Una asamblea que se caiga a ideas y no a palos

Cómo quedarán los resultados es todavía motivo de especulación y encuestas. Por eso, cuando todavía hay tiempo de forjarse una opinión, considero necesario expresar lo que yo espero de un diputado para este nuevo período legislativo.

Busco con urgencia un venezolano mayor de veintiún años que tenga como objetivo servir de manera honesta a la entidad federal a la que representa y a su país. No al Presidente de la República ni tampoco a las Fuerzas Armadas; mucho menos al primo que le va a montar un negocio buenísimo si pasa una ley de créditos indexados. Si usted quiere servir sus intereses personales váyase a un bingo. Si se quiere enchufar en un negocio, no se lance a diputado. Más bien le aconsejo que cree con sus reales la mejor empresa de regletas eléctricas y véndalas en el mercado abierto como un hombre honesto.

El diputado que busco debe haber residido cuatro años consecutivos en la entidad correspondiente antes el seis de diciembre. No puede un paracaidista del Distrito Capital pretender saber cuáles son las leyes que más le convienen y necesitan los habitantes de Monagas para su desarrollo. Ejemplo de ello: Pedro Carreño. En el pasado, ha sido diputado por Barinas, hoy en día por Lara y para las próximas elecciones se lanza como candidato por Delta Amacuro. La única otra persona tan descarada en este país con la repartición de estados es Osmel Sousa con la asignación de bandas a sus misses.

Yo quiero un parlamento que se caiga a ideas y no a palos. ¿De qué le sirvió a la nación la golpiza propinada a los diputados de la oposición? De nada y las pocas leyes sancionadas en el período 2010-2015 lo confirman. Atacar a la persona y no al problema es la prueba más fehaciente del fracaso de un legislador. A fin de cuentas, probar quien es más macho agarrándose a palos no está dentro de las atribuciones de la Asamblea en la Constitución. Legislar en materias de competencia nacional sí.

Yo quiero una AN independiente. Por eso yo busco a muchos diputados que pidan cuentas, que rindan cuentas y que saquen cuentas. Para cuentos ya me sobran con 16 años de historias absurdas. Quiero diputados que escriban leyes con el sudor de su frente y no otorguen “Habilitantes” con el sudor de sus aplausos jalamecate al presidente de la República. Quiero diputados que se muestren sospechosos de las actividades del Presidente. “¿Tú volviste a China como pa’ qué? Muéstrame el acuerdo, el plan, la factura y los viáticos que te sobraron… ¡Ah que tú vas pa’ Cuba de nuevo…! ¿Y qué te crees tú? ¿La Barbie Azafata?” Si el presidente le tiene culillo a esta nueva Asamblea yo la consideraré un éxito.

Quiero contar con diputados honestos. No todos van a ser honestos y eso lo entiendo pero que por lo menos la mayoría esté ahí para demostrarle al pillo cómo se hace una ley que sea efectiva, medible y beneficiosa para los sujetos de derecho que ampara. Que le demuestre también lo que es interpelar al actual presidente, a los ministros, al fiscal general y al defensor del pueblo, entre otros que bien merecen un cuestionamiento sobre sus actuaciones en el pasado. De repente el diputado pillo ve eso, le da como vaina y se pone a trabajar.

Quiero, asimismo, diputados que se sientan orgullosos cuando se logren esfuerzos concretos para el colectivo. Si una ley de amnistía saca a todos los presos políticos, otra de seguridad ciudadana pone en marcha un plan que comienza en el corto plazo para reducir el hampa y una de libre mercado pone fin al control cambiario, me gustaría ver un selfie de los diputados con la ley en mano y que el hashtag diga: #orgullolegislativo #orgullovenezolano. Que sus ideas en un debate en plenaria den resultados positivos y me gustaría ver que todos los diputados que harán historia en el futuro lleguen a sentirse así.

Todo este ejercicio lo realizo porque lo que yo más quiero es admirar la labor de los diputados por los que me toca votar en estos comicios. Quiero saber que emplearán estos próximos cinco años en hacer todo lo que puedan para hacerle frente a un modelo de gobierno perdido en la nebulosa, en un sueño imposible y trabajar por un pueblo que bien se merece emerger de esta actual anarquía. Por eso quiero ver diputados en la Asamblea Nacional que me comprueben con leyes eficaces que mi progreso ciudadano y el de mi vecino es posible. Donde cada ordenanza haga de Venezuela un país donde el futuro por fin arribó y me confirme que aquí es donde merece la pena vivir.