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No sabemos más que José Peseiro

Terminó la Copa América para la Vinotinto. El rendimiento global no es positivo, pero, aunque moleste, se debe insistir una y otra vez en que fue un torneo desnaturalizado para Venezuela. Pedir la cabeza del técnico portugués por no haber pasado de grupo es absurdo. Sin embargo, preocupa que la meta, ensayar con el grupo sano y disponible para las eliminatorias, no se haya cumplido

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José Peseiro

Hasta el día de hoy, seguimos sin saber cómo fue que la Vinotinto regaló puntos antes de comenzar la Copa América. Al principio se habló de 8 jugadores contagiados de covid, luego 10 y la Conmebol apuntó 12. Cualquiera que fuera la cifra, la pesadilla se mantuvo hasta el final y arrastró a Fernando Aristeguieta. Una selección limitada en cuanto a talento y preparación, con respecto a sus contendientes, se cortaba las alas. Autogolazo

No se jugó bien contra Brasil. Tampoco contra Colombia. Se pudo haber perdido por goleadas históricas, pero el anfitrión no tuvo el apuro ni la necesidad y los neogranadinos prolongaron un problema de definición de vieja data. La Vinotinto no remató en esos juegos. No generó opciones y aún así consiguió premio: un punto y dos rivales «ganables» en el horizonte.

Dos ataques y dos goles frente a Ecuador convertían a Venezuela en una real aspirante a cuartos de final. En las peores condiciones, José Peseiro llegaba a la última jornada con varios escenarios favorables. Y una condición importante: podía contar con los jugadores que fueron separados por el nuevo coronavirus. Sin embargo, mientras unos entraban, otros salían: el «Colorado», como señalamos arriba y Josef Martínez, por problemas físicos.

La ausencia de Aristeguieta afectó mucho. La más obvia: el liderazgo. Luego, no hay en el equipo, ante la ausencia de Salomón Rondón, un jugador que reciba de espaldas, que le dé respiro a la defensa al salir con balón largo y, a la vez, que pueda, pausa mediante, descargar el balón a los volantes que se suman. Sin comparar a los jugadores, Karim Benzema fue discutido durante mucho tiempo por no hacer goles, sin ver el aporte que daba al equipo. «Yo juego para los que saben de fútbol», dijo una vez.

En todo caso, ese desgaste lo pueden hacer muy pocos jugadores privilegiados físicamente. La meta de un delantero es hacer goles, claro. No lo olvidamos. Pero un gol no es, por lo regular, una simple elaboración individual. Al anotador le urge una interacción con un compañero (pase) o al menos un error del rival. Fernando no recibió una pelota limpia en los partidos en que actuó, tampoco llegó a estar perfilado de cara al arco debido a que se convirtió en el primer defensa ante la necesidad de lo que sucedía en el grupo.

Una ausencia notable

Sin la presencia de Aristeguieta, la vida de los centrales peruanos fue plácida. Sergio Córdova no tiene la misma envergadura. Más allá de la discusión de si puede o no jugar como «9», no es su naturaleza ir al choque con el rival. Esto permitió que se le aislara y perdiera en cada duelo de juego directo. Pero, crueldades del destino, le quedó la oportunidad que Aristeguieta no tuvo y la falló. ¿También la habría errado Josef o Jan Hurtado? Responder eso es entrar en el terreno que no le compete al analista. Se revisa lo que sucede en el juego con los elementos que los técnicos eligen para la disputa.

Y eso nos cuesta mucho, como periodistas y fanáticos: intentar comprender el partido bajo los ojos del técnico. Hay una fiebre por analizar los partidos y mostrarle al mundo que hicimos algún curso de dirección técnica. Que, con «mis nombres» o «mis cambios», el equipo hubiera jugado mejor.

Decía el analista y exjugador, Diego Latorre, en Twitter: «El discurso de las recetas tácticas es muy difícil de sostener desde la coherencia, pero a quien le importa en estos tiempos. Un equipo juega mal, el argumento es que juega con 3 o 4 en el fondo. Se simplifica hasta el absurdo. En la cancha las cosas no son así.».

Ante las recientes ausencias y los efectivos disponibles, Peseiro intentó armar un mix entre los que habían jugado y los que no. Mantuvo una línea de cinco defensas con la que venía compitiendo. Y el equipo respondió muy bien en los primeros minutos. Recuperaba el balón en una zona muy lejos de Wuilker Fariñez, algo no visto en los choques anteriores. Entonces Ricado Gareca, que lleva 6 años dirigiendo al rival, cambió de idea y empezaron los problemas.

