Venezuela

Hace 20 años se prendió la gozadera de Los Amigos Invisibles

El 24 de marzo de 1998 salió al mercado The New Sound of the Venezuelan Gozadera, el álbum más emblemático y exitoso de Los Amigos Invisibles. Un repertorio que los hizo grandes con canciones como Sexy, Ultrafunk, Ponerte en cuatro, Disco anal y tantos más. Esta es la historia de un disco que significó un verdadero antes y después.

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Marzo de 1998. Venezuela se prepara para una campaña presidencial que marcará su destino por las siguientes dos décadas. Entonces, Hugo Chávez comienza a crecer en encuestas frente a quien luce imparable todavía: Irene Sáez. Los fanáticos de los Cardenales de Lara aún se enorgullecen del triunfo de su equipo en el torneo de béisbol local, aunque en la Serie del Caribe quedaron de últimos. Esperanto era la tienda de música alternativa más respetada de la capital, y allí trabajaban dos amigos músicos: Julio Briceño y José Rafael Torres. En ese local vieron llegar los cargamentos de un disco que les cambió la historia.
El sábado 24 de marzo salió al mercado The New Sound of the Venezuelan Gozadera. 17 canciones grabadas entre Caracas y Nueva York que inauguraron la etapa internacional de los caraqueños al inscribirse en el catálogo de artistas de Luaka Bop, el sello disquero fundado por David Byrne en 1988.

“Los Amigos veníamos de un primer disco con EMI Venezuela y habíamos estado componiendo canciones sin saber qué iba a trabajando a ver si grabábamos otro. Entonces aparece Luaka Bop y eso nos cambia la vida. Tanto, que terminamos renunciando a los trabajos que teníamos”, recuerda Briceño. “Estuvimos componiendo entre 1995 y hasta el 97 cuando nos metimos a grabar. Fueron tres años y por eso las canciones estaban ya bien armadas”, completa ‘El Catire’ Torres.
La primera sesión de grabación ocurrió en un estudio ubicado en Quinta Crespo, adyacente a RCTV, un lugar recinto que parió piezas emblemáticas de la música hecha en Venezuela en las últimas tres décadas del siglo XX. “No recuerdo cuál fue la primera canción que registramos ni la última. Estuvimos allí trabajando un mes completo”, rememora el también bajista del grupo.

Cuando terminó el primer mes, el trabajo se mudó a Nueva York, a los estudios Campo, para grabar detalles y completar la mezcla. “Para ese proceso nada más fueron Julio, Armando (Figueredo) y Cheo (José Luis Pardo), porque no había dinero para que viajáramos todos. Ellos allá se quedaban en casas de amigos porque había un presupuesto chévere pero había que rendirlo”, cuenta Torres admitiendo que todo el proceso fue largo. “Hoy en día casi que los discos se graban y se mezclan en dos semanas”.
Luaka Bop hizo una inversión grande y buscó asegurarse de que le trabajo sería satisfactorio. Para ello contrató al productor Andrés Levin (ganador del Grammy que hasta entonces había trabajado con David Byrne y Tina Turner y luego ampliaría su portafolio). “La disquera quería a alguien que nos pudiera entender y lo llamó. Él es venezolano, muy bueno. También nos pusieron a Fernando Aponte –cinco veces nominado al Grammy y en aquel momento ingeniero de Ryuichi Sakamoto, Yordano, Sergio Pérez– como ingeniero de sonido, otro venezolano que también tenía ya muchos años instalado en Estados Unidos”, cuenta Julio Briceño.“Luaka quería hacer de nuestro sonido algo muy internacional. Por eso contrata a Andrés. Él echó los temas pa’tras, nos puso a grabar con metrónomo”, detalla el cantante.

Torres hace memoria de cómo Levin tomó el control. “Nos hacía cambiar las canciones, y uno venía con un ego muy grande, siendo un pelele ingenuo, a encontrarse con la persona que mandaba la disquera para hacer que las canciones fueran mejores. Ese fue el primer reto, entender que hay alguien que va a cortar, picar, editar, hacer o deshacer con tu música lo que considere apropiado para que el disco quede mejor”. Así las piezas fueron mutando, especialmente Cachete a cachete, Sexy y hasta Ponerte en cuatro, “que terminó siendo otra cosa a como nació”.
En retrospectiva la lectura es con mayor madurez. “Con el tiempo aprendí que los que estuvimos equivocados siempre fuimos nosotros. Teníamos un recelo y un ego muy insano que te hacía pensar que cada canción era la más espectacular. Afortunadamente trabajamos con productores que nos hicieron enseñaron que siempre hay espacio para mejorar”, dice Torres. Briceño lo secunda al recordar lo mucho que pelearon por no recortar nada, cuando Levin –y el presidente de la discográfica, Yale Evelev– quería afeitar el resultado. “Nosotros peleábamos por no recortarlo. Fue una pelea bastante desagradable pues queríamos llenar los 74 minutos que le cabían al CD. Hoy en día entiendo por qué no todas las canciones tenían que entrar. Les doy toda la razón”.
Tres canciones quedaron por fuera del repertorio final. Una de ellas, El Merenguito, mutó hasta convertirse en La lluvia sabe que no andas sola, publicada en 2011; “y otra era escrita de Alberto Cabello, que era bien suave”, confirma Briceño.

