Así ve Marlon Correa la situación que hoy se vive en la sede de la embajada de Venezuela en Washington y también la crisis que atraviesa su país de origen.
Desde hace varios años radicado en la capital estadounidense, el vocero del grupo Ask a Venezuelan no ha perdido detalle de lo que ocurre desde mediados del mes de abril en el edificio de cuatro pisos perteneciente a la representación venezolana y que ahora es lugar de confrontación por la invasión de grupos sociales que apoyan al gobierno de Nicolás Maduro.
“Hablando con mi papá sobre el tema, él me decía que le parecía interesante que en Venezuela está un grupo enorme peleando contra una cúpula pequeña que está en Miraflores y, por lo que se ve desde afuera, su entorno se pone más chiquito cada vez (…) pero te vienes para DC y tienes el mismo problema, con una comunidad inmensa peleando contra un grupo de casi diez personas, y supuestamente esas diez personas tienen más poder que nosotros. Es extraño ver a tantos peleando con unos pocos y que parezca que están perdiendo”, comenta a El Estímulo.
Pero la frustración es cada vez es menor. Mientras en Venezuela el proceso de cambio al que apunta Juan Guaidó, reconocido como presidente encargado por más de medio centenar de naciones, ha sumado capítulos a una historia en la que el chavismo ha intentado contrarrestar con persecución y detenciones, en Washington las cosas parecen tener un final próximo.
La noche del lunes, la policía local entregó una orden de desalojo a un grupo de cuatro personas que quedan en la sede de la embajada venezolana en Washington. A las 6:00 AM de este martes se venció el plazo de desalojo voluntario, por lo que todo queda del lado de los uniformados.
La AFP identificó a Kevin Zeese y a Margaret Flowers como dos de las cuatro personas que aún están en el sitio. Pero hace un mes eran decenas de activistas los ocupantes del edificio de Georgetown, todos pertenecientes a Code Pink y Popular Resistance, grupos a los que Correa llama terroristas de izquierda que mantuvieron secuestrada la embajada y que cuentan con el financiamiento de Miraflores.
Defensores del régimen
Una de las caras más familiares dentro del caso ha sido la de Medea Benjamin. Cofundadora de Code Pink, se erigió dentro de la situación como un puente entre los militantes pro Maduro y los medios. Desde el sitio, dio el motivo por el cual se encontraba ahí y responsabilizó a la administración del presidente Donald Trump de inmiscuirse en la crisis venezolana.
«Estoy aquí porque estoy furiosa, porque estamos viendo un golpe de estado en cámara lenta. Durante mi vida he visto suficientes golpes e intervenciones militares estadounidenses y siempre terminan mal para la gente de ese país», señaló a AFP el 20 de abril.
No obstante, la activista, detalló Correa, solo actúa en calidad de fachada de la dinámica, pues ni siquiera pernocta en la sede de la legación venezolana. La fuente explicó que el grupo de manifestantes la han visto trasladarse en las noches al hotel Four Seasons ubicado cerca de la embajada, establecimiento cuya habitación más económica se valora en $1.200.
“A estos grupos terroristas les da calor que Estados Unidos reconozca a Juan Guaidó”, sostiene el venezolano.
“Ellos están violando territorio venezolano”, pese a decir que tienen el permiso de Samuel Moncada, representante del gobierno de Maduro ante la ONU, quien junto a su equipo les entregó las llaves a los dirigentes del movimiento, aseguró Correa.
“Sí tuvieron un permiso por el personal previo, ya no es legal porque ese personal no es reconocido aquí en Estados Unidos”, afirmó.
La reacción de los diplomáticos
Carlos Vecchio fue el designado por Guaidó para representarlo en territorio norteamericano, por lo que las decisiones en la nación pasan por el militante del partido Voluntad Popular.
El 1 de mayo estuvo presente en el lugar luego de que una semana atrás Elliott Abrams, el hombre dispuesto por Trump para la crisis venezolana, comentó que su país solo actuaría en caso de que Venezuela lo pidiera. Ahí, Vecchio aseguró que dio la orden para que les devuelvan la sede, en el inicio de acciones en las que la tensión fue en aumento y llegaron a un nuevo nivel cuando la diáspora venezolana y los activistas chocaron y los cuerpos de seguridad se vieron en la obligación de intervenir para evitar problemas mayores, arrestando a cinco personas el día 2.
Correa denuncia: “Esta gente se apropia de nuestras problemas y lo voltean con la excusa de que no quieren que Estados Unidos se metan en los problemas de otros países”.
“Estamos haciendo todo lo posible para apoyar al venezolano que sale a protestar y que, lamentablemente, no tiene el lujo que tenemos nosotros de no ser abusados, de no tener alguna clase de persecución por solamente expresar lo que sentimos (…) es un lujo que no merecemos, pero al mismo tiempo lo aprovechamos para ejercer la presión que se pueda”, señala.
La dosis venezolana
Los invasores mantienen un libreto similar: para ellos, en Venezuela no hay crisis aguda, el hambre no es una realidad palpable, mucho menos la pobreza. Frente a esto y con la urgencia por asfixiar más a los invitados no deseados, Vecchio decidió emprender nuevas acciones.
El miércoles 8 de mayo, la compañía eléctrica local cortó el suministro a la embajada. El representante venezolano en Estados Unidos por el gobierno de Guaidó añadió luego del episodio que decidió darles a los invasores de su embajada un poco de la experiencia de vivir en Venezuela bajo el socialismo fracasado.
El golpe fue efectivo, así como las detenciones graduales a militantes que buscaron manifestar su apoyo a Maduro con formas que cruzaban la legalidad, facilitando el trabajo pues poco a poco iban siendo esposados por los uniformados.
Lo que llegó a ser una masa organizada en la que unas 10 personas actuaban desde las redes sociales para defender el régimen de Maduro y atacar a los opositores venezolanos, sumados a los que confrontaban jornada tras jornada a los grupos que se instalaban en la acera de la sede diplomática venezolana, hoy son contados con los dedos de una mano.
Así como el episodio de Washington parece llegar a su fin, los activistas venezolanos esperan que lo sucedido en la capital estadounidense sea un pequeño ejemplo para la situación de su país natal, que a su vez con un movimiento iniciado por la Asamblea Nacional a principios de este año pretende ponerle fin a 20 años de ocupación chavista del poder en Venezuela.
Fotos: AP