Opinión

Sin comer de “aquello”

Mi abuela solía preguntarse si la loca era ella, en vista de que todos en el gobierno le parecían locos. “Tal vez los normales sean ellos y la loca, yo”, repetía. A mí me hacía gracia cuando lo decía, pero ahora que me encuentro enfrentando su misma realidad, me siento igual que ella. Tal vez la loca sea yo, si es que este gobierno es “normal”.

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Y es que no encuentro ni razón ni explicación para tantas cosas si no dementes, absurdas, que pasan a diario en nuestro país. Empezando por el presidente de la república. Y es que cada vez que habla Maduro, me provoca treparme por las paredes. Ciertamente, el dogmatismo con iniciativa hace un daño terrible. Y Maduro es todavía más dogmático que Chávez, porque el carisma que le falta lo suple con represión dentro de Venezuela y con shows en el exterior. Lo del cuento del magnicidio en Panamá fue tan patético como los dobles que llevó. Pena propia.

Pero dentro de Venezuela la locura es mayor. Un gobierno que se auto demomina socialista es el que promociona el capitalismo más salvaje de todos. Porque no hay mayores capitalistas que los bachaqueros. Gente cuyo trabajo es hacer cola para comprar a precios de gallina flaca lo que luego revenden a precios injustos. Por supuesto, cuentan con sus aliados en los supermercados y tiendas que venden a precios justos. Y es que es prácticamente imposible no caer en comprarles a los bachaqueros. Pondré el ejemplo de los pañales de adultos, basado en la experiencia familiar que tuve: a un adulto que usa pañales hay que cambiárselos por lo menos tres o cuatro veces al día. Pero el gobierno solo permite vender dos paquetes de seis a la semana, lo que da menos de dos pañales al día. Antes de permitir que nuestro familiar se irrite o peor aún, que le salga una escara, les compramos los pañales a los bachaqueros. Igual con los pañales de bebés, la leche, los remedios y cualquier otro bien de primera necesidad.

El “gobierno de los pobres” es el que más ha contribuido a aumentar la pobreza y a empeorar la calidad de vida. Los niveles de pobreza están por debajo de los de 1998, a pesar del chorro de dólares que por concepto de petróleo nos entró en estos tres lustros. Ya los venezolanos no pueden comer proteínas, como cacarea el gobierno, porque cuando se consiguen, el precio es impagable.

Y ni hablar de la economía. El gobierno socialista tendría que dolarizar la economía para poder salir adelante. Pero su fanatismo se lo impedirá, lo que nos lanzará al abismo de la escasez y la hiperinflación. Volverán a echarle la culpa a los Estados Unidos, como han hecho sus mentores cubanos durante cincuenta y siete años.

La historia de la supuesta “invasión gringa” continúa, mientras los guyaneses están explotando nuestro petróleo en nuestro delta del Orinoco, pero el gobierno venezolano no dice ni pío…

Ahora tienen montado el show de las firmas, para avalar “la marea roja de votos” en las elecciones parlamentarias a las que les tienen pánico. Primero, que nadie sabe en realidad si las firmas son válidas. Segundo, que obligaron a firmar desde los no sé cuántos millones de empleados públicos, hasta a liceístas de primer año de bachillerato, porque me consta. Quieren propiciar la abstención en la oposición a como dé lugar. Y si la oposición se abstiene —ya lo hizo una vez, no tiene nada de raro que lo vuelva a hacer— los dementes estarán también de su lado. Entonces me declararé loca. Eso sí, sin comer de “aquello”.

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