Cultura

El Helicoide, el sueño fallido de la modernidad

Después de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, uno de los grandes íconos de la modernidad caraqueña fue abandonado durante su construcción. Hoy, por el olvido y la desidia, pocos recuerdan su valor arquitectónico y cultural. Esta es la razón y estímulo por la cual Proyecto Helicoide toma la iniciativa de rescatar la historia de este “elefante blanco de Caracas”

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Tal y como fue concebido en sus inicios, el Helicoide pretendió ser un Centro Comercial Automotriz. Se diferenciaría por unir la comodidad y el acceso a una gran de variedad de establecimientos y exposiciones mediante un sistema de rampas. Empezó a ser construido en 1956 entre las montañas del valle de Caracas. Algo nunca antes visto.

Más temprano que tarde, se convirtió en un templo futurista que representaba el crecimiento económico de la ciudad. Su diseño de vanguardia, llevado de la mano por el arquitecto Jorge Romero Gutiérrez y su equipo formado por Pedro Neuberger y Dirk Bornhorst, lo hizo famoso en el mundo entero. Es así como logra figurar, entre otras muchas, como obra principal de la Exposición ROADS en el MoMA, 1961.

Alzado sobre la Roca Tarpeya, el complejo también integraría un hotel, un helipuerto, una sala de conciertos y cine, entre otros. Con su imponencia y magnitud se esperaba ampliar el comercio hacia el oeste. Era, pese a los tiempos de dictadura de Marcos Pérez Jiménez, una iniciativa privada en la que Jorge Romero Gutiérrez estaba al mando de la edificación. Al llegar la democracia, luego del famoso 23 de enero de 1958, se detuvo su financiamiento hasta quedar abandonado en 1960. La pretensión futurista nunca nació.

Con el paso del tiempo se plantearon distintos proyectos para rescatar a El Helicoide. Ninguno tuvo éxito. Dos de ellos, sin embargo, tuvieron un triunfo parcial: el Museo Nacional de Historia y Antropología en 1982 y el Centro Ambiental de Venezuela desde 1990 hasta 1994. Desde 1982, el mamotreto de concreto fue convertido en la sede de la DISIP —Dirección de Servicios de Inteligencia, ahora SEBIN. Aún hoy ocupa la parte superior del mismo. Los niveles inferiores fueron utilizados para la formación y entrenamiento de los policías egresados de la Universidad Nacional Experimental de Seguridad (UNES). Asimismo, desde 2003, comparten aulas con las Universidad Nacional Experimental de las Fuerzas Armadas (UNEFA).

Helicoides, “Posibles visiones fantásticas”

Proyecto Helicoide propone recuperar la memoria histórica de dicha edificación. Se afana en mostrar su valor como patrimonio cultural de Caracas. La iniciativa, constituida en 2013 y dirigida por la historiadora Celeste Olalquiaga, hurga en el pasado e investiga los anales turbios de este gigante —que no se desprenden de la política y los problemas económicos.

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Proyecto Helicoide tiene como resultado inicial, en una primera etapa, un conjunto de cinco exposiciones. La primera de ellas, titulada Helicoides Posibles, ya se exhibe en los espacios del Centro Cultural Chacao. Tiene como tema central, tal como señala la ficha técnica de la muestra, “la exploración del imaginario urbano caraqueño, en particular aquel relacionado con el singular y olvidado legado de la modernidad”. Olalquiaga, que también hizo de curadora, invitó a artistas plásticos y arquitectos, entre ellos Alexander Apóstol, Daniel Medina, Pancho Quilici, Daniel Greenfield, Elisa Silva, Ricardo Sanz, Eduardo Kairuz, el Colectivo de arquitectos ADJKM, para que reflexionaran sobre “El Helicoide y su entorno social; las correspondencias simbólicas, históricas y míticas, en particular con relación a la muerte; y finalmente desarrollan el potencial fantástico que inspira esta edificación”.

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“El Helicoide le pertenece a todos. Este es un proyecto completamente transversal. La idea es abrirnos a la mayor cantidad de público e integrar a las comunidades aledañas”, comenta Celeste. Como meta, los hacedores y organizadores del plan sienten la necesidad de invitar a los habitantes de las zonas cercanas a participar y así dar a conocer su valor arquitectónico. “Esto es fundamental ya que una de las cosas que hacen más singular al Helicoide es que representa una utopía fallida de la modernidad y los barrios que lo rodean serían la parte distópica de esa modernidad —lo que de verdad se ha desarrollado. Esa relación casi simbiótica a nivel topográfico entre la estructura y los barrios resulta sumamente interesante” vuelve.

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“Para la gente de San Agustín, el Helicoide viene siendo algo casi extraterrestre; que no tiene nada que ver con ellos. No existe ningún tipo de relación con las comunidades, sus alrededores y los barrios. A esto le llamamos memoria reprimida. Es el elefante blanco en la habitación que nadie quiere mirar. Es algo complejo que no se puede separar”.

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“El Helicoide aun es una estructura muy sólida que se debe recuperar. Hay que plantear un proyecto que una lo cultural con lo comercial, que ayude a estimular la economía en los barrios que se encuentran a su alrededor. Debe ser un espacio comunitario que se preste para el esparcimiento y la enseñanza”, culmina Olalquiaga.

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