Sucesos

Para la familia de la niña asesinada en Petare no hay dudas: fueron los militares

La niña de 11 años estaba en la sala de su casa, en el sector Las Casitas de La Dolorita, cuando el funcionario de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) le disparó en la cabeza. Sus vecinos piden justicia a Tarek William Saab y ayuda para que su madre pueda regresar a Venezuela y despedirse

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A sus 11 años de edad, Angela* se sentía segura en casa, ubicada en la vereda siete del sector Las Casitas de La Dolorita, una zona de Petare. Pero fue en su hogar donde una bala entró en su cabeza. Los familiares de la pequeña, contrario a lo que esgrimen los órganos oficiales, dicen que la reja es su prueba de que no fue una bala perdida, sino un asesinato sin propósito. «Ellos vinieron a matar a mansalva», le dijeron a El Estímulo.

Representantes y estudaintes del colegio al que asistía la niña asesinada organizaron una protesta para pedir justicia por ella. Foto: Daniel Hernández

¿Quién era la niña? ¿Cómo ocurrieron los hechos? ¿Qué exigen sus familiares? Esto es lo que contaron a El Estímulo este martes 15 de noviembre durante una protesta comunitaria para exigir justicia.

¿Qué fue lo que sucedió?

La balacera inició entre las 11:00 y 11:30 p.m. del domingo 13 de noviembre en La Dolorita, una de las zonas de Petare, considerada una de las barriadas más grandes de América Latina con al menos 500.000 habitantes.

Un presunto funcionario de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), un organismo que busca «impedir el espionaje de enemigos internos y externos» y tiene sede en la zona, se encontraba en los alrededores desde hacía horas y empezó a amenazar a vecinos antes de disparar.

María Eugenia Segovia, abuela paterna de la niña asesinada, y su tío, Oswaldo Sierra, aseguran que el funcionario tenía largo rato bebiendo alcohol en una vereda cercana: «Él estaba rascado y apuntó a varios jóvenes de aquí. Uno de ellos (de los jóvenes) le dijo a su compañero, álzate la camisa porque sino te van a matar».

María Eugenia Segovia asegura que el asesino es un DGCIM que tenía meses asistiendo a la comunidad. Foto: Daniel Hernández

Según Segovia, luego de ese intercambio con los jóvenes del sector, el funcionario hizo una llamada para pedir respaldo. Los vecinos escucharon cuando dijo por teléfono: «Apóyenme porque yo también los apoyo a ustedes». Y minutos después llegaron más efectivos, unos doce hombres. Todos con chaleco identificado, gorra y la cara descubierta.

Ante esa situación, la abuela paterna de la víctima señaló: «Eso quiere decir, cuando él dijo así, que todos (los policías) son iguales (van a buscar apoyo para matar)».

A partir de ese momento, comenzaron a disparar desde el estacionamiento del sector la Lira hacia las veredas de Las Casitas. Las balas iban hacia todos lados, hasta que llegaron a la vereda siete, donde dispararon hacia la ventana donde se encontraba la niña.

Una de las balas impactó en la reja de la ventana de la casa donde vivía la niña. Foto: Daniel Hernández

Según familiares, la bala hirió a Ángela porque ella estaba intentando cerrar la ventana de la sala porque escuchó los disparos cada vez más cerca. Su tía materna, Yesenia Elias, contó lo siguiente: «Yo la recogí con mi hijo. Tratamos de abrir la puerta y pedimos auxilio. Salió la abuela (paterna), mi mamá y ellos siguieron disparando hasta que empezaron a salir la gente, y se fueron».

La niña cayó en el piso de la sala una vez le dispararon. Ninguno de los policías brindó ayuda. Foto: Daniel Hernández

Segovia, la abuela materna, escuchó cuando dijeron: «Nos vamos a meter para allá porque los vamos a matar a toditos los que están allá adentro». También le vio el rostro al asesinode su nieta: «Fueron funcionarios policiales porque yo los vi. Yo les pedí ayuda a ellos cuando me le dispararon a la casa donde estaba mi nieta. No se me quita la cara de ese oficial, cuando se me quedó mirando fijamente, y salió corriendo junto con los otros y me dejaron ahí con el desespero».

Una vecina asistió a la protesta para pedir justicia. Foto: Daniel Hernández

Oswaldo Sierra, su tío paterno, vio que no solo dispararon a la casa de la niña, sino también a las que estaban en los alrededores: «Ellos dispararon a mi casa (una platabanda) y yo me encontraba con cuatro niños en ese momento. Yo los tuve que arrecostar hacia el piso, hacia el suelo».

La niña vivía en la vereda siete del sector Las Casitas, en la Lira, en La Dolorita. Foto: Daniel Hernández

La pequeña no murió en el acto: primero la llevaron a la «clínica», un Centro de Diagnóstico Integral cercano, pero no pudieron recibirla; la trasladaron al Hospital Pérez de León y tampoco pudieron atenderla; de inmediato la enviaron al Hospital Domingo Luciani, donde falleció a las 7:00 am del lunes 14 de noviembre.

¿Qué se sabe del policía?