Con un juego más directo, los balones peruanos buscaban la espalda de los defensores venezolanos. Gianluca Lapadula se convirtió en protagonista y cuando no fue él, fue André Carillo. Esos balones fueron un dolor de cabeza en todos los partidos de Venezuela. Con o sin Alexander González, Francisco La Mantia, Jhoan Cumaná, Adrián Martínez, Luis Mago, etcétera. Y es lo normal cundo una defensa no está trabajada. Hay que reiterarlo: contra Colombia fue un milagro que no se perdiera. Le faltó una uña a Yerry Mina para empujar un balón a puerta vacía. En las otras jugadas, fue Fariñez el héroe.

Otro dato: Venezuela permitió goles tras una acción de pelota parada en todos los partidos, menos contra Colombia (Mina podría haber mantenido la tendencia): tiro de esquina y anotó Marquinhos (minuto 23); tiro libre y marcó Ayrton Preciado (m. 39) otro tiro de esquina y sumó André Carrillo (m. 48). Pero, contrario a lo que se dice, el cambio de nombres contra Perú, contribuyó a que Venezuela sufriera menos en relación con sus partidos anteriores. Apenas recibió tres remates entre los tres palos, uno de ellos fue gol y listo.

El problema, está claro, fue generar algo, lo que fuera en el arco rival. Con tan poco tiempo para trabajar y con tantos nombres nuevos, era una utopía pensar que Venezuela no recibiría goles en la Copa América. ¿Cómo contrarrestarlo con tantas bajas ofensivas y Yeferson Soteldo sin ritmo competitivo por lesión? Pocas veces vas a tener la efectividad que tuviste contra Ecuador. Y ahí sí, ahí es donde Peseiro pareció no encontrar respuestas. Tal vez no las había.

Perú fue y es más

Tener a los jugadores habilitados, luego de la pausa por el coronavirus, ¿significa que estén aptos para jugar? Por lo que dicen los médicos, la respuesta es no. Cada organismo reacciona de manera diferente a la enfermedad. Y confío, porque ha demostrado que reconoce sus errores, que para Peseiro, Soteldo no estaba para más minutos. Un entrenador nunca va a dejar a su mejor jugador en la banca cuando se necesita el triunfo.

Pero aun cuando puedas contar con más nombres, no significa que el rival sea accesible. Perú no lo fue y de hecho, no lo h sido. Por Copa América solo perdió una vez y empató dos. Las estadísticas favorecen ampliamente al conjunto de Gareca:  cinco victorias.

  • 1989. Perú vs. Venezuela (1-1)
  • 1991. Perú vs. Venezuela(5-1)
  • 1997. Perú vs. Venezuela (2-0)
  • 2004. Perú vs. Venezuela (3-1)
  • 2007. Venezuela vs. Perú (2-0)
  • 2011. Perú vs. Venezuela (4-1)
  • 2015. Perú vs. Venezuela (1-0)
  • 2019. Perú vs. Venezuela (0-0)

Se confundió la entrega de los muchachos que no eran regulares en la convocatoria con buen juego. El entusiasmo por el envión anímico nos contagió a todos y en nuestros análisis obviamos el incordio que significa enfrentar al combinado peruano. Tal vez porque sus apellidos no nos dicen mucho. No hay un Neymar o un Cuadrado. O porque en las eliminatorias marcha en el último lugar (con los mismos puntos que Venezuela). Sin embargo, en el campo se vio una superioridad muy marcada.

Perú usó el balón como su mejor defensa. Se encontró con el gol y sin resistencia que le obligara a buscar más. De nuevo, como contra Brasil y Colombia, Venezuela se fue casi sin disparar al arco. Y cuando las tendencias son tan marcadas, las culpas no recaen sobre uno o varios nombres. No es cuestión de «caballos» contra «emergentes», ni de «Vinotinto A» contra la «B». Es ausencia de trabajo y materia prima disponible para cada encuentro. La Copa América serviría, en teoría, para que Peseiro pudiera trabajar mejor una o varias ideas con su 11 titular y respectivas variantes. En cambio, tuvo que gerenciar en emergencia para hacer un torneo digno. Y cumplió. Venezuela pudo ser la comiquita del campeonato y no lo fue.

Si queremos ver lo bueno: el técnico ya sabe que cuenta con dos o tres nombres más para el resto de las eliminatorias. Pero es claro que más allá de eso, la meta inicial no se llevó a cabo. Defender no es sencillo, no obstante requiere de menos ensayo-error que crear. Y crear fue la materia pendiente de la competitiva selección de César Farías, el técnico más defensivo desde que la Vinotinto se convirtió en materia de interés nacional. Y el oriental estuvo en el cargo seis años, incluido dos manejando las selecciones menores. No creo entonces que esta desnaturalizada Copa América, para Venezuela, sea la medida para juzgar al portugués.

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