Medio Ambiente

El Lago de Maracaibo no se recuperará hasta que cese el vertido de hidrocarburos

La recolección de cabello humano y pelo animal para tratar los derrames de petróleo en el famoso lago venezolano habla bien de la sociedad civil, pero es un paliativo que no solucionará el problema. En Perú esta iniciativa se descartó porque es poco efectiva

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Daniel Hernández

Una de las caras de lo que se entiende en Venezuela como “la crisis ambiental del Lago de Maracaibo” está asociada a los constantes derrames de petróleo producidos dentro de sus aguas. Estos derrames representan una amenaza a la biodiversidad, comunidades y ecosistema en pleno. La sociedad civil ha respondido con algunas iniciativas, presentadas como posibles soluciones a este problema y el Proyecto Sirena es una de ellas: se trata de una iniciativa que específicamente busca detener el avance de la mancha petrolera usando pelo humano y animal.

Desde mediados de 2023, el Lago de Maracaibo regresó como tema de discusión público y tomó protagonismo en las agendas políticas. Tuvo que ver mucho las imágenes por la proliferación de cianobacterias –como el verdín– en la superficie del cuerpo hídrico, causante de los preocupantes y cada vez más intensos procesos de eutrofización (pérdida de oxígeno y calidad de agua) que padece la masa lacustre. Así, la sociedad venezolana se puso alerta ante lo que se entiende como una crisis ambiental sistemática con pocos precedentes.

Selene Estrach, coordinadora del proyecto Sirena, dice que la iniciativa busca “crear a base de pelo humano y animal unos dispositivos altamente efectivos para absorber petróleo y sus derivados, dejando el agua libre de contaminantes”. No obstante, surgen algunas interrogantes asociadas fundamentalmente a un tema de escala: ¿cuán mitigante es esta medida?, ¿es una solución sistemática?, ¿cómo y quién ejecuta la manipulación de sustancias corrosivas una vez captadas?, ¿cuánto pelo se necesita para hablar de saneamiento?, entre otras. Vamos a intentar responder estas preguntas.

Los derrames petroleros en cifras

La cuenca del Lago de Maracaibo es uno de los reservorios mayúsculos de hidrocarburos en el hemisferio occidental. Y como ya sabemos, la explotación petrolera implica riesgos ambientales que se minimizan siempre y cuando exista inversión y voluntad en el mantenimiento de la infraestructura de la industria.

El Lago de Maracaibo está cruzado por más de 25 mil kilómetros de tuberías submarinas que transportan petróleo hasta las refinerías de Cardón y Amuay, en Paraguaná (Falcón), y actualmente ese sistema presenta averías que hacen posible los derrames.

El detrimento de los oleoductos, tanques y buques que facilitan la extracción y traslado de petróleo en el Lago de Maracaibo ha derivado en un patrón permanente de derrames de crudo, que se estima sea de aproximadamente mil barriles diarios, es decir, 365.000 barriles de petróleo al año en promedio. Un informe de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales calcula que entre 2020 y 2021 hubo cerca de 200.000 barriles derramados.

Además de eso, el gas natural que se obtiene de las reservas lacustres también se escapa en algunas zonas del sistema de tuberías y se suma a la lista de sustancias exógenas que entran al Lago a perturbar el ecosistema; lista que, además, incluye los desechos orgánicos vertidos por las camaroneras en la faja sur y los restos de fertilizantes y aguas residuales provenientes de los frentes agrícolas y centros poblados emplazados en los valles andinos de Venezuela y Colombia, a través de ríos como el Catatumbo, el Chama, el Motatán y el Escalante.

El pelo como alternativa

“Un kilo de pelo puede recoger 5 kilos de petróleo”, ha dicho Selene Estrach, ex presidenta del Servicio Sutónomo Vereda del Lago y quien fue primera dama de la Alcaldía de Maracaibo hasta 2021 cuando su esposo Willy Casanova (Psuv) perdió su intento de reelección.

Dependiendo de la densidad del petróleo, un solo barril puede llegar a pesar entre 120 y 150 kilogramos, es decir, si para absorber un barril de petróleo hacen falta entre 24 y 30 kilogramos de pelo, se requieren cerca de 30.000 kilos para la remoción efectiva de mil barriles.

Cuando ocurrió el derrame petrolero en las costas de Perú, a principios del 2022, la doctora en química ambiental Jenny Zenobio, de la Universidad de Purdue, estimó que serían necesarias más de 175 toneladas de cabello para remover los 6.000 barriles derramados, por lo que el Ministerio del Ambiente de Perú descartó utilizar esta medida, por ser poco viable y enfatizó en la aplicación de acciones correctivas a gran escala.

