Venezuela

ENTREVISTA | La génesis de Helena Eco es el venezolano

Helena Eco es un espejo para muchos de los venezolanos en este contexto histórico, pero al mismo tiempo es la razón por la cual debemos escuchar a ese sobrino que siempre nos alerta de la veracidad en las famosas "cadenas de Whatsapp". Su historia se viralizó gracias a una sociedad que busca verdades por doquier, y que no se detuvo a leer esas letras pequeñas que siempre nos advierten la realidad detrás de ofertas engañosas.

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FOTO ARCHIVO: PIXABAY

Tomás Marín es un cronista venezolano en el exilio que se ha dedicado a escribir de su país desde la ficción en un particular blog creado por él que tiene por nombre La Cantárida. A través de las letras, y de su impecable creatividad para crear historias, cuentos y fabulas, ha buscado en cada escrito plasmar la realidad de Venezuela desde la ficción.
Los profesores, colegas y amigos que conforman su círculo social han podido disfrutar de su ingenio, reconociendo su habilidad para el cuento, pero en medio de una sociedad polarizada, la historia de Helena Eco llamó la atención a un grupo más extenso que, mediante la teoría del «telefonito», dieron vida a esta mujer.
La decepción de este grupo al descubrir que la historia de Helena formaba parte de la inventiva de Marín generó ira entre muchos. Esto pudo ser disminuido si al menos, hubiesen notado la advertencia del cuentista, pero ya era tarde.
Con una replica del famoso cuadro del expresionismo realizado por Edvard Munch, «El Grito», a sus espaldas, Tomás Marín conversó con El Estímulo desde su residencia en España, para que nos hablara un poco más de Helena, una mujer que al final nos representa a todos.

¿Qué te motivó a hacer el escrito de Helena?

El texto de Helena, al igual que otros textos narrativos que he hecho (intentando que sean textos entretenidos y de calidad) se inspira en un experimento que vi en la página web Panfleto Negro, específicamente en un texto llamado «Lo que pude aportar», de un tal Gabriel Núñez.
Este escrito es un epítome de un estilo literario que a mí me fascina, que es el de tomar un hecho histórico, o una circunstancia histórica (puede ser hasta una noticia que hay en el periódico, o en Twitter) y realizar, en base a eso, alguna historia paralela u oculta que sea absolutamente verosímil.
En La Cantárida, mi humildísimo blog, ya lo había hecho varias veces. Por ejemplo, hace unas semanas, había hecho un escrito que giraba en torno a lo que había pasado con una presentadora de Globovisión, Sasha López, a la que todo el mundo había vilipendiado por un error, y la protagonista de ese texto también era Helena Eco.

¿De dónde vino la inspiración para crearla a ella y las circunstancias que pasa?

Helena siento que es una especie de calco mucho menos desarrollado de los personajes de Sánchez Rugeles, un novelista venezolano que, particularmente, me encanta. Todos sus personajes son escépticos, odiosos y un tanto nihilistas. Creo que Helena intenta ser un poco así.
Con respecto a las circunstancias que pasa Helena en ese texto, no hay mucha ciencia. Creo que ese día Henri Falcón estaba en los Trending Topics y dije: «¿Por qué no hacer una historia que gire en torno a Henri Falcón? Una historia paralela, podría ser algo divertido». Al fin y al cabo, el humor y la literatura son herramientas muy interesantes para expresar ciertas opiniones.
Pero es una burla en donde se especificaba que era una burla, una ficción.

¿En qué podría asemejarse Helena a tí?

Helena es una especie de salvoconducto ficcional y literario. Helena es una licencia con la que siento que puedo decir cosas que quizás no me atrevería a decir por mi propia boca. Siento que hay gente que se identifica mucho con ella, incluso me lo ha expresado.
Helena se basa un poco en todos los que venimos de ese circuito «sifrino» de colegios privados y universidades de Caracas. Helena no siente vergüenza en decir que la mueve el dinero, que lo que quiere es abandonar un país que no le gusta y con el que no se siente identificada, que no es patriota, que Bolívar le asquea, que el «Llevo tu luz y tu aroma en mi piel» la enferma.
De hecho, hace poco publiqué un texto (también protagonizado por Helena) en el que se tocaba un poco el tema que había explotado de las misses y los enchufados boliburgueses. Hubo gente a la que chocó, era un texto gráfico y gore, pero luego comprendió que, al final, es sólo fantasía.
Hay mucha gente (y creo que se evidenció con la viralización del texto sobre Henri Falcón) que se lo toma más en serio y cree que uno piensa como el personaje y el personaje piensa como uno.
Creo que, al final, citaría a Herrera Luque, uno de mis escritores favoritos, quien dijo: «El autor no se hace responsable por las opiniones emitidas por sus personajes».

