Opinión

La historia no los absolverá

Que cruel paradoja viven Tarek y Alfredo. Que sean precisamente dos antiguos defensores, hoy devenidos en protectores del régimen, quienes hayan sido notificados por la CPI

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La vida humana y la historia política tienen algo en común. Pueden terminar en crueles paradojas. Este 5 de noviembre de 2020, que será un día histórico para la lucha por los derechos humanos en Venezuela cuando se revise la historia en el futuro de este tiempo que vivimos, será sin embargo un día de vergüenza para dos antiguos defensores venezolanos.

Marino Alvarado, defensor a carta cabal durante décadas de los derechos humanos en el país, sintetizó en una frase muy criolla el show que intentó montar el régimen en las instalaciones de Corte Penal Internacional (CPI). Fueron por lana y salieron trasquilados, ese refrán se aplica cabalmente a Tarek William Saab y Alfredo Ruiz, el fiscal general y defensor del pueblo que en su momento designó la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).

Es una larga discusión decir si estos dos antiguos defensores de derechos humanos son en verdad funcionarios legítimos en estos cargos, dada la condición no constitucional de esta ANC. Por la vía de los hechos, puestos allí por el poder, Tarek y Alfredo, dos personas a las que conocí y con quienes trabé amistad en el pasado, fueron a intentar lavarle la cara al régimen de Nicolás Maduro en la CPI.

No sólo no lograron lavarle la cara a Maduro, sino que la visita de ambos a La Haya ha terminado sirviendo la mesa para que se hiciera público lo que ya era previsible. Hay suficientes condiciones para avanzar en el proceso de la CPI para determinar la existencia de crímenes de lesa humanidad.

Es un proceso dilatado, complejo, estamos aún en la etapa preliminar, pero me parece sumamente simbólico de parte de la CPI dar una nota de prensa oficial anunciando su decisión de avanzar precisamente luego de reunirse con Saab y Ruiz, quienes, para decirlo nuevamente en criollo, fueron a La Haya a pedir cacao.

La fiscal de la Corte Penal Internacional, la gambiana Fatou Bensouda, confirmó este 5 de noviembre que en el examen preliminar sobre nuestro país, su oficina determinó que “había lugar para creer que crímenes que de la competencia de la Corte habían sido cometidos en Venezuela”. Que la CPI haya expresado esto, es lo que me hace pronosticar que el 5N será una fecha emblemática a ser recordada en el futuro de la lucha venezolana por los derechos humanos.

Reitero que se trata de una evaluación preliminar, no estamos cerca aún de decisiones que impliquen ordenes de aprehensión contra figuras como Nicolás Maduro, Vladimir Padrino o Néstor Reverol. Los tres, por cierto, son mencionados explícitamente como responsables en el contundente informe de la Misión de Verificación de los Hechos de la ONU, presentado ante el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra hace dos meses y medio.

Me permito citar al abogado Carlos Patiño, del equipo coordinador de Provea, y quien en los últimos tiempos se ha dedicado a estudiar el funcionamiento de la CPI: el examen preliminar de la situación de Venezuela ante la CPI estaría avanzando de la Fase 2 a la Fase 3, y son 4 fases que se deben cumplir antes de abrir formalmente una investigación.

El espaldarazo que le dio el Consejo de Derechos Humanos de la ONU a la Misión de Verificación, compuesta por tres respetados expertos, hace dos meses, al asignarle un mandato de otros dos años para seguir documentado las atrocidades ocurridas en Venezuela, terminará siendo también sostén o base de apoyo para los pasos que debería estar dando la CPI en el futuro.

Vuelvo sobre Tarek y Alfredo. Al primero lo conocí en los años 1990 y guardó de aquella época una gratitud por lo que fue una actitud solidaria y desprendida. Era Tarek el abogado de las causas perdidas, el tipo abierto a que cualquiera pudiese abordarlo y mostrar una atención e interés genuinos. No fuimos amigos, pero fue una persona con la que me reuní en diversas ocasiones.

Alfredo, en cambio, no sólo fue un amigo sino en un sentido real un compañero de camino. Estando yo en el campo periodístico desde mediados de 1980, al final de aquella década trabé amistad y cercanía con quienes fundaron la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz. Por muchos años, y no sólo para mí, Alfredo fue un referente de un activista comprometido, desprendido.

Para ponerlo en el argot de aquella época, Ruiz estaba genuinamente entregado a la causa de los derechos humanos.

Que cruel paradoja viven Tarek y Alfredo. Y nos duele también a personas, que como en mi caso, hemos estado por largos años vinculados al movimiento de derechos humanos en Venezuela. Que sean precisamente dos antiguos defensores, hoy devenidos en protectores del régimen, quienes hayan sido notificados por la CPI.

Saab y Ruiz, lamento decirles, la historia no los absolverá.

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