La propuesta que lidera Proyecto Sirena se ha popularizado y ha contado con el apoyo de la ciudadanía, lo que realza el civismo y muestra la consciencia ambientalista que aún priva en Venezuela. La animosidad de sus impulsores ha capitalizado la preocupación de la gente ante el deterioro del Lago de Maracaibo, y la recolección de pelo se ha masificado en varias ciudades del país, integrando estilistas, veterinarios, estudiantes y a todo el que desee participar en la iniciativa.

Sin embargo, la complejidad implícita al problema ambiental del Lago amerita cautela, y la responsabilidad discursiva debe ser imperativa, pues la solución a la crisis ambiental del Lago de Maracaibo debe ser entendida como el resultado de acciones ejecutadas en simultáneo con sostenibilidad en el tiempo, alcance general y efectividad medible. De ese conjunto de acciones, la inversión en mantenimiento e infraestructura y la renovación del aparato productivo en torno a la actividad petrolera es la piedra angular.

El biólogo y ecólogo Carlos Peláez señala a El Estímulo que “la solución al problema ambiental del Lago de Maracaibo pasa por una política pública contundente y no por esfuerzos aislados de iniciativas paliativas locales con efectos a escala reducida, que aún así son sumamente valiosos y se celebran”. La efectividad del pelo como elemento adherente no se discute, y sobre ello Peláez agrega: “El cabello, al ser un material tan fino y abundante cuenta con una superficie a la cual se puede adherir fácilmente el petróleo cuando se captura en red, pero hay que ser cuidadosos en la narrativa, pues todavía estamos lejos de haber solucionado el problema ambiental del Lago de Maracaibo”.

Mariana Hernández, bióloga zuliana de la Universidad de Manchester y cofundadora del proyecto ambiental de recolección de microplásticos en las playas venezolanas Biciola, coincide con Peláez en que la solución medular a la crisis ambiental del Lago de Maracaibo pasa –en esencia– por detener los derrames de petróleo: “Iniciativas creativas como (Proyecto) Sirena y otras similares que ya se están haciendo en el Lago, incluso desde el año pasado, son muy valiosas para mostrar el grado de consciencia de la sociedad ante las adversidades ambientales y visibilizar el ingenio y disposición para afrontarlas, pero no pueden venderse como una solución tangencial y definitiva al problema”.

¿Existe una verdadera solución?

Cuando a Venezuela se le dice “país megadiverso”, no sólo se hace referencia a la amalgama de ecosistemas y variedad de especies vivas que lo habitan, sino también al compendio de servicios ambientales que estos ofrecen. El Lago de Maracaibo puede ser visto como una hoya acuática desde el punto de vista hidrológico, como una depresión de depósitos cuaternarios desde el punto de vista geomorfológico o como una medialuna costera de emplazamientos urbanos y ancestrales desde el punto de vista socio-cultural. La realidad es que es todas esas cosas al mismo tiempo y que cada uno de esos aspectos alberga soluciones al problema.

Según Lenín Parra, biólogo zuliano, activista ambiental y coordinador de la fundación X Lago de Maracaibo, “el Lago tiene procesos autónomos de recuperación con respecto a los derrames de petróleo, dependiendo del volumen del vertido. Algunos manglares en la faja costera del municipio Maracaibo, aún estando alejados de las áreas de extracción de hidrocarburos, reciben el avance de la mancha petrolera cuando el viento sur asciende desde el centro del Lago hacia el norte y llega al estrecho de Maracaibo. Esto genera alarma, pero en pocas semanas el petróleo es asimilado de forma independiente. Ese sector del Lago se autodepura de forma natural por la presencia de algunas bacterias capaces de biodegradar el petróleo en un proceso llamado biorremediación, sin embargo, los derrames deben reducirse, pues la capacidad ecosistémica de asimilación es limitada”.

El Lago de Maracaibo es una de las ventanas septentrionales de Venezuela –y Suramérica– hacia el Caribe, lo que lo convierte en un santuario de fauna aviar que cuenta con ejemplares locales y migratorios que se detienen temporalmente buscando el confort climático que ofrece el trópico; también es un refugio de mamíferos amenazados, como el manatí del Caribe (Trichechus manatus) o el jaguar (Panthera onca), que habita en el sur del lago.

Este inventario de especies, que también incluye reptiles, anfibios e insectos variopintos, se constituye como una ventaja comparativa que permite proponer a la observación de fauna silvestre y la interacción ecoturística como prácticas potables y sostenibles alternativas a la explotación petrolera, ampliando el rango de posibilidades socioproductivas de la región. En consecuencia, la quintaesencia de la solución al problema ambiental del Lago de Maracaibo no es otra que detener los derrames de petróleo.

No hay escenario de conservación posible en el Lago si no cesa el vertido de hidrocarburos, y cualquier alternativa distinta va a palidecer ante los más de 200 mil barriles de petróleo que se derraman anualmente, por eso hay que seguir pujando en favor de visibilizar uno de los puntos más álgidos que conforman la crisis ambiental compleja en Venezuela hasta darle una solución de carácter sistemático.

Por Reybert Carrillo, Geógrafo e investigador

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