¿Qué puntos de la historia pueden ser ciertos o tener cierta verdad?

Hay muchas cosas que Helena afirma que se basan en sospechas que tiene la gente. Por ejemplo, que las alcaldías fueron pactadas entre la dictadura y la oposición o que Henri Falcón es sólo una marioneta para un plan teatral de la dictadura. A mí eso no me consta, a ella sí. Por eso fui cuidadoso en poner que era un texto ficcional, para evitar una confusión que un país morboso que al final, terminó sucediendo.
Me escribió hasta un asesor de (David) Smolansky en su campaña. Estaba un poco indignado por lo que Helena había dicho de él. Pero él fue muy educado y ese tipo de reclamos yo los acepto, porque a Smolansky lo admiro. Pero hubo gente que me saltó directo a la yugular.

¿Qué feedback has recibido?

Me han dicho de todo. Me han dado mucha risa las conclusiones que saca la gente. Mucha gente aseguraba que todo había salido de un laboratorio del G2 cubano, hablaron hasta de la inteligencia rusa, cuando no sé hacer ni una ensalada rusa.
Mucha gente me ha insultado. Me ha dado mucha risa y lástima que muchos me tacharan de chavista, incluso el hijo de Rafael Poleo, un periodista un tanto mediocre que me acusó de izquierdista y chavista porque no quiso investigar más allá.
Mucho periodismo vive del clickbait, de ser amarillista y morboso, de buscar un chivo expiatorio al cual destrozar. El 90% del contenido de mi página siempre ha sido contra la dictadura, tanto ensayos como artículos de opinión, pero la gente debe volcar su odio en alguien.

¿Consideras después de la experiencia seguir escribiendo crónicas de ficción o esto podría motivarte a dejarlo?

Por un momento pensé que no… Al menos, no con mi nombre, pero a mí me encanta escribir sobre ficción y me encanta escribir sobre Caracas.
Cuando has vivido toda la vida en una ciudad, conoces tanto de ella como para tener mucho material para escribir. Conoces las jergas, los lugares, los estilos, los tiempos, los rincones, la historia y los recovecos. Creo que, simplemente, seré más cuidadoso y tendré que colocar un cartel luminoso que especifique que el texto es ficción.
Pero creo que nunca podría dejar de escribir sobre Caracas, Caracas es el escenario ideal para la literatura porque es una ciudad en la que todo es posible, desde brujería hasta los crímenes más atroces, desde amigos que se sacrifican hasta besos de amor en una esquina destrozada de Plaza Venezuela.

¿Pensaste en algún punto que esto podía hacerse viral? ¿Ha generado un impacto positivo en el tráfico de tu blog, La Cantarida?

Por un momento lo pensé, pero lo desestimé. Pensé que la gente leería hasta el final, pero ahora la gente sólo lee los titulares o los primeros párrafos.
A mucha gente le da flojera pensar. No pensé que alguien tomaría el texto y lo viralizaría por Whatsapp. La Cantárida tuvo muchas, muchas visitas. Es un blog pequeñito que, cuando pasa la fiebre, vuelve a ser un blog pequeñito.

¿Qué planes tienes a futuro?

El año pasado terminé una novela, que espero que se salga a la luz pronto. Es una historia en reversa que habla sobre nuestras aventuras y desventuras en una Caracas cada vez más decadente.
También está en proyecto editar un libro con los mejores relatos de La Cantárida, a ver si alguien lo compra, aunque sea por lástima. Y, por último, estoy en pre-producción para hacer una novela que, no es por nada, pero está quedando brutal.
Es una adaptación libre de una novela rusa del Siglo XIX y tendrá lugar en Caracas, nuestra ciudad amada en la que todo es verosímil

¿Extrañas Venezuela?

Extraño a muchísima gente de allá. Extraño a mi familia. Aún siento, aunque es un poco utópico, el poder regresar para ayudar a reconstruir en lo que pueda ayudar, pero cada vez es más lejana esa posibilidad.
Yo a Venezuela la lloré mucho, pero ya asimilé que, en cierto modo, está en coma, por no decir muerta. Por ahora, siento que lo mejor es ayudar al país en el que estoy ahora. Poder serle útil y adaptarme a él para absorber todo lo que pueda de aprendizaje y, algún día, inyectárselo a Venezuela.
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