Ocho proyectos de vivienda unifamiliar y multifamiliar de la venezolana Vivian Dembo serán expuestos en la Bienal de Arquitectura de Venecia, aprovechando las posibilidades estéticas y naturales de Caracas, sobre El Ávila como gran lienzo, y con la intención de mostrar que la capital es más que los “ranchos verticales” premiados en 2012
Venecia se llenará de arte de nuevo. La Bienal de Arquitectura que inaugura el 28 de mayo toma el testigo de una tradición nacida en 1975 cuando la primera muestra nació como la hermana menor de la Bienal de Arte de la ciudad italiana. Este año, la cita no expondrá edificios de curvas caprichosas, sino, más bien, una serie de experimentos y soluciones posibles a problemas vinculados con el oficio del arquitecto: las periferias, la inequidad, la migración, el tráfico, la criminalidad, el déficit de viviendas, la contaminación ambiental, los desastres naturales y la participación de las comunidades, entre otros.
El arquitecto chileno Alejandro Aravena (Santiago de Chile, 1967), ganador del premio Pritzker, conduce el timón de la Bienal que, por primera vez, pone los pies en la tierra. “La arquitectura tiene ganado el terreno más artístico-cultural pero menos el de las necesidades básicas satisfechas. Lo que queremos decir aquí, en Venecia, en primer lugar es que la arquitectura debe pensar en lo social y lo ambiental. Y segundo, queremos retomar el rol de la arquitectura que, consiste en sintetizar diversas dimensiones con astucia, creatividad y buen sentido”, dijo el chileno a El País.
El 24 de mayo la venezolana Vivian Dembo abordó el avión que la llevó al viejo continente. Es la única venezolana que participará del evento global, como parte de la exhibición TimeSpaceExistence. Organizada por la Global Art Affairs Foundation, reunirá proyectos de cerca de 109 arquitectos de seis continentes, quienes mostrarán sus diferentes puntos de vista, pensamientos e ideas de los últimos 50 años, que podrían ser la base para futuras propuestas, e impactar la percepción misma de la calidad del hábitat y el entorno humano.
La muestra de la venezolana estuvo lista en abril y se enmarca en una gigantografía de El Ávila, del perfil urbano de la capital. “Allí se superponen ocho proyectos de distinto concepto. Hay tres viviendas unifamiliares y cinco multifamiliares, todos ya realizados, en construcción o por empezar en Caracas en zonas como Los Campitos, Alto Hatillo, Altamira y Las Mercedes”, cuenta la diseñadora del Hotel Four Seasons de Altamira, ahora Caracas Palace. “Los proyectos fueron seleccionados de acuerdo a esta idea, donde la concepción espacial y funcional, tanto interna como externa, están determinadas por la relación del conjunto con las visuales panorámicas, en particular con la presencia monumental del Avila”.
La presentación se hará en base a fotografías, fachadas, perspectivas y plantas, siguiendo el concepto de la curadora Ruth Auerbach, la museografía de Rafael Santana y el diseño gráfico de Carolina Arnal. “Se podrá entrever la ciudad que se trasluce en cada espacio libre”, dice Dembo quien sostiene que para cada tipo de proyecto hay consideraciones especiales “para darle la mejor propuesta arquitectónica”.
Dembo diseña para Caracas, atenta a las particularidades de la ciudad, su temperatura, su entorno urbano y natural, el lienzo del Ávila. “Hay como 2 o 3 grados de temperatura de diferencia entre zonas altas de la ciudad con respecto al valle. Antiguamente el ambiente era más fresco y nadie necesitaba aire. Ahora Caracas es calurosa. Por eso uno considera, por ejemplo, las circulaciones cruzadas de ventilación. Cada proyecto, cada ubicación, debe tener una respuesta porque siempre las condiciones son diferentes”. Por eso, sostiene, “mis proyectos de viviendas unifamiliar o multifamiliar se abren intencionalmente y al máximo de sus posibilidades, a estas privilegiadas perspectivas de un paisaje panorámico. Una interpretación que concibe invariablemente la transparencia de amplios ventanales y pórticos, aprovechando simultáneamente la benevolencia de nuestro clima, nuestra vegetación y la resplandeciente luz de cambiantes tonalidades”.
La arquitecta asegura que “mi pasión por la arquitectura me impone descubrir el amplio potencial de una ciudad que creció hacia las montañas; me anima a desafiar las soluciones convencionales para formular nuevas propuestas donde lo lúdico y lo concreto, lo visceral y lo racional, se integren armoniosamente para la solución de proyectos eficientes y versátiles, incorporando como argumento la plenitud del paisaje y las metáforas del movimiento”.
