Quien lo hubiera creído, que a 82 años de la primera gran huelga nacional petrolera de 1936, planteada a partir de exigencias presentadas el 30 de noviembre de ese año por un grupo de obreros de Lagunillas, ante la empresa The Venezuela Oil Company, entre las cuales pedían se cumplieran las ocho horas laborales establecidas en la ley, el reconocimiento de los sindicatos, la reincorporación de los obreros despedidos, salario mínimo de Bs. 10, suministro de agua potable, seguridad industrial y viviendas dignas para los obreros, todavía en pleno siglo XXI se persiga y despida a trabajadores por exigir sus derechos.
Como ya es conocido el rechazo al diálogo derivó en el citado conflicto laboral, finalizado con el decreto presidencial de reanudación de faena del General López Contreras, estableciendo un 1 bs de aumento y el suministro de agua potable y hielo. Aun cuando no fue una victoria en lo económico el desafío marcó un hito, ya que derivó en el reconocimiento de los sindicatos y la posterior firma del primer contrato colectivo en Venezuela en 1945, refrendado luego en 1946.
Por tanto no es casualidad que salario y democracia hayan sido aspiraciones y conquistas que recorrieron la misma acera en la reciente historia republicana. En primer lugar el salario ha sido una institución que se maceró a partir de las primeras huelgas desarrolladas en la segunda década del pasado siglo, para luego mantenerse independientemente de quien gobernara en nuestro país, y en segundo lugar la democracia por ser promotora de la libertad sindical como derecho humano y de un sistema de libertades.
Cuando el gobierno de Maduro desmantela el salario y lo convierte en polvo cósmico, en realidad está desconociendo un siglo de luchas laborales, tiempo que le permitió a los trabajadores venezolanos adquirir una cultura del trabajo, aprendieron la importancia de sus sindicatos, la obtención de la negociación colectiva como escenario de progreso de las relaciones de trabajo y de diálogo permanente con el patrono, sea público o privado.
En resumen los efectos del programa de recuperación económica de agosto 2018 han producido pánico entre los trabajadores, quienes sienten se les esfuma su único bien, el salario y el puesto de trabajo, deteriorado en sumo grado con el aplanamiento de las tablas salariales que ridiculiza el estudio y la experiencia. En realidad los trabajadores y la población en general permanecen en estado de conmoción, al sufrir diariamente la precariedad de un salario que solo alcanza para la subsistencia de una comida diaria y la impotencia ante una inflación también devastadora de las remesas.
El surgimiento de la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela el pasado 8 de noviembre en el Aula Magna de la UCV, en evento que congregó a centenas de sindicalistas y 1500 asistentes, abre un espacio renovador para el sindicalismo libre y autónomo, que debiera permitir reunir a todas las centrales, corrientes laborales, dispuestas a hacer retroceder a un régimen desintegrador de las conquistas laborales y en consecuencia recuperar el trabajo digno.]]>