Opinión

¿Cómo parar la inflación?

Los gobiernos bolivarianos han decretado 35 aumentos de salario mínimo en un vano intento por compensar los estragos de la inflación. Pero en esa desenfrenada carrera siempre salen perdiendo los salarios. Cuando el costo de la canasta alimentaria aumenta en una mayor proporción frente al incremento salarial, esto no solo anula el aumento del año en curso, sino que también devora parte del salario anterior. 

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FOTO: ARCHIVO | AFP

El gobierno decretó un aumento del salario mínimo que pasó de Bs 27. 091 a Bs 40.638 bolívares. Y a partir del 1° de marzo la Unidad Tributaria (UT) pasa de Bs 177 a Bs 300. Este ajuste repercute en un aumento del bono de alimentación que equivale a 12 UT. Así, al multiplicar 12 UT x 300 Bs/UT x 30 días al mes, el bono de alimentación sube de Bs 63.720 a Bs 108.000. Sumando, salario mínimo más cesta ticket, el ingreso integral del trabajador queda en Bs 148.638, de los cuales apenas 27% corresponde al salario, mientras que el 73% es un bono complementario que no aplica para el cálculo de prestaciones sociales, vacaciones, pensiones de jubilación, etc.

El BCV y el INE dejaron de publicar el costo de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF) y los únicos datos disponibles son los del Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cendas), cuya última medición del precio de la CAF para enero de 2017 la ubicó en 621.106,98 bolívares, lo que significa que los trabajadores que reciben cesta ticket requieren 4,2 ingresos integrales para comprarla, pero los que no reciben el bono de alimentación necesitan 15,3 salarios mínimos para adquirirla.

Una vez más, el incremento del salario mínimo no pasa de ser pura ilusión monetaria: nominalmente se gana una mayor cantidad de bolívares, pero en la realidad se pueden comprar menos bienes.

– Inflación: la “fiebre” de la economía –

Hay que tener muy clara cuál es la causa de la enfermedad para no atacar sólo sus síntomas. La inflación es como la fiebre de la economía, alerta que algo en el organismo está funcionando mal, pero no es el mal en sí mismo. Cuando aparece la inflación, significa que hay un problema de fondo que urge atacar.

Pero si se confunde inflación con especulación y se ataca como un delito a través de multas, requisas, remate de mercancías, cierre de empresas o penas de cárcel, se dejan de corregir las insuficiencias en el aparato productivo y los desequilibrios macroeconómicos, que son las verdaderas causas del problema y por eso la inflación vuelve a brotar.

Con cada aumento del salario mínimo, el gobierno solicita un crédito adicional para pagarlo. Este aumento del gasto público y de la demanda no tiene su respaldo en una mayor producción. El recurrente déficit fiscal superior a 10 % del PIB, significa que el gobierno gasta más de lo que le ingresa y, por lo tanto inyecta más poder de compra que el que sustrae por la vía del cobro de impuestos. Para cubrir el déficit el BCV imprime dinero sin respaldo en la producción y al inyectar esta masa de dinero a la circulación, muchos bolívares salen a comprar unos bienes cada vez más escasos, y ese es un factor que propaga la inflación.

A la larga, la inflación también perjudica al gobierno. Con la contracción del PIB y la caída de la demanda agregada, las empresas cierran con pérdidas, no contribuyen con ISR y el ingreso fiscal cae. Pero también cae debido a la informalización de la economía que se manifiesta en un creciente número de operaciones de compra-venta que se hacen sin pedir factura para eludir el IVA y estirar así el ingreso familiar.

Por si fuera poco, al ser menor el porcentaje del ajuste de la Unidad Tributaria en comparación con el porcentaje de inflación, esto implica una reducción del ingreso fiscal en términos reales que se calcula con base en la UT. El incremento de la UT de Bs. 177 a Bs. 300 equivale a un 69,49 %, muy por debajo de la inflación de 2016 que se estima en torno al 500%.

– Claves para una estrategia anti-inflacionaria –

El salario no es sólo un costo de producción más: es la principal fuerza motriz del consumo privado y de la demanda agregada. Los aumentos de sueldos serán la fuerza motriz de la reactivación económica, siempre y cuando no sean trasladados de inmediato y en una mayor proporción a los precios. Pero mientras no se ataquen las verdaderas causas de la inflación, cualquier aumento de salario va a ser insuficiente para contener el nuevo auge de los precios.

En consecuencia, una política antiinflacionaria tiene que sustentarse en tres factores clave:

i) reactivar la producción agrícola e industrial,
ii) corregir el déficit fiscal,
iii) erradicar su financiamiento con emisiones de dinero inorgánico.

Solo así se podrá generar una abundante oferta de productos de buena calidad y bajos precios, aumentar el poder de compra de los hogares y relanzar la economía en un círculo virtuoso de más empleo-mejores salarios-mayor demanda-reactivación económica.

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