Economía

Con hambre se paga

Si algo hemos aprendido tras numerosas crisis de toda índole, es que los acreedores son tan responsables como los deudores cuando ocurre que no se pueden honrar los compromisos. Es por eso de que si debo 20.000 dólares al banco entonces tengo un problema, pero si debo 200.000 el problema realmente lo tiene el banco.

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Por Marco Aurelio Rodríguez @MarcoAurelioRSU Foto: Andrea Hernández / Archivo

En la crisis inmobiliaria de 2007, casi todos los bancos habían contraído directa o indirectamente carteras muy grandes de préstamos a personas que no cumplían ni remotamente los requisitos necesarios para pensar que pueden pagarlos, como por ejemplo tener trabajo…

Desde la caída de los precios del petróleo hacia finales de 2014, se han dado cesiones de pago de empresas petroleras en todo el mundo, principalmente las de menor tamaño y mayor costo y endeudamiento. La complicación está en que ciertamente estas empresas no cuidaron su salud financiera, pero por otro lado, cuando los precios estaban altos, ellos contaban con largas filas de funcionarios bancarios prácticamente induciéndolos a tomar préstamos. Es natural que estos agresivos bancos paguen parte de la caída.

La crisis actual de deuda venezolana puede verse como una crisis ocurrida en una gran y sobre endeudada empresa petrolera. La deuda se contrajo por varios motivos, pero ya existe y con los precios del petróleo a menos de la mitad, cancelar la deuda requiere de un sacrificio nacional sin precedentes.

El problema es que cuando empieza a hacerse evidente que es difícil que se pueda honrar los compromisos, el valor de mercado de su deuda empieza a caer estrepitosamente, y entra un nuevo tipo de jugador, los fondos buitre (“vulture funds”).

Estos actores del mercado básicamente compran deudas de entidades quebradas a un enorme descuento, y posteriormente participan activamente en un juego perverso donde ellos se niegan a negociar una reestructuración, mientras que los acreedores originales que realmente perdieron plata si desean negociar para recuperar lo que sea posible.

En abril de este año, Argentina llegó a un acuerdo con sus acreedores, incluyendo a un grupo de fondos buitre que compraron esa deuda a un inmenso descuento. Tales fondos se negaron a negociar en su momento, cuando Argentina estaba inmersa en una profunda crisis causada por su esquema pseudo-dolarizado.

La reestructuración con los acreedores originales de Argentina tenía un mecanismo para que aumentaran los pagos a medida que la economía se recuperaba, y así muchos prestamistas terminaron recibiendo pagos con el principal completo y un rendimiento decente. Sin embargo, los buitres que se negaron a negociar lograron finalmente salirse con la suya y con un costo para Argentina sobre los 4.000 millones de dólares, sobre una inversión de unos 400 millones.

Ya conocemos la posición del gobierno del presidente Nicolás Maduro: la deuda debe cancelarse a como dé lugar. Las medicinas, la comida, la luz, el agua y el internet son problemas menores. ¿Será porque habrá personas en el gobierno que están nadando en bonos de Venezuela? Quien quita.

Sin embargo, leo y escucho a un puñado de economistas diciendo que a Venezuela le conviene pagar su deuda, que la reputación en los mercados financieros y el acceso al financiamiento son más importantes. Incluso oigo sobre activos improductivos en el exterior que nadie quiere.

Buena parte de la deuda venezolana no está ya en manos de los que compraron originalmente, sino de entidades que compraron después y que seguirán comprando a enormes descuentos, ahora más animados por el desenlace argentino.

Si cambiamos de rumbo, escucharemos muchas voces explicando sobre la necesidad de honrar los compromisos. ¿Es buena reputación hambrear a la gente para servir intereses económicos de fondos carroñeros? ¿Hay alguien en el mercado financiero que le preste actualmente a Venezuela sin una tasa exorbitante? No dejo de pensar si es que puede haber un sesgo de mucha fuerza en la opinión de estos economistas.

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