Opinión

Henrique Capriles: antes había un camino, ahora hay que abrirlo

Aunque no aclaró todo lo que se esperaba sobre su participación en la liberación de los presos políticos, Henrique Capriles presentó este miércoles su visión de lo que hay que hacer ante la convocatoria a elecciones: participar para no entregarle la Asamblea a Maduro. Hoy la "unidad" de la oposición quedó formalmente acabada

Publicidad
Capriles Henrique Capriles Radonski
Archivo

Es casi un clásico de la política venezolana: ante ciertos eventos que no se entienden, sospechar, acusar, sembrar dudas y alimentar desconfianza. Disparar por las redes sociales, rápido, sumarse a la ola, ganar likes. Le está tocando a Henrique Capriles en este sorpresivo regreso a la arena. Tras un periodo de apoyo activo a la figura de Juan Guaidó, a la idea del gobierno interino y luego de un tiempo en bajo perfil, retornó proponiendo algo inesperado: activarse, hacer algo, tratar de aprovechar un resquicio. En fin, participar en las elecciones parlamentarias pese a que se había impuesto la opinión contraria desde el equipo Guaidó-López.

Ayer destacamos aquí en El Estímulo un detalle importante que muchos prefirieron pasar por alto en sus críticas -válidas o no- a Capriles y al proceso que condujo a la no menos sorpresiva decisión del gobierno de Maduro de liberar a presos políticos y desechar procesos en contra de otros tantos. Aferrados a la concepción de buenos y malos, tomaron las palabras del canciller turco como prueba suficiente para suponer negociaciones turbias y acuerdos con el gobierno de Turquía, el de los malos. Eso, empujando bajo la alfombra la aclaratoria de que el papel de este funcionario lo ejerció como parte de una gestión diseñada en la Unión Europea. A esto, que condujo a la excarcelación de personas que nunca debieron estar presas, ciertamente se le puede exigir -ahora que ya sucedió- un poco más de transparencia: todavía no conocemos bien la historia.

Este miércoles 2 de septiembre Capriles dio su versión acerca del asunto con el canciller de Turquía. Le costó, eso sí, llegar al punto: más de 40 minutos. Dijo que Mevlüt Çavuşoğlu, después de hablar con Mike Pompeo en República Dominicana, de visitar a Maduro y de coordinar con la UE, le llamó por teléfono para conocer su opinión. ¿Sobre qué?, no lo dejó claro. ¿Cuándo lo llamó?, tampoco fue preciso. Pero sí retó al turco a que lo desmienta.

Y aunque no dijo que él mismo se presentaría como candidato a la Asamblea Nacional (por ahora no puede, por su inhabilitación), sí advirtió que apoyará -«nosotros», dijo- «a las mujeres y los hombres que quieran abrir caminos».

Si antes había un camino, ahora hay que abrirlo. Así de jodidas están las cosas.

La jugada de Capriles es arriesgada. Requiere de un discurso esclarecedor, directo. De una narrativa que se entienda y enganche. Y a Capriles cuesta seguirle cuando habla: va y viene sobre las ideas, intercala una anécdota, hace gestos, dice otra cosa y en algún momento regresa al punto. Así que es fácil prever que le va a costar convencer si no afina sus argumentos. O, mejor dicho, la vocería, porque argumentos tiene.

Entregar la Asamblea Nacional al chavismo en 2005 fue un error que, en efecto, todavía pesa. Y eso no hay que perderlo de vista porque es básicamente lo que ocurrirá en diciembre. Esa fue una de las cosas que advirtió Capriles en sus declaraciones.

También apuntó que la dirigencia opositora es predecible y pasa por un momento de autoengaño en la fantasía de ser un gobierno de internet. Y por ahí dinamitó el sacrosanto concepto de «unidad» que ha sido el espíritu invocado siempre en la lucha de la oposición contra el chavismo: «La unidad, sí, pero con un propósito. Sin falsedades. Sin fantasías. No podemos seguir jugando a ser un gobierno en internet. Somos un gobierno en internet. ¿Quién está en el poder, usurpándolo, pero quién está en el poder? Maduro».

Y respondiendo eso, plantea ubicarse: si no eres gobierno, eres oposición.

Hay un hecho objetivo: la renovación del Parlamento tiene que darse. ¿Qué hace la oposición ante ese mandato constitucional, con ese derecho? Participar o no participar no es -según el dirigente- el dilema real: «El tema es cómo esa elección abre caminos… La oposición se ha vuelto demasiado predecible y Maduro hace todo para que usted pierda sus derechos».

De acuerdo a esta lógica, Maduro se encarga de poner las cosas cada vez más cuesta arriba -tal como ya lo hizo- para que la oposición abandone, le ceda todo el terreno y se dedique a mirar al horizonte a la espera de que algo venga desde afuera a resolver los problemas.

Para Capriles -que según dijo se ha dedicado a estudiar las transiciones en otros casos históricos- la elección podría ser «un hecho político que abra otros caminos… Lo que pasa es que a usted se lo han prometido de hoy para mañana».

En el entendido de que hoy las condiciones y garantías electorales no son las ideales, el dilema real -dijo- es «luchar o no luchar. Y yo he decidido luchar. No me voy a quedar de brazos cruzados». Capriles ve la elección como una rendija, como la oportunidad de «meter la mano en esa rendija, para después meter el pie». Eso, claro, no luce tan atractivo como la opción de la salvación súbita. La primera implica trabajo largo y sostenido, la segunda soñar.

Y aquí el discurso tiene un giro interesante por poco visto: «No puedo garantizarle cuál va a ser el resultado. Lo que sí puedo garantizarle es que usted debe hacer algo para que haya un resultado». Es decir, no hay promesa al aire.

«No vamos a dejar a la gente sin opciones», insistió: «Este país no va a tener o alacranes o a Maduro. No señor. Vamos a abrir caminos… Como se abrieron las rejas». La propuesta es a hacer política: «Estoy seguro de que nada va a pasar convocando a no hacer nada. O convocando a una consulta virtual. O convocando a seguir como estamos… Vamos a luchar. Hay unos plazos, vamos a pelear por las condiciones electorales».

Ciertamente, las elecciones se harán, si la pandemia lo permite (y este es otro asunto importante). Con o sin la oposición. Y el plan de Capriles es ir en pos de esa rendija. En su transmisión -durante la cual recibió toneladas de insultos- no respondió a todas las preguntas que nos hacemos los venezolanos a propósito de los presos y perseguidos políticos: no nos contó la historia, el detalle. Pero sí se esforzó en que no haya dudas sobre su disposición a seguir adelante, a pesar de echarse en contra al segmento opositor convencido de abstenerse: «Sí convoco al país a movilizarse y luchar. No le vamos a regalar a Maduro la Asamblea, ni le vamos a regalar nada».

¿Rendija o precipicio? El 2020 seguirá dándonos sorpresas.

Publicidad
Publicidad