Opinión

Desinformación en Venezuela (V): China en respuesta a COVID-19 reinventa su modelo

La falta de libertades es lo que distingue a China desde que se instauró el régimen comunista en 1949. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948, ha sido literalmente letra muerta en el gigantesco país de Asia

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En general se hacía una clara distinción. Rusia se ha dedicado a abarrotar las redes sociales y medios afines con diversas teorías sobre cualquier hecho, con el fin de crear confusión e incertidumbre en el público. China ha perfeccionado un modelo de control y censura. Esto último, sin embargo, parece estar en plena transformación en respuesta a la crisis global de COVID-19.

La Unión Europea, por ejemplo, en medio de la pandemia del coronavirus ha encendido las señales de alarma ante la desinformación que generan Rusia y China, aunque hasta ahora estos dos regímenes no actúan de forma sincronizada. Beijing también disemina versiones sobre la falta de respuesta de Occidente ante COVID-19, pone en entredicho a la política de diversas naciones y de paso exalta su “ayuda humanitaria”.

China promueve su «ayuda humanitaria»

El 8 de septiembre diversos medios de comunicación de Venezuela reseñaron el arribo de un séptimo envío de “ayuda humanitaria” de China. Este tipo de acción propagandística, con la cual el régimen chino intenta lavar su imagen ante el mundo, se ha repetido en diversos países.

Teniendo como telón de fondo a COVID-19, con tantos señalamientos sobre la responsabilidad de las autoridades sanitarias y políticas de China, la ayuda del gigante asiático no ha tenido como destino sólo a los países pobres del tercer mundo, también naciones europeas han terminado aceptando insumos y donaciones “Made in China”.

china Venezuela
AP

Otra señal de la metamorfosis que vive China, ampliando su influencia informativa, para presentar su versión de la realidad en Venezuela y América Latina, ha estado en la incorporación de la agencia estatal Xinhua con lugar destacado en la web de Telesur, incluso con un subdominio https://xinhua.telesurtv.net algo que resulta bastante llamativo.

La crisis económica que padece Telesur, que estuvo incluso sin dinero para pagarle a su personal en medio de la pandemia del coronavirus, podría estar detrás de una decisión como ésta junto a la incorporación de un programa semanal de la CCTV-Español, un canal de televisión por suscripción operado por Televisión Central de China.

En ambos casos se trata de medios que forman parte del aparato de propaganda de Beijing. Como decíamos al inicio, China se ha destacado por ser un régimen censurador y controlador de la información. La organización internacional Reporteros Sin Fronteras, con sede en París, ha pedido de forma reiterada que la UE emita sanciones en contra de Xinhua y CCTV. El peso comercial de Beijing ha impedido hasta ahora que se le sancione por desinformar o censurar.

La UE, en cambio, sí ha presionado a las grandes plataformas tecnológicas de la comunicación (Google, Facebook, Twitter) para que éstas actúen en contra de la estrategia de desinformación de Rusia y China. En agosto pasado, por ejemplo, YouTube anunció haber eliminado 2.500 cuentas dedicadas a desinformar y generadas desde China.

En Beijing han aprendido una estrategia que hasta hace algún tiempo era típicamente rusa. Diversas cuentas se dedicaban a sembrar dudas e incertidumbre sobre la estrategia de Estados Unidos ante la COVID-19.

La censura china

Conviene pasearse por el contexto general. La falta de libertades es lo que distingue a China desde que se instauró el régimen comunista en 1949. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948, ha sido literalmente letra muerta en el gigantesco país de Asia.

La censura en China, en un marco general de libertades ausentes, se ha perfeccionado en la era digital. Reporteros Sin Fronteras sostiene que apoyándose en el uso masivo de las nuevas tecnologías, el presidente chino, Xi Jinping, ha logrado imponer un modelo de sociedad basado en el control de la información y la vigilancia de los ciudadanos.

En China más de 60 periodistas y blogueros se encuentran tras las rejas en condiciones deplorables. El régimen es inflexible, incluso en situaciones de carácter humanitario. En 2017, Liu Xiaobo, quien recibió el Premio Nobel de la Paz (2010) y el Premio por la Libertad de Prensa de RSF (2004), y el bloguero Yang Tongyan murieron de cáncer; no recibieron el tratamiento médico adecuado cuando estaban encarcelados.

Las sanciones no son sólo para quienes escriben o difunden. La búsqueda de información por parte de ciudadanos, en temas que el régimen chino considera sensibles, puede significar la cárcel. Incluso cuando se hace uso de un servicio de mensajería “privada”. Las comillas son intencionales, ya que no hay privacidad. El gran hermano, el Estado dirigido por el Partido Comunista, observa todo, y los ciudadanos lo saben.

El perfeccionamiento chino en materia digital es significativo. Si se colocan en un buscador de noticias las palabras Xinhua + desinformación, como hice al momento de escribir este texto, la primera docena de resultados son noticias chinas acusando de desinformación a países o empresas occidentales.

China y su desinformación sobre el coronavirus

Reporteros Sin Fronteras, en relación con la propagación global del coronavirus, presenta esta doble cara del régimen. El día que China alertó oficialmente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la existencia de una neumonía de origen desconocido, de forma simultanea obligó a la plataforma de discusión WeChat a suprimir un gran número de palabras clave que aludían a la epidemia. Dicho en lenguaje popular, luz para la calle, oscuridad en la casa.

En un informe específico realizado por RSF, dado a conocer en abril, la organización concluye lo siguiente: “sin el control y la censura impuestos por las autoridades de China, los medios chinos habrían informado a la ciudadanía mucho antes de la gravedad de la epidemia de coronavirus, salvando así miles de vidas y evitando, quizás, la actual pandemia”.

En Hong Kong las personas usan mascarillas contra el coronavirus de Wuhan
AFP

La supuesta “protección” china de la salud de ciudadanos, pero en un contexto en el cual éstos están desinformados y sin posibilidad de saber a ciencia cierta las dimensiones del problema, no hace mejor a un régimen que niega las libertades básicas.

La nueva dinámica china en respuesta a la COVID-19, de activar su propio esquema de desinformación y propaganda, encuentra un aliado en el régimen de Nicolás Maduro y una plataforma como Telesur, necesitada de recursos económicos. Que Venezuela sea una suerte de cabeza de playa para la estrategia en español para América Latina no resulta, pues, nada extraño.

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