Kosher y Halal: Cuando la religión manda en la mesa

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La alimentación, tanto de judíos como de musulmanes, tiene más similitudes que diferencias. Sus normativas y disposiciones se denominan kasher o halal, respectivamente,  que obedecen a razones higiénicas, de salud, sentido comunitario y otras tienen su origen en ritos y tradiciones para recordar pasajes de estos pueblos y preservar sus cargas históricas

La alimentación es fundamental en la vida de todos los seres humanos y en ese sentido dos de las creencias monoteístas imperantes en el mundo: judaísmo e islamismo, tienen leyes muy estrictas que deben ser observadas y seguidas a pie juntillas por sus feligreses en cuanto a lo que deben comer o no comer, beber o no beber,  tener en cuenta la combinación de los alimentos permitidos y muchísimos preceptos más que indican lo que es lícito y correcto.

Con respecto al cristianismo, las prohibiciones alimentarias prácticamente se reducen a dos o tres observaciones en la época de Cuaresma y Semana Santa que, en la actualidad no son del todo obligatorias según el Canon 1253 que señala: “La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad”.

Es decir, en el cristianismo se pueden sustituir el ayuno y abstinencia del Jueves y Viernes Santo por otros “sacrificios” como no tomar alcohol si es que al creyente le gusta mucho empinar el codo y no puede dejar de hacerlo,  o no tener relaciones sexuales, que si es práctica del agrado de todos.

Alimentación para dos religiones: halal y kasher

El asunto se complica en cuanto a los alimentos que les está permitido ingerir, tanto a musulmanes como a judíos, ya que estas dos religiones tienen preceptos estrictos que obligatoriamente deben cumplir sus seguidores en nombre de Dios, en nombre de la salud y en nombre de sus comunidades, que se expresan en el Corán, libro sagrado del islamismo; el Talmud, la Biblia del judaísmo y las leyes judías escritas en la Torah.

Para los judíos el régimen dietético debe seguir los preceptos y leyes del kashrut  donde se contemplan todos los alimentos bajo la denominación común de kasher o kosher, lo que significa que es apropiado y apto para consumir por la comunidad judía.

kosher el estimulo

La finalidad de las leyes del kashrut  es ayudar a escoger una línea de conducta apropiada en las costumbres nutritivas, inherentes a la existencia humana y a una actitud de respeto y consideración hacia los seres vivos en general.

Mantenerse kasher dentro de la religión es una forma de vida en la selección, combinación y manera de preparar los alimentos según la ley judía y sus ritos tradicionales. Todo lo contrario a esta práctica se denomina taref.

Siendo más específico, culinariamente el término kasher  no se refiere estrictamente a un tipo de comida, sino a la manera de cómo se obtienen esos alimentos según el ritual judío y todas las consideraciones que se deben observar.

De manera muy similar ocurre en el islamismo, ya que aquí la palabra halal, término transliterado del árabe ḥalāl o halaal, son las prácticas permitidas en esta creencia religiosa y encierra todo tipo de licencias y autorizaciones, generalmente relacionadas con los alimentos aceptados en la Ley Sharia o Islámica. Lo contrario está englobado en la voz haram, es decir todo lo prohibido e ilícito entre los musulmanes.

halal kimchi

La mayoría de las actividades diarias de los musulmanes están regidas por los principios religiosos. Con respecto a la alimentación el Corán ordena una dieta estricta y señala muy detalladamente los alimentos que los musulmanes podrán llevar a su mesa. Para que un producto o alimento sea considerado halal, no solo se toma en cuenta los ingredientes que se utilizaron para su elaboración también se necesitan ciertos requerimientos en el proceso de manufacturación.

Pero esto no es nada sencillo ya que los alimentos, para que puedan ser consumidos dentro de estas dos grandes confesiones mundiales, deben pasar por una serie de procesos y cumplir con muchas normativas que a veces hacen la vida complicada, tanto desde la dificultad de conseguir estos alimentos en sociedades que no tienen entre sus religiones mayoritarias ninguna de estas dos creencias, como algunos pasos para que los productos sean aptos para su consumo, además de resultar infinitamente mucho más costosos que los de consumo general.

Animalistas versus sacrificios por ritos ancestrales

Recientemente en Europa se ha suscitado una controversia debido a  algunas leyes promulgadas en países que prohíben la matanza en sacrificio y el desangramiento de las reses, práctica imprescindible tanto entre los judíos como los musulmanes, para que la carne pueda ser consumida por sus creyentes.  En ambas religiones la sangre está absolutamente prohibida.

El animal es sacrificado sin ser sedado o “aturdido” previamente, en este sentido los defensores de los animales afirman que en los últimos minutos de la vida de estos cuadrúpedos, y mientras se desangra, el sufrimiento está presente. Las nuevas leyes en algunos países, especialmente del norte de Europa, permiten el sacrificio si previamente el animal ha sido sometido a una sedación, descargas eléctricas, gases adormecedores o pistolas aturdidoras para que pierda la consciencia y supuestamente no se prolongue su sufrimiento durante tanto tiempo.

Los animalistas, es decir los que defienden la dignidad de las bestias de tener una muerte sin martirios ni grandes tormentos, señalan que los ritos judíos y musulmanes son brutales porque el sacrificio lo hacen con el animal despierto.

