Opinión

Un domingo cualquiera en el #FutVe

Hoy quería charlar sobre lo que en mi opinión será un largo y turbulento viaje para Noel Sanvicente al mando de la Vinotinto. Pero no puedo; mejor dicho, no quiero. Es muy sencillo: la realidad siempre supera a la ficción. Entonces, con el fastidio de quien reconoce haber perdido el tiempo, he aceptado el cambio de ruta originado en los hechos del domingo 09 de noviembre.

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La jornada trece del Torneo Apertura debería despertar en nosotros el mayor de los repudios. Durante el partido entre Portuguesa y Deportivo Lara se escenificó un nuevo enfrentamiento entre fanáticos -ustedes perdieron el derecho de ser llamados hinchas; son fanáticos, tan peligrosos e inconscientes como sus pares religiosos o políticos– que detuvo el inicio del segundo tiempo y que, según el periodista Miguel Valladares, coordinador del diario La Prensa del estado Lara, derivó en el fallecimiento de un «barrista». Un muerto y varios heridos ante la inacción de los organismos policiales:

Mientras eso pasaba en Acarigua, en otros dos partidos sucedían cosas menos graves -nada supera la muerte de un ser humano- pero igual de asombrosas. La cuenta oficial del equipo Metropolitanos publicó, para luego borrarlo, un tuit acusando al árbitro Maycker Gómez de advertir varias veces a los futbolistas capitalinos de que iban a perder el partido ante Tucanes de Amazonas:

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Aún hay más. La web www.balonazos.com denunció, en su cuenta de twitter, que el jugador de Mineros de Guayana, Breitner Da Silva, fue agredido por un empleado del Deportivo Anzoátegui cuando este se disponía a cobrar un tiro de esquina:

Saquemos la cuenta: una acusación grave hacia un árbitro; una agresión a un futbolista; heridos y un muerto en enfrentamientos entre barras. Por más doloroso que suene, nada de lo sucedido el domingo 09 de noviembre constituye un hecho novedoso. Así como se multiplican las muestras de que el fútbol venezolano aún no encuentra cura para su malaria, la Federación Venezolana de Fútbol brilla por su ausencia, o por lo menos se hace la distraída cuando, como mínimo, han debido detener el partido entre Portuguesa y el Deportivo Lara.

Si bien es cierto que el ente federativo no es un órgano policial o judicial capaz de determinar el futuro inmediato de quienes delinquen, sí puede sancionar duramente a los equipos que no cumplan con los reglamentos que ellos mismos promueven. Ya no basta con señalar a la venta de alcohol como único culpable sino que ha llegado el momento de aceptar que somos una sociedad enferma de odio, rencor y violencia; hace mucho que pensamos en el vecino como un enemigo y no como un conciudadano, y por ello, a quien piense de manera distinta lo acusamos, lo vejamos y, de ser necesario, lo pulverizamos.

Nada de lo que aquí resumo puede ser comprendido como parte de la normalidad, entendida ésta como el contexto natural en que el deporte debería existir; por el contrario, todo lo descrito en esta columna nos muestra un estado de gansterismo e impunidad que estremecería los cimientos de una sociedad con valores, algo que hace mucho tiempo dejamos de ser. Por ello es que no creo en el valor de las sanciones que se impondrán; quienes están para condenar a los equipos por sus deudas, sus irresponsabilidades y por el comportamiento de sus fanáticos son los mismos que permiten toda esta aberración. Entonces, ¿se imagina usted a algún directivo asumiendo el papel de juez y victimario? Es imposible; ellos se pagan y ellos se dan el vuelto mientras unos lloran y otros se alejan de esta tragedia que es nuestro fútbol.

Alguien me decía en estos días que estoy arando en el mar y puede que tenga razón, pero no conozco otra manera de protestar ante semejante desprecio por el deporte y la vida humana. La de ayer no es la primera víctima que se cobra la anarquía de este fútbol, y dudo, aunque deseo equivocarme, que sea la última. Si la decencia y el respeto se sostienen únicamente por el delgado hilo que representa la posibilidad de ser castigado, entonces este domingo, como muchos otros antes, será un domingo cualquiera y así pasará al viejo y polvoriento archivo de causas perdidas. En fin, el show debe continuar.

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