Oswaldo Sierra, tío de la niña, describió al sujeto: «Mide como 1,60 metros. Es moreno y delgado. Corte de pelo bajito. Él estaba bajo los efectos del alcohol, estaba tomando cerca de esta misma vereda. Ellos trajeron su bebida de otra parte. Ya había estado por aquí, es conocido de la zona. Él dijo a sus compañeros que alguien le quería quitar el arma, pero no es cierto».

Vista aérea de la casa donde vivía la niña. Esa es la ventana por donde entró la bala.Foto: Daniel Hernández

Además indicó que la denuncia la hicieron el lunes 14 de noviembre ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) y que detuvieron a un civil que acompañaba al funcionario que asesinó a la niña.

«Ellos tenían armas cortas automáticas. Unas 9 milímetros», aseguró Oswaldo Sierra.

¿Quién era la niña?

Ángela estudiaba sexto grado de primaria en la Unidad Educativa Estatal Carmen Valverde y era la menor de dos hermanas. Su maestra, Albina Manzano, expresó a El Estímulo lo siguiente: «Era una niña muy inteligente, colaboradora, le gustaba trabajar y siempre terminaba sus actividades de primera para ayudar a sus compañeritos».

Niños, maestras y representantes a las afueras del colegio.Foto: Daniel Hernández

«Ella quería rayar su camisa. Tenía un futuro muy lindo porque quería ser una profesional, viajar, tener carro. Ella tenía una mente muy amplia. La conozco desde preescolar, desde que era una niña de tres años», prosiguió.

Manzano dijo también: «Siento rabia e impotencia porque en 26 años de servicio nunca había vivido esto. Ellos no le pueden quitar la vida a un niño, eso es coartarle la vida a alguien que la está empezando. Esa es una persona que no tiene sentimientos y deben aplicarle todo el peso de la ley. Si él es un padre, tiene que pensar que también tiene hijos y no le gustaría que le hicieran lo que él le hizo a esta niña».

En busca de ayuda para una despedida

Durante la protesta, ninguno de los padres de la niña estaba presente por dos razones: su papá murió hace nueve años; y su madre, Jenny Josefina Elias Arriaza, viajó a Perú para buscar a su hermana y su sobrino 15 días antes del asesinato.

Yesenia Elias explicó la situación: «Ella fue a buscar a mi hermana y están desesperadas (por venir). Un pasaje les cuesta 800 dólares y nosotros no tenemos esos recursos para ayudarla».

Niños cerca de la vereda donde vivía la niña asesinada. Foto: Daniel Hernández

Jenny Elias, la madre de la niña, puede optar por un salvoconducto para regresar, pero ese documento tarda 15 días en ser procesado: «Estas son las pruebas (la presencia de medios de comunicación) de que esto es real. Necesitamos que la información llegue allá a las autoridades».

«Ella se iba hoy a la embajada a pedir ayuda porque ella no cuenta con los recursos. Si está en su alcance mandar esta información, por favor se lo pedimos», dijo Yesenia.

«Que no sea un caso más»

Los vecinos de La Lira, sector Las Casitas, explicaron que allí han ocurrido otras muertes violentas, pero jamás habían asesinado a un niño o niña de esa forma.

Padres apoyando la protesta. Foto: Daniel Hernández

«No había pasado nunca esto que pasó. Lo que nosotros queremos es que no se siga repitiendo. Si no hacemos nada, se va a seguir repitiendo porque hoy es ella y mañana nosotros. Somos vecinos, y como vecinos, tenemos que vernos unos a otros y cuidarnos», dijo la vecina Nancy García, quien también es madre y representante.

«Aquí no hay justicia. Te matan y todo sigue como si nada, aquí quedamos en el aire siempre y no es justo que uno como padre vea estas cosas pasar en la comunidad de uno. Ella era una niña que uno vio crecer, estudió con mi hija desde preescolar y te parte el alma como madre», Elisa Rodríguez, otra madre que asistió a la protesta por la muerte de la niña de 11 años.

María Gabriela Martínez, vecina y madre, dijo: «No tengan miedo de pedir justicia. Si nos callamos, va a volver a pasar». Foto: Daniel Hernández

La abuela paterna de la asesinada, María Eugenia Segovia, expresó: «Yo le pido al fiscal general de la República que me le haga justicia a mi nieta y a muchos niños. Hablan mucho de los niños, entonces que me le hagan justicia como debe ser».

Sin embargo, hasta las 6:00 pm del martes 15 de noviembre, Tarek William Saab no había reaccionado sobre el caso. Tampoco lo ha hecho la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), un silencio que contrasta con los anuncios de su gestión a través de redes sociales.

Prosigue Segovia: «Todos los cuerpos policiales, cuando ellos entran para acá, ellos creen que hay banda aquí y banda allá. Una vez sí fue así, pero ya tenemos años que mi comunidad está en paz. Podemos estar tranquilos. Ellos ponen La Dolorita como lo peor, pero es mentira, lo que pasa es que ellos están acostumbrados a hacer las cosas y después hacen (recogen) su información como les place. Ellos cuadran todo».

Vecinos apoyando a los familiares de la víctima. Foto: Daniel Hernández

Angela* es un nombre ficticio. Por respeto a la familia, la edad de la pequeña y mientras siguen las investigaciones, se decidió no revelar el nombre de la víctima.

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