Se debe tener en consideración que estas prácticas religiosas obedecen no solamente a una razón de fe pues también encierran aspectos culturales e históricos que caracterizan a estas comunidades.

(Puede leer más sobre el conflicto en Europa haciendo click aquí)

…¿y cómo lo hacen?

En este punto las similitudes entre estas dos religiones se acercan y casi se tocan, ya que ambas costumbres del sacrificio animal deben ser realizadas por una persona autorizada y experta que respete todos los pasos porque de lo contrario el producto no puede ser consumido por sus comunidades religiosas.  El animal debe ser sacrificado vivo.

En el judaísmo el ritual debe hacerlo un shojet, persona calificada para el acto quien con un cuchillo plano y extremadamente afilado, que su tamaño sea el doble del ancho de la garganta del animal, de manera que pueda cortar de una vez la yugular, el esófago, la tráquea y los dos nervios vagos  para que el sacrificado sufra lo menos posible, pero de todas maneras está absolutamente despierto y consciente. Como en la Torah está señalada la absoluta y contundente prohibición de consumir sangre, el animal debe ser desangrado hasta la última gota.

Entre los musulmanes el rito es similar, solo que acá el matarife, persona autorizada y con práctica en este proceso, debe mirar hacia La Meca, invocar a Alá y con un afiladísimo y pulcro cuchillo de hierro dar un corte seco en el cuello para cercenar las importantes venas de la garganta. Igualmente no debe quedar ni una gota de sangre ya que señalan que eso es caldo de cultivo para las bacterias, gérmenes y toxinas que causan cientos de enfermedades. Al desangrar al animal la carne es más higiénica y por consiguiente más sana.

La controversia está planteada entre religiosos judíos y musulmanes en contra de la posición de las asociaciones animalistas que consideran que ese sacrificio es brutal y por eso está en el tapete de la opinión pública europea y de la aprobación de las leyes.

Los fervientes creyentes de estas religiones defienden sus prácticas y ritos y se han sumado a protestas públicas porque dicen que esas prohibiciones son ilegales, ya que, según ellos, atentan contra la libertad religiosa y de culto.

Por su parte la firme posición de las asociaciones de ecologistas y movimientos en defensa y protección de los animales considera que esas costumbres ancestrales son salvajes y despiadadas por realizarse con el animal despierto y en estado de conciencia absoluta.

… ¿y qué comen?

Las preceptos o mandatos halal y kasher para la alimentación son muy extensos, contienen cientos de reglas, autorizaciones y prohibiciones que deben cumplirse si se quiere ser un musulmán o un judío practicante con todas las de la ley.

En ambos cultos está prohibida la carne de cochino por considerarla impura. Los judíos pueden consumir animales que tengan pezuñas hendidas y sean rumiantes, como las vacas, ovejas, cabras y ciervos. También son aptos el pollo, pavo, pato y ganso.  Tienen prohibido el cerdo, liebre, conejos, perros, caballos y camellos. Los pescados deben tener escamas y aletas como el mero, sardina, salmón pero los mariscos, el tiburón y el pez espada no son permitidos al igual que los roedores, reptiles e insectos alados, pero la miel si es apta porque se considera que es producto de las flores. Todas las frutas, granos y verduras son comestibles. Estos son considerados alimentos parve o neutrales.

Bajo ningún concepto deben mezclarse lácteos con carnes, o en todo caso hay que esperar un tiempo específico para comer uno después del otro. Los huevos deben examinarse antes de cocinarlos porque no pueden contener ni una sola gota de sangre, en ese caso hay que desecharlos.

Por su parte, y en observancia al riguroso cumplimiento de la religión, todo musulmán debe practicar el Ramadán, noveno mes de su calendario, consistente en total ayuno que debe observarse desde el amanecer hasta la puesta del sol y al finalizar el día comer lo estrictamente necesario. El Ramadán tiene una fuerte carga espiritual, de salud y de solidaridad para comprender la situación de los más necesitados.

Los alimentos para que sean considerados halal deben seguir las normativas señaladas en El Corán y en las tradiciones del Profeta Mahoma. Tienen una dieta estricta e indica cuáles son las comidas que pueden y deben consumirse.  También se deben tomar en cuenta los ingredientes y ciertas especificaciones para su elaboración.

El pan es considerado un alimento primordial al cual se le debe el mayor respeto y el alcohol está prohibido ya que ingerirlo presenta más inconvenientes que ventajas para la salud.

Los musulmanes, al igual que los judíos, no consumen carne de cerdo. Los seguidores del Profeta si pueden comer casi todo tipo de animales ya que no tienen tantas restricciones como por ejemplo por el tipo de pezuñas de la bestia, como en los preceptos kasher.

Lo que sí está claro en medio de esta controversia es que en Venezuela los integrantes de las comunidades judías y musulmanas nunca harán cola, ni solicitarán a un bachaquero y mucho menos armarán trifulcas ni saldrán a protestar por un pernil que nunca llega ya que el cerdo, cochino, chancho, puerco o marrano está totalmente prohibido en las dos religiones por considerarlo impuro y de alta peligrosidad para la salud de los humanos.

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