Venezuela

Los venezolanos y la dictadura

Hasta hace poco era común escuchar a propios y extraños, expresar su disconformidad por la actitud de los venezolanos frente a un régimen que nos hace padecer penurias de todo tipo, especialmente a la gente humilde que es la gran mayoría del país. ¿Qué pasa? ¿Por qué no reacciona la gente? Algunos afirmaban que éramos unos cobardes, otros aseguraban que nos conformamos con migajas, otros plantean que somos un pueblo sin valores, y otros terminaban haciendo comparaciones odiosas con otros pueblos latinoamericanos supuestamente más bravíos y dignos que el venezolano.

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AFP PHOTO / RONALDO SCHEMIDT

Sin duda todas las anteriores son expresiones lamentables, la mayoría de ellas que surgen de nosotros mismos, casi como un castigo auto infligido y que evidentemente es contradictorio en sí, pues viene de nosotros mismos y en nada contribuyen a la solución del problema. Algunos concluyen que no tenemos remedio y que este régimen durará muchos años más.
No hay duda que en la conducta del venezolano se han operado grandes cambios en los últimos 150 años. Un pueblo que primero fue guerrero y libertario que puso su sangre para conquistar su propia libertad y la de América, y que luego con ese mismo ímpetu conquistó los derechos políticos y ciudadanos, y alcanzó la democracia luego de mucho sacrificio y lucha. Desde hace apenas 60 años los venezolanos hemos gozado de gobiernos electos por el pueblo, sin intervención de los militares, por la vía pacífica, conducidos por una clase política de convicciones democráticas que con todos los errores que se pudieron haber cometido, transformaron al país en una sociedad acostumbrada al acto de ejercer el poder del voto, para quitar, poner, premiar y castigar a nuestros gobernantes. Además una sociedad, donde gracias a una concepción social de la política y a los ingentes recursos fiscales, permitieron como nunca antes el ascenso social y el crecimiento como sociedad.
Aún antes de recibir la primera oleada de petrodólares en 1974, el venezolano siempre vio en el Estado una fuente de recursos y de soluciones a sus problemas cotidianos; si bien luego los ingresos cayeron y el país decreció, el venezolano mostró sus quejas y descontentos de manera libre a través del voto; nunca a nadie se le ocurrió que a un presidente que no cumplía con sus promesas, o que tuvo un mal desempeño había que sacarlo por la fuerza, sabiendo que gracias al voto y a la democracia, podía recibir la sentencia del pueblo.
¿Cómo exigir entonces a la gente común, que de un día para otro se tornare violenta y arrase con el gobierno? No hacerlo tampoco es motivo para endilgarnos los peores calificativos. Al contrario, el gran valor de nuestra sociedad es que es democrática y no conoce otras formas de serlo políticamente, el voto ha sido su gran herramienta de cambio.
Tampoco nunca se le había engañado al pueblo como se le ha engañado ahora, ni se le había arrebatado desde 1958, el derecho a ejercer libremente su voto y sufragar por el ciudadano de su preferencia sin impedimentos de ningún tipo. Hoy cuando esa lejana amenaza autoritaria ha pasado a ser una cruda realidad, hay presos políticos y se nos han arrebatado el derecho a votar, algunos compatriotas desde su balcón, pontifican y piden que otros salgamos a la calle y actuemos como si hubiésemos sido entrenados en los liceos y universidades venezolanos para salir a tumbar gobiernos por la fuerza y a enfrentarnos sin miramiento alguno a los grupos paramilitares armados que maneja el gobierno.
Las demostraciones de convicción democrática y civismo que a través de la lucha no violenta ha protagonizado el pueblo venezolano en los últimos tiempos, vuelve a ser ejemplo para el mundo político. Las numerosas concentraciones y la actitud ciudadana de los millones que han salido a manifestar su rechazo al actual régimen, ponen en alto el gentilicio nacional, que ha resistido a pesar de los embates autoritarios del régimen para someter a la gente humilde, usando la fuerza militar, la corrupción y la amenaza de no recibir el amparo del Estado.
Más allá del debate sobre si los pueblos se equivocan o no, no tenemos ninguna duda que en la primera oportunidad que el venezolano pueda expresar su opinión libremente y sin presos políticos, sabrá distinguir entre quienes quieren llevarnos al pasado autoritario y quienes profesan la democracia y la libertad como forma de vida ciudadana.
Para ello es fundamental que la conducción política y social oriente y cuide que en el avance en la reconquista de la democracia, se logre guiar a un pueblo que con coraje debe imponerse con su presencia en la calle, manifestando de manera ciudadana la defensa de los valores democráticos. Hoy somos ejemplo de lucha y vocación democrática en le mundo entero, es lo que sucede cuando a un pueblo se le cierran las salidas electorales, y la sociedad toda asume la lucha de defender su libertad y su democracia.
No hace falta que los venezolanos seamos violentos como lo es quien gobierna, ello sería una gran contradicción, pero lo que marca la diferencia entre los pueblos, es la firmeza y la convicción democrática frente a los abusos del poder. Toca principalmente a los grupos dirigentes marcar ese ejemplo, y con mayor determinación que nunca elevar el valor moral de la sociedad para cerrarle el paso a la dictadura y recomenzar una nueva etapa democrática, con los aprendizajes que nos dejaron estos años de dominación autoritaria y militarista.]]>

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