Venezuela

Entre las ovejas rojas no hay ovejas negras

En todas las familias hay ovejas de todos colores. Y las ovejas negras son las que más se conocen y se destacan, porque usualmente –aunque parece que ahora es cada vez menos- eran motivo de vergüenza para sus familias.

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Al menos, eso debe pensar la Contraloría General de la República. Porque es imposible que sea de otra manera…

En todas las familias hay ovejas de todos colores. Y las ovejas negras son las que más se conocen y se destacan, porque usualmente –aunque parece que ahora es cada vez menos- eran motivo de vergüenza para sus familias. Y no es una oveja negra por familia, ojalá, son muchas más… Pero en la familia de las ovejas rojas venezolanas, las negras sencillamente las disfrazan de otros colores, para que cuando llegue la Contraloría, pase como en los carnavales: “¿A que no me conoces?”… Y la Contraloría no las conoce.

María Corina Machado recibió el 6 de este mes una notificación de inhabilitación para el ejercicio de cualquier cargo público por un período de 12 meses. También han sido notificados Manuel Rosales, Pablo Pérez, Enzo Scarano y Daniel Ceballos y quién sabe cuántos más engrosarán la lista. Porque si de algo debemos estar seguros es de que el régimen avasallará con todo para evitar que la oposición gane las parlamentarias, así sea dejarla sin candidatos conocidos. Pues si lo hacen, votaremos por los desconocidos.

Varias de las comunicaciones cerraban con la frase “contralores somos todos”. Y si yo soy contralor –como todos- me gustaría saber por qué la Contraloría es tan blandengue investigando a los rojos. Porque si como decía antes, en una familia hay más de una oveja negra, en la familia roja, que deben ser unos cuantos millones, según sus cuentas, debe haber unas cuantas miles de ovejas negras. Pero no. Uno que otro pendejo que cual chino de Recadi ha ido a parar a la cárcel, y casi todos los que entraron ya están afuera, como si nada.

La última en salir limpiecita como un sol fue la ex ministro de Sanidad Eugenia Sáder, investigada presuntamente haber cometido delitos de peculado doloso propio, sobregiro presupuestario y asociación para delinquir por lo que se dictaron medidas de aseguramiento de prohibición de enajenar y gravar sobre bienes e inmovilización de cuentas bancarias pertenecientes a ella y a su hijo. La doctora Sáder se opuso a la decisión y solicitó a la Corte de Apelaciones anularla y la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia salió como siempre, pronta a resolver ese tipo de embrollos rojos.

Igual los denunciados por los Estados Unidos, aquellos de la lista, que ni siquiera fueron investigados, sino que salió la maquinaria del gobierno a recoger los millones de firmas que dicen que recogieron. ¿Cuál es el problema en investigar?

Recuerdo el día que fui a oír a Hugo Chávez en 1998 cuando era candidato a la presidencia de la república en la Cámara de Comercio de Maracay. Habló de la corrupción como un “tumor que había que extirpar” y mucha gente lo aplaudió, me imagino que esperanzada de que alguien estuviera tan dispuesto a ponerle fin a un cáncer que ha carcomido nuestra sociedad.

La verdad es que yo no esperaba nada de alguien que salió a matar gente para tomar el poder… y no me equivoqué. Los revolucionarios llegaron con las fauces más abiertas que los adecos, los copeyanos, el chiripero y todos los demás partidos que han detentado el mando –quizás porque llevaban más años sin poder- y han dejado vacías las arcas más llenas que ha tenido la República y detrás un país hambreado, empobrecido, devaluado y harto. Eso sí, echándole la culpa a todo el mundo, pues en el mundo de las ovejas rojas –y en el imaginario de sus instituciones- no hay ni una sola oveja negra.

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