes de capital, lo que ha provocado que el sector se declare al borde de la quiebra.
De hecho, la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (Favenpa) afirma que el sector trabaja a menos de 30% de su capacidad por la falta de insumos y la abrupta caída de la demanda por parte de su principal cliente, la industria ensambladora, que ha sufrido un retroceso de 91% en los últimos cuatro años.
En efecto, solo tres de las siete ensambladoras privadas que existen en el país se encuentran operativas, pero en conjunto no alcanzan a ocupar siquiera el 2% de capacidad de producción, lo que ha hecho que el suministro de piezas y partes se haya reducido a 5% de lo demandado siete años atrás.