Venezuela

La venganza a la polaca de esos opositores recalcitrantes

 Todas las encuestas serias dan a la oposición entre un 29%-30% de ventaja sobre el chavismo para las elecciones del 6D, una cifra casi imposible de remontar. Pero el “casi” delante de “imposible” deja abierta una posibilidad y dentro de esa posibilidad quienes están trabajando con más denuedo para que se dé no son los chavistas, sino los opositores.

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Seguramente habrá tarifados que se hacen pasar por opositores, que siempre están presentes y han sido denunciados en muchas oportunidades. Hace poco escribí un artículo en El Universal sobre esos falsos gurúes y di en el clavo, porque hubo quienes acusaron el golpe.

Pero por desgracia quienes más ayudan al gobierno no son los tarifados, sino los más recalcitrantes opositores, ésos que creen todo, que reenvían todo, que se hacen eco de cuanto rumor haya, sin pensar por un instante de dónde vienen. “Como me llegó lo mando”. “Lo reenvío tal como lo recibí”. Para no hablar de los tuiteros que reenvían cuanta cosa reciben. ¿Cuántos respiran antes de reenviar? ¿Cuántos verifican de dónde viene la información y quién la firma? Estoy segura de que no exagero si digo que la cifra de quienes lo hacen es casi cero.  Y hay dos denominadores comunes en todos esos mensajes: el primero es la trampa electoral y el segundo, la división de la oposición.

Sobre la trampa electoral ya no hallan qué inventar. Las máquinas, las captahuellas, Tibisay, el Plan República, Tibisay, las captahuellas, las máquinas. Vuelven a pedir el voto manual, como si el voto manual evitara la trampa. La trampa existe en el ventajismo grosero de usar los recursos públicos para hacer campaña electoral, tanto dinero como medios de comunicación; existe en las manipulaciones a los electores que son empleados públicos o quienes esperan algún favor del gobierno “sabemos por quién vas a votar, así que asegúrate que tú y tu familia voten todos por el PSUV”; existe en los centros donde no hay testigos, donde el partido de gobierno obtiene 100% de los votos (ni siquiera disimulan); existe en las decisiones del CNE como el cambio de las circunscripciones electorales, que por cierto, pocos protestaron. Pero la trampa NO existe donde buena parte de la gente cree y justamente viene de los rumores que para mí están fabricados por el gobierno. ¿A quién le conviene la abstención? ¿A la oposición? ¡¡¡No!!! La abstención le conviene al gobierno. De manera que cada vez que alguien reenvía esas historias rocambolescas de los cubanos interrumpiendo Internet y cambiando los votos opositores por votos chavistas; del centro de totalización del CNE donde Tibisay está cual bruja cocinando el fraude; de cómo las captahuellas del supermercado van a saber por quién votó usted y no le van a vender más nunca, le está haciendo un gran favor al régimen.

Sobre la división de la oposición,  llueve sobre mojado. Que si los copeyanos se van a vender al PSUV para que la MUD no tenga mayoría. Que si Manuel Rosales llegó porque firmó un pacto con José Vicente Rangel en Aruba. Caramba, después de tantos años esperando ganar las elecciones, ahora que sí se tiene una posibilidad real de ganarle al gobierno, los copeyanos y Rosales van a venderse al PSUV. ¿No es una contradicción? De Manuel Rosales no me cabe duda que vio el momento político apropiado para regresar. Punto. Y Rosales no es ningún cogido a lazo, de manera que no le va a creer a nadie del gobierno. ¿Por qué buscarle cinco patas al gato?

Sobre los copeyanos, cierto que han metido la pata al mandar a lavar sus trapos sucios al TSJ. Pero de ahí a venderse al chavismo hay un trecho. Si lo hicieran, la gente no se los perdonará. De manera que dado el supuesto de que ésa fuera su intención –que no lo creo- el precio que pagarán será tan caro, que simplemente no lo harán.

Hace años escuché una historia de la venganza polaca: el vengador se mete en un cuartito con su peor enemigo. Lo amarra a una silla, sella todas las salidas de aire, toma un cuchillo y se corta el cuello (él mismo) para que el enemigo se ahogue en su propia sangre. Eso es lo que hacen esos fanáticos opositores. ¡Déjà vu!

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