Economía

Lo sagrado y profano de las "verduras reales" en el Teatro Teresa Carreño

Coincidentalmente, el 10 de marzo, unos días previos a la pascua, los espacios abiertos del Teatro Teresa Carreño (TTC), el “Templo de la Cultura Venezolana”, el más importante de Venezuela, y el segundo en importancia de América del Sur, sirvieron para exponer y vender alimentos.

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Foto: AVN

Hay un pasaje de la biblia, en el Evangelio de San Juan II, 13-22, que narra un hecho que tiene lugar días previos a la pascua judía (la fiesta de Pesaj), que es aquel en el que Jesús sube a Jerusalén, y halla en el Templo a vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y cambistas sentados.

Narra la biblia que Jesús, en un ataque de ira, por cierto (el único descrito en la Biblia) hace un azote de cuerdas y los echa a todos del Templo con sus ovejas y bueyes, tira las monedas de los cambistas y vuelca las mesas. Jesús dijo a los vendedores: “Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”.  Sus discípulos entonces se acordaron que estaba escrito: “El celo de tu casa me devora”.

Coincidentalmente, el 10 de marzo, unos días previos a la pascua, los espacios abiertos del Teatro Teresa Carreño (TTC), el “Templo de la Cultura Venezolana”, el más importante de Venezuela, y el segundo en importancia de América del Sur, sirvieron para exponer y vender alimentos, pudiéndose perfectamente usar otro lugar, como por ejemplo, el Parque Los Caobos.

Ese hecho es significativo, porque representa una confrontación entre lo sagrado (lo que es digno de veneración) y lo profano (lo irreverente e irrespetuoso hacia lo sagrado), dos maneras de estar y relacionarse con el mundo. Dos situaciones existenciales que han conformado la historia del hombre, y lo han confrontado, a lo largo de los siglos.

Un espacio cultural, es un espacio sagrado, para todo aquel que aprecia la cultura. Por su puesto, que la manifestación de lo sagrado puede darse en cualquier objeto o espacio (mundo material) o ritual, valor o creencia (mundo espiritual), pero sin duda alguna, el Teatro Teresa Carreño, con independencia de lo que se entienda por Cultura (tema éste muy complicado), o por sus manifestaciones  en lo artístico, es un espacio sagrado.

El filósofo rumano, Mircea Eliade, decía en su libro lo “sagrado y lo profano” (1956) que “El hombre entra en conocimiento de lo sagrado porque se manifiesta, porque se muestra como algo diferente por completo de lo profano.” Así, claramente un espacio donde se construyó un complejo cultural diseñado para presentar obras artísticas (lo sagrado),  no fue diseñado para vender verduras (lo profano), aunque lo contrario, un espacio para vender verduras, podría eventualmente, quedar realzado con una presentación artística.  

En este sentido, el propósito sagrado no solo operó en el diseño del Complejo Cultural TC, sino también en su uso. Así, al igual que un templo para una religión, o un santuario para un peregrino, o un cuartel para un revolucionario, o un teatro o un museo para un amante del arte, son espacios físicos que constituyen una hierofanía (una manifestación de lo sagrado) “una irrupción de lo sagrado que tiene por efecto destacar un territorio del medio cósmico circunndante y el de hacerlo cualitativamente diferente” conforme a Eliade.

Trato de encontrar una explicación que me permita entender el porqué de la profanación de los espacios del TTC y no la encuentro. No hay ninguna justificación, porque ni siquiera bajo el paraguas  “anti-capitalista”, la encontraría. Ni siquiera en el teatro Bolshoi de Moscú,o en el Gran Teatro de la Habana, tuvo lugar una venta de verduras. El TTC, le ha abierto históricamente sus puertas a todo el mundo, con los bajos precios de sus entradas, en la mayoría de sus espectáculos.

Creo que si es de buscar una respuesta, estaría en la informalidad imperante, la que le resta solemnidad a todo, y nos condena a escaparnos fácilmente y con cualquier justificación de todo aquel esfuerzo que requiera seriedad y tesón, que son dos valores que arrojan siempre buenos resultados.

El TTC estará presentando entonces, la obra “verduras reales” y no “las verduras imaginarias” este último es el nombre de la comedia estrenada en el Teatro Alberdi de San Miguel de Tucumán, Argentina, en el año 2000.

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