Espectáculos

Wilmer Ramírez: La vida no es una permanente "mamadera de gallo"

Se inició en las tablas a los 16 años de edad, en el Teatro Broadway de Chacaíto, donde participó en obras orientadas al drama, hasta que decidió dedicarse al género de la comedia.

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La carta de presentación de Wilmer Ramírez sigue siendo la autenticidad. Luego de varios años en el mundo artístico y humorístico, su carácter de ágil, versátil, dinámico y bromista no ha cambiado.

Se inició en las tablas a los 16 años de edad, en el Teatro Broadway de Chacaíto, donde participó en obras orientadas al drama, hasta que decidió dedicarse al género de la comedia.

En lo que se refiere a la televisión, tuvo su primera participación en el recordado family show «Crecer con Papá», del Canal 8. Luego comenzó a trabajar en Venevisión en «Noche de Comedia» (1992), «Cheverísimo» (1993), y «El Show de la Comedia» (2001).

En la cadena Telemundo, en Miami, se encargó de la conducción de dos programas: «Agrandaditos» (2002) y «Números Rojos» (2002).

Venezuela y el mundo cuentan con este famoso animador venezolano cuyo talento ha cruzado fronteras destacándose por su inteligencia, capacidad de improvisación, espontaneidad y peculiar sentido del humor.

«Siento que he abordado el humor toda mi vida, porque lo ejerzo de manera empírica», destacó el comediante.

El humor en sus genes

«Mis monólogos en ‘Hagamos el humor’ se tratan de vivencias, hablan del matrimonio, de la familia, de la profesión, de lo cotidiano que se hace trascendental, de posiciones filosóficas de la vida», añade el humorista.

Asimismo, confiesa que el humor lo lleva en sus genes y que, a pesar de que desde un principio él quería dedicarse a trabajos más serios, la rama humorística lo acompaña siempre.

«Todas las cosas que hago, las conferencias, los programas que conduzco en la vida diaria, lo conduzco con humor, me sale de forma natural y por eso a las personas les gusta porque es algo espontáneo y no forzado», enfatizó Ramírez.

Su carisma y su sonrisa fue el impulso a sus logros:

«Conduzco una escuela muy particular, en la que nadie creía y esto lo cuento en la conferencia ‘El propósito de la risa’. Yo quería ser un humorista más elegante, con un humor y un lenguaje más estilizado, quizás por eso soy bastante exótico en este mundo y verdaderamente me permite desarrollarme con mucha soltura, mucha propiedad en lo que yo realmente quiero, que es conducir programas», afirma.

Confesó que su trabajo ha pagado todas sus cuentas y tiene aspiraciones de que las seguirá pagando: «Yo cambié de ser un actor serio que trabajaba en el teatro y en novelas al humor porque pagaba mucho mejor».

Sin tapujos
El comediante admite la situación que se está viendo actualmente en Venezuela. «Hay una carencia de valores absoluta, una falta de principios espeluznante y poca intención de parte del venezolano común a resolver el problema. La solución pasa primero por asumir conciencia y responsabilidad».

Ramírez también se refirió a los emigrantes como personas que evaden el problema de su país y que, al lugar donde vayan, seguirán siendo venezolanos.

Apuntó que la única razón que lo alejaría de su país es por trabajo. Además, expresó que no le gusta viajar para animar a los venezolanos en el extranjero: «No me gusta ese sentimiento de que tienen un mal recuerdo de Venezuela. Sin embargo, el acercarme para otorgarles un buen rato resaltando lo maravilloso que tiene el país es una bonita sensación».

Para Wilmer Ramírez, el humor trabaja de forma denunciante y calmante para el país.

«El humor funciona en este panorama para alertar de forma simpática y menos alarmista. Las personas se ríen pero entienden el mensaje y viceversa, lo usamos como un recurso para divertirlos en esta situación».

Hace hincapié en que es un medio para buscar la conciencia y reflexión por parte de los venezolanos.

Calificó como «oportunistas» a la nueva generación de cómicos que no poseen formación alguna de la carrera: «Hay mucha gente que se monta en el escenario, dice cualquier cosa en contra del gobierno, cuatro groserías y ya es cómico o comediante».

También destacó su admiración y respeto por otros que, con su buena propuesta, están dotados para el difícil oficio de hacer humor.

El animador resalta su buena relación con «Er Conde del Guácharo» y agrega que juntos por más de 30 años de carrera han logrado mantener un exitoso trabajo.

«Lo único en que no estoy de acuerdo con Benjamín es con su candidatura presidencial. ¿Tú te imaginas al conde de Presidente? Yo no quisiera verlo», comentó entre risas. Además confirmó su continuo trabajo con Benjamín después de haber sido operado.

Vida familiar tranquila
El humorista ha estado acompañado por su hermano Luis Eduardo Ramírez y su hijo Manuel Alejandro Ramírez (manager del padre), cuyo apoyo ha logrado que llegue lejos en su carrera.

Wilmer es el mismo comediante en el escenario familiar, sólo que con responsabilidades que cumplir. «La vida no es una permanente mamadera de gallo», añadió.

Con siete hijos y veinte años con su actual esposa no ha dado motivos para quejas. Llevan una vida tranquila y recibe apoyo por parte de su familia.

Ramírez concluyó expresando la importancia de reírse y de tomar conciencia en momentos claves. «Amor por el país, conciencia y seriedad sin perder el humor, el cambio del mismo pasa por nuestro cambio».

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