Opinión

La ametralladora del papel moneda

No importa que la cita de Lenin sea apócrifa, nos viene como anillo al dedo: la destrucción de la moneda es la forma más segura de acabar con una sociedad. Lenin, por supuesto, se refería a que la inflación era el arma más efectiva para destruir a los regímenes capitalistas. El bolchevique atribuyó erróneamente el mal al sistema de producción y no a la voluntad de poder.

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Foto: AP

Hoy, como lo vemos claramente en Venezuela, es el arma del socialismo del siglo XXI para confiscar arbitrariamente la riqueza de la gente. La pérdida del poder de compra de los ciudadanos es el medio más perverso, enmascarado y secreto de destruir la base de la sociedad. Con la inflación continua, todas las relaciones de intercambio permanentes se quiebran y pierden fiabilidad. Pero el manejo monetario del gobierno venezolano ha sido tan abusivo que, ya que estamos dentro de la imaginería socialista, nos calza mejor la expresión del economista y camarada bolchevique Yevgueni Preobrazhenski: “el papel moneda como ametralladora del Comisariado de Finanzas para disparar sobre la burguesía y para emplear las propias leyes monetarias de aquel régimen con el propósito de destruirlo”. Preobrazhenski dijo expresamente que la emisión monetaria era la ametralladora “que vomitaba fuego en la retaguardia del sistema burgués”. Eso es lo que Chávez y Maduro hicieron con la inflación, la usaron como artillería para destruir no sólo a la burguesía sino a la ciudadanía en general, para acabar con la libertad, para empobrecer más y más a una población necesitada del Estado y obligada a mendigar para sobrevivir.

La ametralladora del papel moneda dispara un proceso muy loco en la sociedad. Todo el mundo corre para terminar en el mismo, o peor, lugar. Es el típico juego suma cero donde cada quien aumenta los precios de lo que puede para que los demás hagan lo mismo, neutralizándose la acción colectiva. La inflación es, por demás, un detonante de la autoestima. Cuando una persona ve que todo aumenta menos su salario y que todo vale más excepto él mismo, el individuo se devalúa y se siente tan mal como el dinero que cada vez sirve para menos. Vista psicológicamente, la inflación expresa los sentimientos de devaluación inconsciente de la sociedad que son trasladados a la moneda como símbolo de la menguada capacidad creativa de la colectividad. Estamos ante un proceso de rebajamiento general alimentado desde el Estado para desarticular a las personas y regir sobre una ciudadanía desmoralizada.

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