José Andrés, ¿chef o ángel? Lleva más de 100 millones de comidas donadas este año
Solo en Ucrania ha repartido 130 millones de comidas desde el primer día de conflicto. Pero su labor altruista está en Cúcuta, donde ayuda a migrantes venezolanos; en los incendios de Europa; en Gaza y en las inundaciones de Kentucky, entre otros lugares
José Andrés es conocido por ser uno de los mejores chefs de España pero, más que eso, por la solidaridad que lo mueve hasta el fondo de su ser. Por su labor altruista, en 2019 fue considerado un fuerte candidato para el Premio Nobel de la Paz y es probable que esto se repita en 2022. La razón: a través de su fundación, y en menos de 6 meses de conflicto bélico, ha repartido en Ucrania más de 130 millones de comidas.
Pero esto es solo un ejemplo. Este chef, asturiano pero residente en Estados Unidos, ha asistido a víctimas de desastres, naturales o provocados por el hombre, en otros países. Un par de ejemplos: España, en las zonas arrasadas por los incendios de este verano y en Cúcuta, donde ayuda a migrantes venezolanos que cruzan a otros países a pie.
También ayuda en zonas de conflictos de antigua data, como Gaza o las víctimas de inundaciones en Kentucky, Estados Unidos. Algo importante es que se preocupa por preparar comidas con las que la población está familiarizada.
La asistencia de José Andrés en Ucrania comenzó prácticamente desde que el primer tanque ruso cruzó la frontera con Ucrania. Este cocinero sabe actuar rápido y lo ha demostrado en otras catástrofes. Un ejemplo fue la devastación del terremoto de 2019 en Puerto Rico, cuando organizó la entrega de más de 100.000 comidas.
Es un chef sabe combinar el negocio con la solidaridad. Poseedor de una gran cadena de restaurantes, José Andrés también mantiene su propia ONG, World Central Kitchen (WCK), la fachada de su labor solidaria.
José Andrés en Ucrania desde el primer día
En Ucrania, WCK comenzó repartiendo comidas en la frontera con Polonia, «desde el primer día» del conflicto. Luego se movió a Kiev y, días después, logró la logística para adentrarse a otras zonas problemáticas.
La ayuda a los ucranianos se extiende incluso más allá de las fronteras del país invadido. Cerca de Varsovia, capital polaca, se ocupa de proveer desayuno, almuerzo y cena a cientos de huérfanos que son atendidos en un hotel que funciona como centro asistencial.
«Hemos trabajado 24 horas al día durante 150 días. Paramos hace dos semanas porque ahora las necesidades son diferentes: teníamos 1.700 refugios, ahora tenemos unos 1.100. Llegamos a Polonia el primer día de la guerra y empezamos a dar de comer a cientos de personas el primer día», explicó José Andrés y reprodujo la agencia Efe.
Peligros han tenido de sobra. Uno de los peores fue el ataque a uno de sus equipos el 16 de abril. Cuatro voluntarios resultaron heridos.
Su labor en Ucrania le valió el agradecimiento personal del presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Al encuentro, José Andrés se presentó con dos cocineras ucranianas, parte importante del operativo. Es también parte de su forma de ser: reconocer a las «hormiguitas» que están detrás del éxito de tan complejos operativos.
La huella solidaria de José Andrés está más cerca de nosotros de lo que pensamos, pero como no hay escándalos mediáticos, quizás no nos enteramos. ¿Será este chef de nuevo considerado para el Nobel de la Paz? Es probable, porque hablar de cientos de millones de comidas donadas a quienes de verdad lo necesitan, no es poca cosa.
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