La calle 3-A de La Urbina estaba muy triste la tarde del jueves 2 de mayo. No pasaba nadie caminando. No había motos ni vehículos circulando. Los vigilantes en la alcabala de la entrada lucían grises y cansados. No había siquiera un perro que ladrara y hasta las hojas de los árboles se movían con lentitud. Algunas horas antes había muerto Yoifre Jesús Hernández Vásquez y parecía que en toda la urbanización guardaban luto.
El joven de apenas 14 años de edad fue herido en el abdomen el primero de mayo, Día del Trabajador, cuando se encontraba en el Distribuidor Altamira participando en las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro. Un día después falleció en la Clínica El Ávila, donde había ingresado de emergencia.
Ese miércoles asistió junto a su papá, José Gregorio Hernández, y un amigo a las adyacencias de la Base Militar La Carlota, según contó una vecina. A media mañana se escuchó una ráfaga de detonaciones. Segundos después lo habrían visto con la mano sobre el lado derecho de su estómago. Le habían disparado.
La noticia de su muerte se propagó por las redes sociales durante este jueves y fueron varios los medios de comunicación que se acercaron al centro de salud para obtener mayor información sobre lo ocurrido. Ahí se pudo ver a su padre entre irascible y desconsolado. Tanto, que cuando los periodistas le pidieron un mensaje para las autoridades él respondió que cuál mensaje iba a enviarles si el disparo que mató a su hijo provino justamente, y a su entender, de la propia instalación militar.
Luego se sabría que la familia no quiso dar mayores detalles. Reclamaban que durante la refriega y la herida del niño no hubo mayor presencia ni cobertura de los medios en el mencionado centro de salud.
Minutos después de que la morgue retirara el cuerpo de Yoifre de la clínica, su padre tuvo que ir hasta la Autopista Francisco Fajardo para colaborar con la planimetría del suceso. Mientras eso ocurría un puñado de periodistas lo aguardaba en Bello Monte, pero todavía dos horas después no había llegado.
-Hijo único-
Yoifre Jesús Hernández Vásquez era el hijo único de José Gregorio Hernández. Vivía con su papá, sus abuelos y una tía en un apartamento ubicado en esa calle triste de La Urbina. Estudiaba segundo año de educación media, era aficionado al equipo los Leones del Caracas, cuentan que era bastante alto para su edad y que acostumbraba a ir a todas las jornadas de protestas convocadas por la oposición.
Su papá tiene un camión y ofrece el servicio de transporte. Los vecinos lo describen como un hombre humilde, trabajador, educado, bondadoso y muy preocupado por su hijo. Nadie sabe nada sobre la mamá de Yoifre o prefieren evitar comentarios al respecto. De allí que solo dijeran: “A ese niño lo criaron sus abuelos y su papá”.
Conforme pasaban las horas de la tarde de este jueves iban llegando familiares del interior del país para expresar su dolor a los abuelos y al padre de Yoifre. Solo una tía del niño, que vino desde Valencia, se abrió a hablar con la prensa. Era muy amable pero también fue algo parca. De allí que, más que declarar, apenas alcanzara a preguntarse en voz alta: “¿Por qué nos tuvo que pasar esto?”