La venezolana ha desarrollado proyectos habitacionales, hoteleros, comerciales y de paisajimos en Caracas, Valencia, Ciudad Bolívar, Margarita, Puerto Ordaz y otras localidades nacionales, además de en Argentina, Miami, Hawaii. “En otros países siempre debo considerar el entorno, las ordenanzas, las limitaciones. En Hawaii tuve la experiencia de crear cinco desarrollos de lujo, y tenían una arquitectura muy particular a la que me tuve que adaptar con mi experiencia tropical. Uno se adapta. Ese es el trabajo del arquitecto”.
La muestra de Vivian Dembo, que estará en exhibición hasta el 27 de noviembre y quizá nunca pueda ser vista en Venezuela – “se podría imprimir aquí, traerla es muy difícil, así que sería mejor replicarla; sería un orgullo muy grande-, ocupará espacios que hace cuatro años se llenaron de polémica por otros dos proyectos venezolanos.
En 2012, la Bienal de Arquitectura de Venecia premió con el León de Oro al proyecto Torre David: Gran horizonte, sobre el Centro Financiero Confinanzas, ubicado en la avenida Andrés Bello e invadido por más de tres mil personas hace una década. “Se premió a las transformaciones que realizaron en la edificación. Se premió el hecho de consiguieran energía en un edificio que, se suponía, ya no servía para nada; de que construyeran un tanque de agua, hicieran jardines hidropónicos y crearan instalaciones sanitarias. Se reconocieron los dibujos que nosotros hicimos de todas esas prácticas”, dijo entonces Alfredo Brillembourg.
Ahora Vivian Dembo asegura querer mostrar otra faceta de la capital. “A mí no me pareció correcto presentar un lado oscuro. Yo presento a Caracas con luz, con verde, con alegría. Nuestra ciudad es muy hermosa para que nuestra presentación sean ranchos verticales”, lanza la arquitecta quien enfoca sus esfuerzos en mostrar “el esplendor” de la ciudad. La propuesta de Vivian Dembo contrasta con la selección oficial de Venezuela para la Bienal, titulada Urban Forces, donde se exhibirán trabajos realizados en conjunto con consejos comunales en espacios populares.
A algunos jamás se nos ocurrió pensar que los venezolanos llegaríamos a conformar una de las tantas diásporas que hoy andan repartidas por el mundo y las que alguna vez fueron parte de la construcción de Venezuela. Nuestro país, en un pasado no muy remoto, recibió a gente de todas partes del mundo
Este legendario arquitecto advierte que Caracas avanza hacia un caos radical y absoluto, si no se toman las medidas pertinentes de inmediato. Premio Nacional de Arquitectura en 1993, dice que la capital pasa por la absoluta orfandad en todo lo que respecta a arte y arquitectura. Por ello urge a convocar a los mejores planificadores, arquitectos y urbanistas, si se quiere levantar de su lecho de muerte a “la infeliz Caracas”, como la bautizó el nobel Gabriel García Márquez
Visionario como pocos, le imprimió a Caracas la identidad urbana de todo un siglo, el XX que le tocó vivir y formatear. Sus trazos, ideas y construcciones definieron la estética urbana de la capital, que aún se erige con sus monumentos de concretos siempre completados por los elementos naturales, las luces, los vientos y las gentes. Renegado al caer la dictadura, Carlos Raúl Villanueva, nacido el 30 de mayo de 1900 y fallecido el 16 de agosto de 1975, alcanzó el olimpo de la arquitectura A los médicos y a los arquitectos se les compara con Dios. Unos salvan humanos, ojalá, los otros, lo urbano, si construyen como dios manda: organizando la vida y la felicidad del individuo y la sociedad; visualizando su obra como parte del contexto al que pertenecerán y en el que influirán; mejor si es a favor. Dios, que es el arquitecto del universo, seguro sintió complacencia cuando con el barro divino modeló a imagen y semejanza, una de sus creaturas, ese genio venezolano de buen ver llamado Carlos Raúl Villanueva, perfeccionista y hombre de vuelo, considerado el dios de la arquitectura moderna –colega suyo, pues- y quien por cierto, amén de trabajar durante y entre gobiernos de aquel par de diablos, léase Gómez y Pérez Jiménez, fue bautizado por el artista Alexander Calder así, Diablo. “Quien se atreva a hacer este proyecto que te estás planteando, eso de colgar las nubes como imaginas en el techo del Aula Magna, o tiene un pacto con el diablo o ¡es el diablo!”, le dijo, y Villanueva lo logró. Colgadas con su peso específico están esas piezas de madera y metal no solo haciendo ornato sino produciendo el milagro acústico que tiene lugar allí. Hombre de conquistas infinitas gracias a su irreductible alma libre y, como dice el arquitecto Luis Polito, “a su coraje”, Carlitos -como también le decía Calder- no vivió tiempos fáciles, pero supo torcer las circunstancias. Dueño de las formas fue.
