Venezuela

Licencia para soñar

Como quien evita el despecho, igual que la persona que ha sido repetidamente herida y pretende no volver a enamorarse para no sufrir más, la gente recibía las aproximaciones preliminares a los resultados de las elecciones parlamentarias con titubeo y vacilación.

Publicidad
Foto: Andrea Hernández

Cuando llegaron los primeros conteos, muchas personas se decían incrédulos, balbuceantes: “aparentemente ganamos, pero no nos lo van a reconocer”. Cuando comenzó a hablarse de 94 diputados, el ansioso público opositor se mortificaba anticipándose a un posible desencanto: “pero sólo nos admitirán una mayoría simple de 84”.

Cuando desde las filas del mismo chavismo empezaron a llegar noticias de 112 diputados ganados por la oposición, el número se hizo difícil de digerir. Hasta los técnicos de las salas de conteo y totalización que bajaban apresurados a fumarse un cigarrillo al aire libre se decían entre dientes: “no me lo puedo creer”.

Y es que, después de más de tres lustros de derrotas, prepotencia y arbitrariedad, la indefensión aprendida había penetrado hasta en los más optimistas corazones. Una vez digerida emocionalmente la victoria, con la seguridad de quien ve refrendado en los números lo que sentía en la calle, nos permitimos volver a soñar.

No importa que el camino que aún queda por recorrer sea pedregoso y esté lleno de escaramujos y espinos, apenas Tibisay Lucena anunció los resultados del primer boletín, muchas personas retiraron el anuncio “Se vende” de las fachadas de sus apartamentos mientras que otras recuperaron archivos de viejos pen drives con planes y proyectos dejados en el olvido.

Mucho más allá de los efectos políticos de la recuperación del Poder Legislativo, la posibilidad de pensar en un futuro tal vez sea el mayor logro del triunfo espléndido de la oposición en las elecciones parlamentarias. La revolución bolivariana había envuelto la imaginación venezolana en una cápsula cerrada, negra, asfixiante. Ahora entramos en una etapa de gran inestabilidad política y social.

La abrumante derrota del chavismo conlleva la pérdida de legitimidad del presidente Maduro en momentos en que el petróleo amenaza con seguir en picada. Será muy difícil revertir el proceso de pauperización y miseria de la población, pero aún antes de los efectos positivos que producirán la restitución de la seguridad jurídica o la derogación y formulación de leyes para recuperar la producción y mitigar el desabastecimiento, ya las elecciones parlamentarias han tenido su más importante impacto: han creado expectativas de futuro, nos han dado licencia para soñar.

Y las expectativas son el principal motor de la economía, antes que los recursos naturales, el capital o la tecnología.

Publicidad
Publicidad