Política

Tres elecciones polémicas en la historia venezolana

Crespo fue abatido de su caballo después de alterar los resultados electorales de 1897; Grisanti se negó, en 1952, a un fraude a favor del gobierno; y Pérez Jiménez huyó del país después de celebrar unas elecciones que no fueron ni libres ni competitivas

elecciones
Publicidad

Venezuela ha sido protagonista de varias elecciones polémicas en su historia contemporánea, situaciones en las que no solo se ha irrespetado el mandato de la soberanía popular, sino que han sido puntos de inflexión de diferentes períodos, siendo clave para su culminación o para su consolidación. Tres de esos momentos los rescatamos en las siguientes líneas, no con el propósito de buscar soluciones en nuestro tiempo, sino más bien referentes de cómo se resolvieron en el pasado esos enredos en los que terminamos siendo actores estelares, unas veces por decisión, y otras por imposición del mandón de turno.

La noche del 9 de septiembre de 1897 fuerzas leales al gobierno de Joaquín Crespo ocuparon los centros de votación. Armados con machetes y palos, su objetivo era impedir el triunfo del candidato de la oposición José Manuel Hernández, quien al día siguiente se disputaba la presidencia con Ignacio Andrade, candidato del gobierno.

Las elecciones, que estaban previstas para el día 10 de acuerdo con la Constitución de 1893, resultaron en un fraude pues solo acudieron a votar los partidarios de la candidatura de Andrade. ¿El resultado? Un levantamiento que terminó en la muerte de Crespo, el último gran caudillo del siglo XIX venezolano.

Poco más de 50 años después, la noche del 30 de noviembre de 1952, el doctor Vicente Grisanti renunciaba a su cargo como presidente del Consejo Supremo Electoral. Estaba negado a alterar los resultados de la elección a la Asamblea Nacional Constituyente, tal como se lo había exigido la junta de gobierno presidida por Germán Suárez Flamerich, por decisión de Marcos Pérez Jiménez.

Los resultados de la elección daban como ganador al partido de Jóvito Villalba, Unión Republicana Democrática, pero el temor de perder el poder llevó a los militares a armar un fraude que atornilló a la dictadura por seis años más.

Al final de ese sexenio, 1952-1958, otro fraude electoral marcó la historia de los venezolanos, pero esa vez tendría un desenlace distinto a los anteriores: el 23 de enero de 1958, Pérez Jiménez huyó hacia República Dominicana después de un mes de tensiones políticas, tras haber “ganado” el plebiscito del 15 de diciembre de 1957, con una aparente mayoría sobre las fuerzas de la oposición.

Más allá de la polémica sobre el resultado, esta elección resultaba contraria a la misma Constitución, que contemplaba solo la celebración de elecciones libres y competitivas, regla que evidentemente el gobierno de facto optó por no cumplir.

Estas tres controversias electorales con tiempos, situaciones, personajes y desenredos distintos no son las únicas en nuestro devenir, pero al menos muestran que aunque la historia no se repite, pareciera rimar de vez en cuando.

La historia, sin embargo, no es un manual de instrucciones, no hallaremos en ella una respuesta para resolver conflictos (aunque sus libros se vendan más que los de autoayuda), pero sí encontraremos las herramientas para comprender el presente, el único tiempo que debe importarnos para la construcción de un futuro seguro, próspero y, por supuesto, con plena libertad.

Publicidad
Publicidad