La imagen publicada por el New York Times fue tomada hace un año. El 23 de septiembre de 2022, Luis Miguel Arias se sentó y por un momento pensó que ya no podía más. Llevaba dos días cruzando la selva del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá. A su lado, su hija de 4 años lo miraba. Todavía le faltaba una semana de travesía en lo que es considerado uno de los cruces fronterizos más peligrosos del mundo.
El fotógrafo Federico Rios recuerda ese día. La imagen que tomó de Luis junto a su hijo representó tan solo un instante con el que miles de venezolanos se pudieron sentir identificados.
«Sus botas contaban el relato del peligro: durante años, pocos se habían atrevido a cruzar el Darién, que separa a Colombia de Panamá. El barro es tan profundo que puede tragarse entera a una persona», relata el fotógrafo.
Sin camisa, lleno de barro y con una niña al lado que no dejaba de mirarlo, Luis retomó fuerzas para levantar a su pequeña y seguir el recorrido junto a su esposa, sus hijos y su suegra. Como miles de venezolanos, se había aventurado a buscar una mejor vida y probar suerte en Estados Unidos, y tan son 15 minutos después de tomada la fotografía empezó a subir una colina.
«Detrás de ellos quedaba el rastro de detritus que los migrantes dejan a su paso al irse acabando las provisiones, o al intentar aligerar su carga», relata Rios.
Para fines de 2022, más de 150.000 venezolanos habían llegado a la frontera entre México y Estados Unidos. Mientras la crisis en el país era para algunos un problema
La historia de Luis
La decisión de cruzar el Tapón del Darien junto a toda su familia no fue fácil. En Venezuela, Luis estudió mecánica industrial y trabajó en el taller de reparación de automóviles de su padre. Él y su esposa también tenían un puesto de comida. Pero luchando por alimentar a su familia, decidieron probar suerte en otro lugar.
En 2019, se fueron a Colombia y abrieron otro puesto de comida pero no fue suficiente y decidieron intentar cruzar la frontera con entre México y Estados Unidos.
«Mientras atravesábamos Gap en septiembre, veía a la familia de vez en cuando, pero finalmente nuestros caminos se separaron. Luego, mientras cruzaban Centroamérica, nos mantuvimos en contacto a través de las redes sociales. A mediados de marzo, volví a saber de ellos: acababan de ingresar a los EE. UU. y solicitaron asilo cuando cruzaron el control fronterizo en Texas en marzo», relata Federico Rios para el New York Times.
A un año de haberse tomado esta fotografía, la familia vive ahora en Palo Alto, California. Luis Arias está esperando un permiso de trabajo y su esposa ocasionalmente está haciendo manicuras. Su hijo ingresará al cuarto grado en el otoño y su hija comenzará el jardín de infantes.
“Me arriesgué, pero lo logré”, dice Luis. “Me arriesgué por ellos. Para mí es un logro por eso, porque logré traer a toda mi familia”, asegura.
Con información del New York Times