Venezuela

¿Se repite con Edmundo González la historia de Juan Guaidó?

Entre Edmundo González Urrutia y Juan Guaidó existe una diferencia, y bien clara, a partir de lo que lo que se suele considerar la legitimidad de origen. El ex embajador de 74 años cuenta con la legitimidad que le otorgan los millones de votos que obtuvo el #28J

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María Corina y Edmundo

Aunque algunos gobiernos ya han reconocido el triunfo de González Urrutia, incluso algunos con extrema rapidez, estamos en verdad ante dos casos bastante dispares entre sí. El interinato de Juan Guaidó se enmarcó en una estrategia, principalmente de Estados Unidos y en menor medida de algunos países europeos, para tratar de asfixiar económicamente al gobierno de Nicolás Maduro.

El reconocimiento de Guaidó como “presidente interino”, con pocas horas de diferencia entre su decisión, que según se supo no consensuó con los otros factores de la unidad en aquel 2019, y el respaldo abierto y franco de Donald Trump, nada tienen que ver con la lucha democrática para que Maduro acepte un resultado electoral, que le fue adverso y que catapultó a González Urrutia y le convirtió en el candidato presidencial con la mayor ventaja, porcentual, ante su adversario en la historia electoral de Venezuela.

González Urrutia goza, sin mayor discusión, de una legitimidad de origen incluso superior a la que tuvo Hugo Chávez. El candidato de la Plataforma Unitaria, si nos guiamos por las actas que procesó la oposición, que a fin de cuentas son las únicas públicas y verificables a dos semanas de las elecciones, obtuvo 67% contra un 30% de Nicolas Maduro, el 28 de julio de 2024. El 6 de octubre de 1998, en tanto, Chávez se hacía de la presidencia con 56% contra 40% de Henrique Salas.

Si bien Guaidó llegó al cargo de diputado gracias a los votos, en las elecciones parlamentarias en las que triunfó la oposición en 2015, su ascenso al poder se debió más bien a azares. Acuerdos en el seno de la entonces Mesa de la Unidad Democrática (MUD) le dieron en primer término la presidencia de la Asamblea Nacional a Henry Ramos Allup, al iniciarse 2016, y luego de un año a Julio Borges.

Los partidos principales en la MUD (Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular) habían acordado rotarse la presidencia. Al iniciarse 2019 le tocaba el turno a Voluntad Popular, pero quien ya era tercero en la dirección del partido, Freddy Guevara (Carlos Vecchio estaba exiliado y Leopoldo López preso) también tuvo que refugiarse en la embajada de Chile, en medio de la persecución contra el partido naranja fundado por López. Allí surgió, entonces, la opción de Guaidó, un joven diputado sin una trayectoria particularmente destacada en su paso por el parlamento.

Ya en la presidencia de la Asamblea Nacional, y en un contexto en el cual la comunidad democrática internacional pasó a considerar al parlamento como el único poder legítimo, por su origen en una votación popular, el paso dado por Guaidó fue hacer una interpretación de la constitución, que algunos abogados no la consideraron apropiada, y dio el paso de auto juramentarse como presidente de un gobierno interino, cuyo fin central era reestablecer la democracia.

Nada parecido a aquello, que fue una estrategia errada como lo comentamos en diversos artículos publicados en El Estímulo, es lo que ha sucedido este 28 de julio de 2024. La legitimidad de origen, clara y contundente, recae en el ex embajador, quien fue un perfecto desconocido hasta hace cuatro meses para la mayoría de venezolanos, pero que terminó siendo catapultado por el liderazgo de María Corina Machado, llegando a formar un tándem político muy efectivo.

La legitimidad de origen no es otra cosa que el voto popular. Y la gente votó mayoritariamente por González Urrutia, y eso se puede afirmar, hasta que el gobierno de Maduro demuestre lo contrario.

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