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Jugar en Miami fue un negocio sin riesgos para equipos venezolanos

En diciembre del 2009, Cardenales de Lara se aventuró a organizar junto a Águilas del Zulia dos juegos en Homestead, en el sur de Florida, y salió con las tablas en la cabeza y los números en rojo. Seis años más tarde, repitió la experiencia pero esta vez enfrentando a los Navegantes del Magallanes y como parte invitada de un evento que tuvo una inversión de 1.2 millones de dólares, de los cuales, ninguno salió de los bolsillos de los equipos venezolanos.

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Texto: Leonardo Mendoza Carreño @leomendoza24

Más allá del agotador trajinar que significó la larga movilización en avión hasta Estados Unidos, las escalas, chequeos en hoteles y todo lo que eso conlleva, ambos conjuntos venezolanos tuvieron la oportunidad de mostrarse durante un fin de semana ante un creciente público venezolano en la ciudad de Miami, jugar con todas las comodidades que ofrece un estadio de Grandes Ligas como el Marlins Park, sin tocar su presupuesto.

Quienes montaron este evento entre equipos venezolanos y los eternos rivales del beisbol de República Dominicana (Tigres del Licey y Águilas Cibaeñas), se encargaron de costear el pasaje aéreo de larenses y magallaneros, sus respectivos hospedajes, traslados internos y los viáticos de toda la comitiva (90 dólares por día). Lógicamente, el botín con la taquilla, sponsors y derechos de televisión se alejó de las manos venezolanas, inclusive el premio si salía ganador del torneo.

El proyecto de la Serie de las Américas se empezó a gestar hace dos años. La idea era que viera luz en 2014, también con los Cardenales, por su experiencia en este tipo de choques, pero retando a los Leones del Caracas. Los tiempos de planificación no dieron y se retomó la iniciativa para este 2015, aunque ya los melenudos no estaban interesados. Su lugar terminó siendo ocupado por su acérrimo rival.

Pero, más allá de la presencia de los turcos, lo que llamó la atención fue la discreta respuesta que dio la creciente colonia venezolana residenciada en Miami a dichos partidos. Inclusive con entradas que empezaban en 10 dólares y que eran válidas para los dos juegos del día.

“Se buscó esta área (de Florida) porque hay muchos venezolanos, hay un gran crecimiento aquí, y venezolanos que están ganando bien”, soltó Lou Meléndez, exgerente de Grandes Ligas por muchos años y gran responsable de esta iniciativa. “Yo esperaba más venezolanos que dominicanos. Habrá sido el enfrentamiento, por no ser Caracas y Magallanes o la difusión”.

Lo difícil de salir de Venezuela
Meléndez reconoció que la logística de traslado de los equipos venezolanos se complicó más de lo normal, por la cantidad de boletos requeridos, la disponibilidad y hasta la cancelación de vuelos a última hora.

Para el juego inaugural entre guaros y magallaneros, la LVBP pidió árbitros locales debido a que ese choque contaba para la ronda regular. Sin embargo, su vuelo fue cancelado un día antes del inicio del evento y tuvieron que irse el propio sábado en la mañana a suelo norteamericano.

Al llegar a Estados Unidos, sufrieron un retraso en el aeropuerto y tres de los cuatro aparecieron en el estadio media hora antes del arranque del compromiso. El cuarto fue un umpire “prestado” del grupo que trabajaría en el encuentro a segunda hora entre quisqueyanos.

Inviable si no es como participante
Carlos Miguel Oropeza, gerente general de Cardenales, formó parte del comité organizador de aquella iniciativa de Homestead en 2009. Tras aquella experiencia, ahora considera que, hoy día, es “imposible” para un equipo venezolano montar un evento de esa envergadura fuera del país.

“La economía y la situación ha cambiado muchísimo desde ese momento hasta ahorita”, dijo el directivo larense. “¿Cómo haces para conseguir los fondos para organizar un evento así? El precio del dólar es totalmente diferente”.

En teoría, la Serie de las Américas tendrá dos ediciones más porque ya tienen contrato con la Confederación de Beisbol del Caribe y el propio Marlins Park (que cuesta $350 mil arrendarlo). Pero todavía no está confirmado el regreso de conjuntos venezolanos o que se juegue con la misma modalidad.

La Liga de México y varios empresarios están dispuestos a soltar varios cientos de miles de dólares para llevar esta idea al sur de California, donde tienen un gran público cautivo. Pero el deseo de los conjuntos criollos, por lo menos, Lara y Magallanes, es seguir formando parte de este evento que, salvo el desgaste físico que supone el largo viaje y buscarle un hueco en el calendario, les da una exposición internacional única a peloteros y equipos a un costo mínimo.

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