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Vinotinto contra Brasil: solo el tiempo dirá si el 1-0 fue un cambio

Venezuela cayó 1-0 ante Brasil, el equipo corrigió algunos errores defensivos, pero sigue en la línea de eliminatorias pasadas: sin victorias y sin goles a favor en su cuenta. ¿Hay un cambio a la vista? Ante Chile tendrá que comprobarlo

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Vinotinto

A todos nos pasa: aquella calle que tenía un enorme significado -porque allí jugábamos a la pelota por ejemplo-, en un momento pierde su encanto. No sabríamos ponerle fecha, es casi imperceptible, pero ocurre. Regularmente cuando maduramos. Esa es la sensación que me deja la victoria de Brasil. En el pasado, el 1-0 habría sido motivo de celebración. Hoy es apenas un marcador más en la triste lista de derrotas de Venezuela.

Sí, la Vinotinto mejoró en relación al reciente pasado. La goleada en Colombia (3-0) y la intrascendencia ante Paraguay (1-0) impedían saber hasta qué punto los criollos responderían ante un rival diezmado por la COVID-19 y las lesiones. ¿Se podía jugar peor que en esos partidos? El fútbol dice que sí, pero Venezuela tenía los elementos para demostrar lo contrario. Y lo demostró.

Quienes pedían que José Peseiro volviera a los orígenes post Richard Páez pueden dormir tranquilos. El espíritu de César Farías vive, la lucha sigue. Brasil fue infinitamente superior, pero Sin Neymar, Casemiro, Coutinho, Gabriel Menino, Eder Militao, Fabinho, Rodrigo Caio… no pudo convertir esa superioridad en goles. Probablemente porque ante un bloque pegado al arco, la respuesta necesaria es la gambeta, y por ausencias o miedo esas gambetas no aparecieron.

Luego, defender con cuatro laterales y el resto de los jugadores en paralelo frente al portero tuvo la consecuencia lógica en ataque: el arco contrario estaba en el monte del Cristo del Corcovado. Ahí daba lo mismo que el convocado fuera Salomón Rondón o el Pequeño Rondón. Ederson pudo haber montado la hora del té sin preocuparse porque un balón rompiera la vajilla.

El gol de Roberto Firmino, previo balón inquieto de del lateral izquierdo Renan Lodi, no fue una jugada aislada. Fue la consecuencia de un equipo que empujaba cada vez más a los defensas contra Wuilker Fariñez. Era cuestión de tiempo y el tiempo, en esta y en las otras eliminatorias, siempre juega en contra de Venezuela, nunca a favor. Eso no es casualidad, es historia. Y los rivales lo saben.

Lo más preocupante es que la selección venezolana no armó una jugada de transición ofensiva, a la contra o al contragolpe, como quieran llamarle, que apoyara este plan defensivo. No hubo ni una asociación para ser resaltada. En este contexto, sería sorprendente que aparecieran ante Chile. Este es un equipo sin una ruta de gol. «No se puede jugar a lo que no se hace en competencia», decía un ex técnico de la selección nacional. Buscar las opciones para vulnerar la defensa contraria urge, más allá del terrible cuadro que queda para la siguiente fecha, tras las lesiones de Roberto Rosales y Rolf Feltscher.

Hace poco aseguré que a Peseiro hay que dejarlo trabajar. Mantengo esa opinión, pero no porque el 1-0 convalide su labor. Solo el tiempo dirá si esta derrota por la mínima es el inicio de algo, de una reconversión de ideas y de una propuesta adecuada a la complejidad de las eliminatorias (Colombia goleado por Uruguay en casa, Bolivia perdiendo en la altura).

Creo que el técnico debe seguir porque el verdadero cambio tiene que venir desde los jugadores. Algo está sucediendo con ellos. Necesitan revelarse ante la mediocridad reinante. ¿Desde cuándo esta generación de buenos futbolistas no le brinda una felicidad a sus seguidores? Con Rafael Dudamel fueron pocas. Ni hablar con Noel San Vicente. No solo se trata de seguir órdenes en la cancha, son ellos los que deben levantar la bandera vinotinto y plantarla en territorio hostil para que el equipo contrario dude y a partir de esa duda, asestar el golpe. Mientras no sea así, seguiremos esperando el milagro o a un técnico con una varita mágica.

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