Venezuela

FOTOS | Jardín Botánico, otra parte de Caracas que muere de sed

Alguna vez este era uno de los parques más exuberantes de Caracas, cuando ésta era la orgullosa capital de la potencia petrolera de América. Hoy, el jardín Botánico parece conjugar todas las tragedias de Venezuela: este Patrimonio de la Humanidad muere de sed, desidia, mengua y abandono. Mientras, la desesperada lucha de un grupo de profesionales que allí quedan y algunos voluntarios, trata de mantenerlo vivo, a la espera de algún cambio que no llega.

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Fue abierto al público en 1958, en plena era de modernización de un país que salía de los senderos agropecuarios para proyectarse al mundo como el sueño americano del sur. La Venezuela de entonces atraía inmigrantes del todo el mundo, con una economía de sólido y estable crecimiento, donde obras de trascendencia se erigían por toda Caracas y en el resto del territorio.

Una de estas obras fue el Jardín Botánico, con sus 70 hectáreas, adyacentes de la Ciudad Universitaria, la hoy por completo malograda UCV.

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Su principal impulsor y fundador fue el inminente científico venezolano Tobías Lasser, también promotor de la Facultad de Ciencias de la UCV; de  la Escuela de Biología de la Facultad de Ciencias, y de varias publicaciones del área botánica.

Hoy su nombre menguante prevalece en alguna placa, entre resecos matorrales del parque.

Generaciones de estudiantes, hoy profesionales desperdigados por Venezuela y el mundo, recorrieron sus paisajes, en largas horas de estudios o en fugaces episodios de amor.

Era un sitio para el esparcimiento familiar de los fines de semana, o para contemplar y estudiar las bellezas de la flora venezolana reunida en un mismo espacio compartido con especies traídas de cuatro continentes.

Hoy hay casi nada que ver, salvo algunas especies acuáticas que sobreviven en el barro, quedan pocos incentivos para arriesgarse a sortear el miedo de caminar por esos espacios. Un pequeño grupo de guardias nacionales fue destacado en la zona y ha logrado reducir los continuos robos a personas y el saqueo del patrimonio material.

Según la data en los archivos históricos disponibles en Internet, como en Wikipedia, el Jardín tuvo 2.500 especies de 200 familias botánicas.

Desde el 20 de diciembre de 2000 por decreto presidencial fue incorporado a la UCV, que desde entonces es responsable de su mantenimiento y control, a través de Fundación Instituto Botánico de Venezuela (FIVB).

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Pero la propia Universidad Central de Venezuela vive una tragedia completa: sus espacios del campus están marchitos y descuidados, sus estudiantes dejan carreras a la mitad, y profesores que ganan si acaso 10 dólares mensuales, abandonan las cátedras y el país, añorando los tiempos en los que un profesor a tiempo completo ganaba hasta 3.000 dólares por mes.

«¿En un país donde se le niega el agua a los hospitales y escuelas, qué va a quedar para las plantas?», se preguntaba una voluntaria en un reciente recorrido en medio de la canícula que abrasa a Caracas y a toda Venezuela por estos días de abril.

Ya se aproxima mayo, y con él la esperanza de que las lluvias redentoras salven lo que queda de este espacio, donde ya los daños son irreversibles. Puede que algunas especies lleguen hasta allá.

Los voluntarios tratan de despertar sensibilidades y conseguir donantes de agua para llenar las lagunas de plantas acuáticas.

En Caracas, un camión cisterna vale unos 100 dólares…cantidad equivalente a 20 meses de trabajo de un profesor universitario, o de uno de los 17 jardineros del parque, la mayoría de ellos ausentes en las jornadas cotidianas porque ese ingreso no les alcanza ni para el pasaje.

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La Laguna Venezuela con sus últimos rastros de humedad y sus lotos que se resisten a morir

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El semillero, donde se cultivaban especies para renovar los ciclos naturales de las plantas del parque.

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Foto: Mario Gabaldón

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Foto: Mario Gabaldón

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