Opinión

Se fue don Pékerman: ¿ahora qué?

La renuncia del estratega a la Vinotinto deja a la FVF muy golpeada y a los fanáticos de la Vinotinto huérfanos, sin esperanzas. Le toca a Jorge Giménez corregir sobre la marcha, en un mercado en el que no abundan las opciones. Peor aún: ¿quién desea dirigir en este caos?

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Es una sensación extraña, pero se siente que este cuerpo técnico nunca estuvo. De alguna manera, salvo la presentación, en la que regañó a periodistas por pensar en el corto plazo, José Pékerman no deja ninguna cita para la historia. Ni resultado. Fácilmente se podría confundir con un DT interino. Aún así -qué paradoja- deja un vacío muy grande.

Deja un vacío muy grande por las expectativas que su apellido generaba. No es necesario repasar su éxito mundialista con las selecciones juveniles de Argentina ni los números de sus dos ciclos con la selección colombiana para comprenderlo. Irreal o exacerbado, los fanáticos creían que por primera vez existía una palpable oportunidad de ver a la Vinotinto en un Mundial, solo por la designación del cuerpo técnico.

Y ese cuerpo técnico no le huía al tema. Pékerman apuntó a que el Mundial era la meta. Incluso se veía en un largo proceso que incluía dirigir a Venezuela en 2026. La teoría era que si seguían los procesos formativos y se cambiaba la estructura, ese deseo de ver al equipo criollo en una cita mundialista sería un hecho. Para eso se siguieron consejos del argentino, como eliminar la norma sub-20 (cada club debía alinear un jugador sub 20 en los partidos) y poner en marcha el Torneo de Reservas, que dejó en crisis económica a muchos equipos y está lejos de ser un campeonato establecido. Suponemos que con su renuncia, la iniciativa agonizará.

En cuanto al juego. No hay mucho qué decir. Pékerman no revolucionó nada. Su trabajo en 15 meses se reduce a 5 victorias (apenas un triunfo en competencia oficial), 1 empate y cuatro derrotas. No hubo un «estilo» reconocible. Tampoco alguna variación táctica significativa. En las menores mucho menos. Salvo una presentación interesante en un torneo que no es oficial para la FIFA, el Maurice Revello antes llamado Esperanzas de Toulon, la presencia del inexperto Fabricio Coloccini al mando de la Sub-20 confirmaba que quien manejaba los hilos era Pascual Lezcano.

Fue precisamente la Federación Venezolana de Fútbol la que le dio poderes plenipotenciarios a Lezcano, a pesar de todas las reservas que este personaje llevaba en la maleta, por su imposición de convocados y representados (como Coloccini). En ese sentido, el terrible torneo de la selección Sub-20, donde jugadores aparecieron alineados fuera de sus puestos y otros se «ganaron» la titularidad para ser exhibidos, fue una advertencia pública. Y hoy, tras la renuncia de Pékerman, se comprende como un síntoma de lo que no veíamos, de lo que sucedía puertas adentro.

Independientemente de lo que digan los bandos, está claro que la Sub-20 no tuvo una buena preparación, como tampoco la ha tenido la Sub-17 que competirá a finales de mes. Este desinterés puede interpretarse de dos maneras: que el cuerpo técnico argentino ya había hecho maletas antes de la competencia. Es decir, que en sus mentes la espantada ya estaba cocinándose o que fue una respuesta ante el desinterés de la FVF de no responder a sus requerimientos.

La ausencia de un DT para la Sub-17 comprueba lo anterior y que Coloccini fuera el candidato para suplirla después del papelón en Colombia, ratifica que Lezcano y compañía solo tapaban huecos mientras discutían la mejor manera de planificar la salida. Esta, en todo caso, no es una pelea entre buenos y malos. No hay inocentes. FVF y cuerpo técnico fallaron. El silencio solo agravó más la situación.

Como suele suceder durante las crisis, el que picó adelante lleva la mejor parte. Una ironía. La FVF apoyó la Pekermanía del silencio en Venezuela, mientras el resto del cuerpo técnico sí hablaba con los medios argentinos. De allí que la narrativa triunfante, hasta ahora, es la victimización del estratega y su combo. En otras palabras, a Jorge Giménez, presidente de la FVF, le está pasando factura su propia entrega.

¿Y ahora qué? Le toca a Giménez recobrar la moral de un fanático huérfano y muy golpeado en su fe. Tendrá que acudir a un técnico interino para los próximos partidos amistosos de la Vinotinto de mayores y para el Suramericano Sub-17 de fin de mes. Mientras tanto, la FVF debe discutir, en un consejo extraordinario, lo sucedido, como bien lo explica el periodista Víctor Gómez, quien trabajó en el ente balompédico.

Ahora bien, la trampa en la que está Giménez es inmensa. Después de contratar a un DT con experiencia en mundiales, apostar por alguien de la casa, como Rafael Dudamel o César Farías, sería visto como un retroceso por una gran parte de la fanaticada. Y, por otro lado, no es fácil conseguir a un estratega con pedigrí cuando faltan meses para comenzar la eliminatoria. No es por falta de dinero, realmente. Después de todo, el chavismo está apoyando al ente federativo. El problema es organizativo. ¿Quién estaría dispuesto a venir en este caos?

Por la plata baila el mono, dicen. Al final de cuentas, por dinero vino Pékerman, o Lezcano, que es lo mismo. Giménez debe ir al mercado a ver si hay otro que también quiera lo mismo.

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