Opinión

El regateador: una especie en extinción

En un fútbol tan organizado y técnicamente tan preciso como el actual, cada vez son menos los futbolistas capaces de, a partir de un regate, eludir la marcación y acercarse al gol. Pero, ¿por qué son tan necesarios?

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Regateador
Diseño: Yiseld Yemiñany

Improvisar con la pelota es un recurso innato de los buenos futbolistas. Hay quien asevera que se puede inculcar en el niño futbolista y promover con entrenamiento. Es un recurso necesario y que puede marcar diferencia en el devenir de un partido.

Los gambeteadores cada vez son más escasos. Son esos futbolistas que asumen la responsabilidad de encarar al contrario para superarlo, para desbordarlo. Sortear un rival significa eliminar un obstáculo de cara al gol. En un fútbol tan organizado y técnicamente tan preciso como el actual, cada vez son menos los futbolistas capaces de, a partir de un regate, eludir la marcación y acercarse al gol.

La utilización del toque de primera como manual de carrera y el predominio del fútbol de posesión, si bien trata de evocar al talento innato como un recurso que aporta al desarrollo del juego, indirectamente lo ha hecho querer ver innecesario. El defensor de esta ideología futbolística condenará esta aseveración, pero mientras queden menos espacios disponibles, los regateadores serán sacrificados por antonomasia.

Encontré en una entrevista que hizo Infobae a Fernando Redondo, ex futbolista de la selección argentina y otros clubes, entre ellos el Real Madrid, un razonamiento detallado acerca de esa tendencia a la extinción del regateador y la necesidad de ser estimulada en las edades tempranas. Explica cuál es la importancia de este recurso: “Es indudable que una gambeta resuelve toda una ingeniería para poder superar una línea de presión rival. Tener esa condición es fantástico. Fundamentalmente en las edades tempranas es donde hay que estimularla. Hoy vemos cada vez más en las divisiones pequeñas que los jugadores son correctos, que entienden lo que es no encerrar de un lado, jugar a uno o dos toques. Bárbaro. Pero en momentos donde es necesario atreverse la gambeta es un recurso fantástico que te soluciona eso, muchísimas cosas. Te planta en una situación de superioridad numérica que es lo que te hace generar desequilibrio”.

Redondo coincide con nuestra tesis cuando explica los motivos de la extinción de los regateadores: “Por el riesgo de los entrenadores que se aferran a un tipo de juego colectivo en el que el fútbol, cuanto más simple sea, mejor. Pero el que vos ves que tiene la capacidad, que tiene esa cualidad, que no es común a todos; creo que ahí es donde hay que intensificarla. También que se reconozca dentro del equipo el que tiene esa posibilidad. Y que la sepa usar donde la tiene que usar. Quizás ahí está la equivocación: en entender que a veces quien gambetea juega mal porque, como decimos en Argentina, es un morfón. Y pasa por otro lado. Por una lectura mucho más amplia teniendo en cuenta que es un as tener un gambeteador en un equipo. Entonces, creo que desde chico, cuando se ven esas posibilidades, hay que intensificarlas. Porque es verdad que el fútbol sigue evolucionando y hoy si empezamos a hacer un análisis desde el arquero y los defensores, de una época a esta parte, han evolucionado muchísimo. La corrección y la estructura en cuanto a lo que es jugar bien, ha hecho desaparecer un poco esto. El gambeteador, el que tiene regate, es productivo para el equipo bien utilizado”.

Así, es un clamor que se rescate el fomento del futbolista que tenga estas características porque bien utilizado, como dice Redondo, es productivo para el juego. Aún quedan algunos en medio de la extinción, siendo nada menos que Lionel Messi su máximo exponente, un respaldo comprobable de que esos futbolistas pueden convivir en medio de la rigidez táctica.

Voy con algunos nombres en América: Julio Enciso (paraguayo de 18 años de Libertad), el criollo Yeferson Soteldo (Toronto), los argentinos Franco Orozco (Lanús), Luca Orellano (Vález) y Alan Velasco (Independiente), los colombianos Sebastián Villa (Boca Juniors) y Jorge Carrascal (River Plate). En Europa, más rígidos tácticamente, también los hay: Ángel Correa (Atlético de Madrid), Marcus Thuram (BMG), Raheem Sterling (ManCity), Jadon Sancho (ManUnited), Ousmane Dembelé (Barcelona).

¿Se puede estimular al futbolista en su etapa formativa para ser regateador? Si el muchacho tiene las condiciones técnicas, sí, promoviendo los diferentes filtros inherentes al juego: ensayar el regate, estimular la realización de duelos ofensivos, las carreras progresivas, las aceleraciones y cambios de ritmo, la conducción, la culminación de la jugada con el remate a puerta o la asistencia de gol (acciones ofensivas exitosas).

La extinción puede ser evitable y siempre surgirá un genio que mantenga al regate como una propuesta. Su supervivencia permitirá que sigamos disfrutando (al menos para el espectáculo), de un criterio preciosista de ver el fútbol. Depende de los técnicos y formadores que no queden en la historia, como ha pasado con los wings.

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