La gente quiso bailar

Cuando The New Sound Of The Venezuelan Gozadera llegó a las discotiendas, en Venezuela la escena alternativa la dominaban agrupaciones más centradas en el rock. Los referentes eran Sentimiento Muerto, Zapato 3, Dermis Tatú, y comenzaban a llegar las propuestas de La Nave y Claroscuro, entre otras. “Entonces apareció Jamiroquai, vinieron cosas muy nuevas y comenzó una transición de estilos musicales”, opina el experimentado locutor Luis Alfredo Hernández, de Hot 94.
Félix Allueva, fundador del Festival Nuevas Bandas, apunta que “cuando ellos pegan estamos entrando en la generación nu-metal, y ya sonaban Los Mentas, Hora Cero, Caramelos de Cianuro, con Zapato 3 entrando en declive”.
Hernández precisa que Los Amigos le pusieron sello a esa mutación. “Abren una puerta, comienza el baile, la gozadera, ese rollo pachangoso bailable, se apartan del ambiente rockero. No había una movida musical así”.

Además, se trataba de una banda venezolana publicando un disco que llegaba importado, y con una máquina de promoción por detrás. El presidente de la disquera, Yale Evelev, escogía los sencillos promocionales –salieron cuatro y otros tres temas pegaron por sí solos– y se presupuestaron videoclips. Para el primero se destinaron 35 mil dólares y locaciones “con equipos a todo trapo en un desierto de Los Ángeles donde había un cementerio de aviones, aunque eso después fue bajando porque las compañías se dieron cuenta que los videos ya no vendían discos”, asegura Julio Briceño.
Para Luis Alfredo Hernández, este material tuvo tanto éxito por su lenguaje, el argot, lo que contaba. “Son temas muy venezolanos, era lo que nos pasaba a todos. Veníamos de una época muy rocanrolera, y esto era como un golpe en la mesa”. El vocalista del grupo contesta: “No queríamos sonar igual a nadie. Eso es muy importante cuando quieres emerger. Tienes que empezar a despegarte. Sí, la escena era muy rockera, pero también es un país caribeño y vimos en el funky y el acid jazz que eso era posible. Queríamos ser una banda bailable muy funky”.

Los Amigos Invisibles no eran novatos. Tenían siete años de carrera, una presentación en la primera Muestra de Nuevas Bandas –génesis del Festival en 1991–, un disco y hasta un videoclip de la canción Nada que decir, “que era bien malo pero eso lo hacía bueno, y lo habíamos hecho Cheo y yo”, cuenta Julio. Cuando se publica The New Sound Of The Venezuelan Gozadera, “pasan de invisibles a muy visibles”, refrenda Félix Allueva, fundador del Nuevas Bandas.
“Allí comienza el despegue de su carrera con un disco interesante porque apuntaba hacia la vanguardia, bien producido, con un compendio de pop, funk, dance, mucho acento en la música disco, un par de temas lounge que servían de puente sabrosón, y lo que en ese momento se llamó acid jazz con toques electrónicos”, añade.
Luis Alfredo Hernández laboraba entonces en la ahora desaparecida 92.9 FM y recibió aquel álbum que califica como el más emblemático del grupo. “El anterior es un encanto pero este fue el más sólido, el que dio el salto y fue para ellos lo que el disco negro fue para Metallica o el Canción Animal para Soda Stereo”.
Además, sostiene el también locutor de El Mixtape por Hot 94 que, con este álbum, marcaron su evolución. “Es el último dedicado a este país como primer mercado. Es la despedida de Los Amigos Invisibles de Venezuela”.

Fama y fortuna

Lo que vino después fue un acelerado proceso de internacionalización gracias al impulso de Luaka Bop, que tenía distribución de Warner Music. “El disco lo imprimen en México, EEUU, Argentina, Colombia, Ecuador, Canadá, Europa y hasta en Japón, donde han salido todos nuestros discos aunque nunca hemos ido a tocar allí. En ese país Sexy se mete en cartelera como de número 5, antes de Madonna y después de Dave Matthews Band. Algo muy loco”, relata Briceño, entre risas.
“Lo que fue más shock para todos es que por primera vez veíamos una banda venezolana con proyección internacional en serio”, dice Hernández. “Los otros intentos fueron fallidos. Los Amigos se fueron del país, apostaron al mercado regional y se instalaron en Nueva York. Zapato3 –que grabó en México– nunca hizo eso. Dermis Tatú –viajaron a Argentina y Colombia– tampoco, aunque lo intentó”, completa Allueva.
The New Sound of the Venezuelan Gozadera se inscribió en un movimiento que irrumpía a escala regional, y más allá: la música mestiza. “Ayudó a otros a impulsarse”, dice Briceño, quien admite que la “fama” que llegó había que saber manejarla. Dentro del país se sentían reconocidos, con fanáticas gritando en conciertos –estrenaron varias canciones en la Experiencia Roja Coca Cola en La Carlota el 31 de mayo de 1998– y visitas a emisoras de radio nacionales.
Pero allende a las fronteras, “nos dábamos cuenta de una realidad. Por ejemplo, giramos por Estados Unidos con Soul Coughing y una noche ellos que descansaban nosotros tocábamos en un bar de Detroit. Hubo cuatro personas nada más. Fue un golpe de realidad que nos ayudó a entender el negocio”, narra Julio. El Catire desliza: “estuvimos un año entero viajando, hicimos 100 fechas en el mundo entero. La disquera invertía, apostaba, pero a nosotros no nos tocaba demasiado dinero. Te ibas de gira por Europa un mes y luego llegabas a casa de tu mamá aquí en Caracas”.]]>

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