Venezuela

¡Nos volvió “M”!

“A tres años de tu siembra, comandante, el pueblo está de pie, listo para nuevas batallas, para seguir luchando por la verdadera independencia y la verdadera dignidad", dijo Nicolás Maduro en el cierre del foro internacional "Chávez: Líder del siglo XXI". Una gastadera de real en un país donde no hay real, para honrar a quien –literalmente- volvió “M” al país. Con mayúscula.

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Pienso en los enfermos que no tienen tratamiento y pienso cuánto nos costó traer una vez más a los chulos de siempre: Petrocaribe, Evo Morales, Daniel Ortega y al nuevo presidente de El Salvador, para sentarlos a escuchar las mismas sandeces de siempre contra el “imperialismo”. No, señores, eso no se hace. ¿Es ésa la sensibilidad humana de la que tanto hablan?

Mi amiga Olga Ramos, una insigne educadora, tiene un linfoma Non-Hodgkin. En su blog https://imaginariocotidiano.wordpress.com/ ha ido relatando la odisea que significa en la Venezuela de hoy padecer cáncer. Para la quimioterapia del martes no conseguía los remedios. ¿Hay derecho a que alguien que ya pasa por un cáncer tenga que vivir la angustia de no conseguir los remedios que pudieran salvarle la vida? En su última entrega, Olga colocó una foto de la reciente protesta de los niños con cáncer del Hospital de Barcelona:

“En medio de la revisión, atropella mi vista -aún borrosa, que se niega a despertar-, la imagen de Mardelyn, Nikole, Francheska, Ana, Jesús Siso, Anna e Ines, protestando con las consignas #AyudameAVivir, #QuieroVivir porque #ElCancerNoEspera”.

Hugo Chávez tuvo cáncer y acceso a los tratamientos que quiso y donde quiso. Tibisay Lucena tiene cáncer y estoy segura de que no le han faltado los medicamentos para sus quimioterapias. A la esposa de Elías Jaua, que también padece de cáncer, la llevan en aviones de PDVSA a tratarse en Brasil. ¿Es ése el espíritu revolucionario? ¿Qué mientras yo esté bien que los demás se jodan? ¡Me perdonan el “francés”, pero la indignación que tengo es desbordante!…

La corrupción desenfrenada de estos revolucionarios ha dejado pálidas las corrupciones anteriores, ya deleznables en sí mismas. Aquí no sólo hay que salir de este régimen corrupto, inepto y engorilado. Aquí hay que enseñar y exigir valores.

La revolución de los pobres no ha hecho sino crear más pobres. Aquella pujante clase media venezolana ya no existe. Aquí están los pocos ricos tradicionales (que en su mayoría heredaron fortunas trabajadas, como los Mendoza de Polar), los nuevos ricos (boliburgueses y sus testaferros de “oposición”) y una marejada de pobres, cada día más pobres.

Sí, el pueblo está de pie, pero no de pie para “nuevas batallas”. Está de pie haciendo colas, cada día más largas, para conseguir cada día menos cosas. La verdadera independencia no es esa retórica populista que hastía, señor Maduro. La verdadera independencia es no depender de nada ni de nadie. Ni de un gobierno corrupto que trata de comprar a los pocos adeptos que les quedan, ni de los bachaqueros aupados por el mismo régimen. Una bachaquera me ofreció venderme leche a un precio exorbitante. Le dije que no. Me enteré luego de que a su hermana, empleada pública, le habían dado dos cajas de leche de larga duración (24 litros), dos docenas de huevos, cuatro paquetes de harina de maíz, dos de harina de trigo, medio kilo de café y dos paquetes de papel toilette por Bs. 600. Y sólo son ella y su hijito. En quince días le vuelven a dar lo mismo. Por supuesto, lo que no necesita, lo bachaquea y así se redondea una entrada que su miserable sueldo de empleada pública no le otorga.

A tres años de la “siembra” del “comandante eterno”, lo que está sembrada en Venezuela es la “M” de miseria. Aquél, con su soberbia y megalomanía, con su odio visceral a todo lo que significara progreso, su infinita admiración por un sátrapa como Fidel Castro y la inmensa suerte de la subida de los precios del petróleo volvió “M” al país. Maduro está terminando su legado.

Sólo espero que hayamos aprendido la lección.

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