Economía

Sector agrícola vigila el impacto de megafusiones de grupos agroquímicos

El anuncio de tres megafusiones, entre ellas la de Monsanto-Bayer, provocan ansiedad en el mundo agrícola, por su eventual impacto en el precio de los pesticidas o en la expansión de los cultivos transgénicos.

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En Alemania, muchas organizaciones civiles denunciaron el «matrimonio infernal» que supone la compra por el laboratorio alemán Bayer del grupo estadounidense Monsanto, gran productor de organismos genéticamente modificados (OGM) y del controvertido pesticida Roundup, el más utilizado del mundo.

El anuncio de esa operación fue precedido por el de la compra del grupo agroquímico suizo Syngenta por el chino ChemChina y de la fusión entre los estadounidenses Dow Chemical y DuPont.

Los tres colosos que surgirían de esas negociaciones concentrarían las dos terceras partes del mercado mundial de granos y pesticidas, insumos fundamentales de la explotación agrícola.

Aunque las operaciones deberán ser autorizadas por las autoridades antimonopolio de la Unión Europea (UE) y de Estados Unidos, ya dan pie a conjeturas de los grandes productores sobre su impacto real y preocupan a las ONGs especializadas y a los defensores de la pequeña agricultura.

– Una actividad volátil –

Los agricultores estadounidenses observan esos movimientos con cierta ambivalencia: algunos temen que provoquen un alza de los precios de los granos y abonos, pero otros, como la American Farm Bureau Federation, estiman que «los precios podrían bajar, gracias a los ahorros» realizados por la conjunción de fuerzas, según declaraciones publicadas por la prensa alemana.

En Argentina, gran productor de soja, maíz y algodón transgénicos, tampoco se considera que haya hasta el momento razón alguna para ceder al pánico ante la consolidación del sector.

«Uno de los escenarios probables es una hegemonía de precios. Pero no es una realidad inmediata», dijo a la AFP Carlos Marín, miembro de Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria (CREA), que reúne a unas 2.000 empresas de productores agrícolas.

La relativa tranquilidad de Marín se debe tanto a las recientes medidas de liberalización de las importaciones adoptadas por el gobierno conservador de Mauricio Macri como a la esencia de una actividad en constante adaptación a todo tipo de factores.

«Hay que tener en cuenta que tampoco se puede imponer un precio que afecte un cultivo, porque la agricultura es volátil. Al año siguiente. Ese cultivo cae en desgracia y los agricultores se dedican a otra cosa, por más que tengas un monopolio», afirma.

Tampoco en Alemania las grandes maniobras del sector provocan alarma.

«No es un tema, las explotaciones tienen muchas otras preocupaciones», como el derrumbe del precio de la leche, explica Holger Brantsch, de la federación agrícola de Branduburgo (este).

En Francia, la FNSEA, primer sindicato agrícola, indicó que examina los riesgos de una «concentración de los operadores económicos», sin ver hasta ahora razones «para intervenir».

Y la unión de cooperativas InVivo, que controla la mitad del mercado francés de distribución de pesticidas, considera que su dimensión le da peso en las negociaciones con los gigantes de la agroquímica.

Además, hay una irrupción de pequeños abastecedores, «sobre todo de pesticidas genéricos, donde hay una competencia frenética. Eso permite una baja significativa de precios», dice Jean-Sébastien Bailleux, jefe del departamento de aprovisionamiento de InVivo.

– Del lado de las ONGs –

Para el director de la ONG canadiense ETC, Pat Mooney, la concentración del sector no augura en cambio nada bueno.

«Pensar que se puede resistir a la presión [de la agroquímica] es ser corto de vista», dado que las fusiones en curso solo prefiguran un proceso en el cual los nuevos grupos podrán ser absorbidos por otros mayores aún, como los de fabricantes de tractores.

Mooney cree por ejemplo que el fabricante estadounidense de maquinaria agrícola John Deere podría tener en interés en hacerse con el control de Bayer-Monsanto, lo cual le aseguraría el manejo de todos los datos de las divisiones de «agricultura de precisión» desarrolladas últimamente por Monsanto.

Renée Vellvé, de la ONG internacional Grain, cree que «cualquiera sea la definición [de un oligopolio], esas fusiones disminuirán aún más las opciones de los agricultores, sobre todo en los países del sur».

En Alemania, la agrupación ABL de pequeños y medianos agricultores teme que «los grandes decidan completamente qué tipo [de granos] van a llegar al mercado».

«Por el momento no hay OGM en Europa, pero la pregunta es si Bayer va a atreverse» a tratar de abrir ese mercado, dice Annemarie Volling, de ABL.

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