Opinión

Sobre el Incidente del dalái lama: No mires arriba

El problema radica en que los que profesan una religión particular creen que la suya es la mejor, la incomparable, la que asegura la llegada a Dios, olvidando que más allá de la discusión sobre la existencia o no de Dios, el pertenecer a una u otra religión no es garantía de ser o no mejor persona.

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Dalai lama pone en aprietos al budismo

De repente, en solo unos minutos, después de 87 años de vida, la reputación de un hombre considerado santo, el dalái lama, se ve manchada por un acto, que involucra a un menor y que más allá de toda la duda que pueda desprenderse sobre el alcance de la intención, sea originada en una broma, costumbre, influencia cultural o desviación, etc., es indiscutiblemente condenable en el resultado, por lo menos en el mundo occidental.

Algunos, o quizás muchos, esperábamos que en el fondo fuera una jugada de algún montaje de la IA desarrollado y difundido por el gobierno chino, pero las disculpas tibias del dalái lama, desmontaron esa posibilidad.

Todo lo que se refiera a niños debe formar parte de lo que se conoce como la ética de los mínimos, concepto popularizado por la filósofa española Adela Cortina, y que se refiere a todo aquello que forma parte de lo moral y que puede ser universalizado y exigido a cualquier ser racional. En este caso, el respeto incondicional a los niños. 

Por su puesto, que muchos temas deberían formar parte de la ética de los mínimos, pero esto sería objeto de otra discusión en la que siempre surgirá como argumento en contra de la universalización, los espacios grises que fácilmente ocupa el relativismo cultural cuando se tratan temas que involucran conductas humanas.

De este incidente perturban varias cosas:

  1. Si fue un incidente aislado o reiterado. Si fue reiterado, uno llega a la conclusión que nunca se conoce realmente a nadie, y que mucho menos podemos poner las manos en el fuego por nadie. Que ese universo de lo que se oculta puede estar lleno de sombras espeluznantes, prestas a obrar en la oscuridad y en el silencio. Si fue un incidente aislado, uno debe preguntarse por los mecanismos que operan en los seres humanos que, sin motivo alguno, o por lo menos no comprensible, llevan a una persona con un comportamiento no recriminable hasta la fecha del incidente, por lo menos mucho menos recriminable que el de millares de lideres políticos y religiosos, a cometer un acto condenable. Por eso es que la filosofía de la calle enuncia que uno es bueno o malo, hasta que deja de serlo.
  2. Después del incidente, en las redes sociales se activaron las comparaciones, sobre todo religiosas. La comparación es uno de los actos de percepción y pensamiento humano más simple. Siendo el dalái lama uno de los más altos representantes del budismo tibetano, comenzaron las comparaciones. Que si el catolicismo es mejor que el budismo, que si el cristianismo evangélico es mejor que el catolicismo. Que, si los budistas son una secta de fanáticos del medioevo, etc. Al respecto, me permito recordar que la historia de todas las religiones y no la antigua, sino también la contemporánea está llena de crímenes de todo orden, en donde no faltan la hipocresía, la doble moral, los  discursos retardatarios que etiquetan de diabólico hasta un respiro, las matanzas en nombre de Dios, las  complicidades con dictadores y asesinos, las conductas expresamente pederastas que quedan impunes,  la ignorancia reduccionista y campante,  inclusive bajo la responsabilidad de altos jerarcas de la estructura religiosa de la que se trate. Allí el problema radica en que los que profesan una religión particular, creen que la suya es la mejor, la incomparable, la que asegura la llegada a Dios, olvidando que más allá de la discusión sobre la existencia o no de Dios, el pertenecer a una u otra religión no es garantía de ser o no mejor persona.
  3. El uso que van a hacer de este incidente las autoridades chinas, para horadar aún mas una causa legitima como lo es la del derecho de autodeterminación del pueblo tibetano, mezclando la política con la religión. Lo micro, con lo macro.

Finalmente, cierro esta reflexión con el Sutra 29 atribuido al buda histórico. “El camino no está en el cielo. El camino está en el corazón”

“No busques fuera de ti. No sigas a los que dicen ser el camino. Sigue tu propia consciencia, busca tu propio Yo, y se tú mismo. Todo va y todo viene, todo llega y todo pasa. La vida es un flujo siempre cambiante; la consciencia es lo único inamovible, eterno. Busca tu propia consciencia y ganarás la libertad. Todo está dentro de ti».

«¡No mires hacia arriba!” Traducido al “cristiano” no busques maestros y faros en ningún lado, ni en lideres religiosos, ni en «coaches» de la nueva era, ni en intelectuales, escritores, pensadores, etc. Que todos ellos solo sean referencias, para que a beneficio de inventario,  tomemos  solo aquello que nos ayude a crecer desde adentro como seres humanos, respetando a nuestros congéneres y cuestionando siempre, por lo menos en mi caso, las verdades escritas por otros en piedra, que al final somos los humanos, seres muy imperfectos, quienes las hemos tallado allí.

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