Venezuela

CULTURA PARA ARMAR: Una etiqueta para la izquierda

Por Fernando Rodríguez.- Fedosy Santaella escribió no ha mucho en estas mismas páginas un penetrante y divertido artículo sobre las dificultades de usar la etiqueta de izquierda política. De éste solo retendré que es sumamente difícil utilizarla ya que cuando ha gobernado siempre ha terminado en desastre, no digamos entre nosotros, aquí y ahora, en que solo gracias a algún dios bienhechor no hemos desaparecido del mapa (todavía). Y, en segundo lugar, que es realmente dificultoso recrearla sumando otras etiquetas de esas que andan por ahí, por ejemplo liberales o democratacristianos.

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Foto: FabiolaFerrero

Lo cual no deja de ser calamitoso en un país en que casi todo el mundo pretende ser de izquierda o al menos de centro izquierda, ahora hasta los militares gorilas. Nadie es de derecha, ni siquiera después de diecisiete años de tortura nacional practicada sobre nuestra humanidad por la “izquierda” chavista. Leopoldo, Capriles, Ledezma, Ramos, Falcón, etc., se suelen definir como socialdemócratas o de sus adyacencias.

Y ni hablar de los que una vez lo fueron de verdad verdad, hasta guerrilleros, y que difícilmente pueden alterar sus raíces, así permanezcan agazapados y silenciosos a la sombra de mamá MUD. Ya verán cuando se desplome el despotismo. Creo que fue Zapata el que dio con la mejor fórmula de ese fenómeno que es algo así: ojalá que Chávez caiga pronto para poder volver a ser de izquierda.

Claro que el problema permanece, cómo usar o transformar la etiqueta tan desprestigiada en estos años en que una caricatura suya ha prevalecido en buena parte del continente. ¿Quién va querer ser como el disfuncional Evo, los ladrones del PT brasileño o el kirchnerismo, el payaso de Zelaya, el hechicero de Ortega o los ancestros cubanos llenos de años y de miserias y crímenes? Y por supuesto como Maduro o Diosdado o Jorge Rodríguez quienes, según un amigo sociólogo, son los más odiados por los venezolanos según rigurosa encuesta por él realizada.

Yo me atrevería a decir una pachotada como la siguiente: puede que la izquierda política se haya evaporada de este mundo, al menos la de raigambre marxista leninista, pero la realidad sigue siendo de izquierda, ella, la de carne y hueso.

Hay niños ricos riquísimos y pobres pobrísimos, los que tienen maravillas electrónicas y no electrónicas y los que no tienen ni pan ni medicinas ni futuro decoroso. Lo cual está muy mal, que se sume tanta crueldad y desesperanza al ya ínsito dolor mayor que es el existir humano según Rubén Darío. Y las desigualdades crecen hasta en el confort del mundo desarrollado, según parece haber demostrado sin apelaciones ese señor Thomas Piketty que parece ser el nuevo rey sol de la economía planetaria. De manera que trabajo hay, valores hay, ideales hay. Acaso se necesitan nuevos anteojos.

Y comienzan a aparecer sin todavía muy exacta graduación. Por ejemplo el concepto de igualdad que está en muchas voces bastante disímiles. Por decir algunos, los países nórdicos, Francisco, Obama y, aunque usted no lo crea, el Fondo Monetario Internacional, sí, ese al cual el gobierno no quiere pedirle la plata que atemperaría el hambre nacional para no indisponer el reposo del que se fue.

El concepto tuvo su apogeo en el socialismo marxista pero ahora se trata de trasladar y traducir a otro contexto, la democracia y la transacción, y no la lucha a muerte de las clases antagónicas, la guerra y la sangre. O por ejemplo el concepto de derechos humanos que pasó de ser un concepto restringido a las libertades políticas a extenderse a todos los campos de de la vida humana, el sexo y su diversidad verbigracia, y también a los bienes terrenales.

Seguro es otro nombre y otro enfoque de muy viejas aspiraciones de la especie a la paz y la equidad. Son nuevos trajes que buscan etiqueta.

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