Ser vegetariano no es fácil, mucho menos cuando no tienes ni idea de las herramientas que tienes que saber usar a la hora de dejar de comer carne. Lo primero que debes saber es que, pase lo que pase, tienes que pedir una consulta médica con un nutricionista que te guíe de forma completa en este viaje alimenticio.
Según la Real Academia Española, ser vegano es “una actitud consistente en rechazar alimentos o artículos de consumo de origen animal” mientras que el término vegetariano, se refiere al “régimen alimenticio basado principalmente en el consumo de productos vegetales, pero que admite el uso de productos del animal vivo, como los huevos y la leche”.
Pero el término “vegetariano” circunscribe muchas otras tendencias. Es una palabra muy amplia y no solo se refiere a aquellas personas que no comen carne. De hecho, el vegetarianismo engloba distintos tipos y grados de acuerdo a la ingesta de alimentos de origen animal. Según la Sociedad Argentina de Nutrición existen al menos ocho tipos de vegetarianos que podrían ser: veganos, ovo-vegetarianos, lacto-vegetarianos, lacto -ovo- vegetariano, semi-vegetariano, pesco-vegetariano, crudívoro, frugívoro o flexitariano.
Llevar a cabo esta dieta puede ser un problema si no hay compromiso en cada una de las comidas que decidimos consumir. Para muchos de los “confesados” la razón más importante por la que dejaron de consumir carnes está vinculada de forma directa con la relación desigual y abusiva que tenemos con los animales, por lo que vieron la opción del vegetarismo como una vía más armónica de vivir, sin embargo, la rutina, el tiempo y la habilidad para preparar comidas diarias afectó de forma significativa el equilibrio alimenticio recomendable de acuerdo a las necesidades individuales, lo que en muchos casos obligó a muchos de ellos a optar por adaptarse a los nuevos retos, o volver a su vida de carnívoros. En cualquiera de los casos, una segunda, tercera y cuarta opinión profesional siempre será de gran ayuda.
Confesión #1: Astrid Da Costa
La apertura de las confesiones comienza con Astrid, una caraqueña de 23 años, socióloga y amante de los animales. Ella, así como muchos otros vegetarianos, decidió dejar las carnes porque estaba en contra del maltrato animal y desde muy pequeña identificó un patrón injusto y opresivo en la industria animal.
A pesar de no venir de una familia de vegetarianos, Astrid decidió seguir con su decisión y tuvo que investigar y adentrarse al mundo del vegetarismo a través de internet, de boca en boca y el yoga, que en principio funcionó como una herramienta crucial en su decisión de abandonar las carnes. Comenzó por dejar las carnes rojas, luego el pollo, el pescado y los quesos, hasta llegar a dejar los huevos. Aunque por motivos nutricionales, tuvo que optar por consumir pescado, por lo que su dieta es considerada como pesco-vegetariana.
Durante tres años siguió al pie de la letra los mandamientos vegetarianos, comenzó a sentirse mejor físicamente, bajó de peso y el aspecto de su piel también se renovó. Sin embargo, admite que al principio las dificultades que más tuvo que enfrentar fueron los prejuicios por parte de amigos y familiares con respecto a las concepciones de vegetarismo:
«Siempre me hacían preguntas como; ¿Y por qué eres vegetariana? ¿Y cómo sustituyes la proteína? Y luego no faltaba la persona que comenzara a opinar sobre el asunto dándome cátedra sobre la importancia del consumo de carnes».
Hoy día, Astrid cree que el mejor consejo que puede darle a cualquier persona que desee introducirse en este mundo, es dejar de comer progresivamente los alimentos de origen animal:
«Se puede comenzar por consumir dos veces por semana proteína animal, después dejar las carnes rojas, luego el pollo, el pescado y luego los lácteos, huevos y otros productos de origen animal».
Confesión #2: Samuel Truzman
Nacido en Caracas, pero residente en Madrid. Samuel, de 25 años, es el segundo confesado en este recorrido testimonial. Tiene un grado en artes, otro en religión, un máster en economía creativa y es músico.
Samuel fue vegetariano por un año, sin embargo no supo llevar de manera balanceada su dieta, lo que definió el término de su régimen alimenticio:
«No supe balancear bien la dieta, y para estar estable era necesario volver a comer carne».
La razón por la que dejó la carne en aquella época, también estuvo ligada a la forma en que consumimos alimentos de origen animal y para él significaba un cambio positivo en su vida:
«Ser vegetariano es ser consciente del mundo que nos rodea. Empezar a expandir los horizontes del respeto y el amor hacia todos los seres vivientes».
Para él, comer animales era un recuerdo constante del maltrato por el que habían pasado antes de llegar a su plato y esto representaba una incomodidad y así fue que dejo de consumir carnes.
Sin embargo, no recibió nunca asistencia profesional, en cambio, tomaba nota de las recetas veganas que preparaba uno de sus amigos, quien era Hare Krishna. Esto con el tiempo resultó de gran ayuda para Samuel, se sentía mucho más ligero y más a gusto con sus emociones y aunque admite que necesitaba alimentarse más veces al día para saciar su apetito, dejar de comer carnes por un año le enseño a comer muchas más verduras y frutas:
«Empecé a comer más frutas y verduras y eso es muy sano para el cuerpo. Estos alimentos no están incluidas normalmente en las dietas carnívoras y dejar las carnes me permitió ver que había una gran variedad de alimentos que no ingería antes».
Pese al entusiasmo sincero de Samuel, tuvo que regresar a su dieta carnívora, ya que no equilibró de manera adecuada su nuevo estilo de vida. Su médico le aconsejo volver a ser carnívoro, aunque admite que ingiere lo mínimo que puede y además, aprovecha los beneficios de la comida kósher, una precepción del judaísmo sobre el consumo, producción y uso de alimentos, en la que afortunadamente el ritual de la matanza del animal tiene como uno de los propósitos que este sufra lo menos posible.
«Médicamente lo necesitaba y por eso no me sentí mal, además, empecé a comer comida Kósher, lo que al menos tenía un nivel de conciencia hacia al animal más respetuoso. Lo sentí natural y necesario, sin culpas».
Confesión #3: Rebeca Herrera
Tiene 25 años, es actriz y este sería su primer mes como vegetariana. Para ella, más que ser una dieta, es una forma de respetar la vida animal:
«La industria de la carne me parece una de las mas atroces. Comencé a cuestionar mi consumo diario, empecé a investigar. La verdad es que nadie me había informado de las injusticias que se cometen día a día en el sistema alimenticio».
Fue gracias a una amiga que comenzó a ser vegetariana, según ella, aprendió a alimentarse a través de internet y otros amigos que también eran vegetarianos, por lo que hasta la fecha no ha recibido ayuda médica, aunque no niega que en el panorama esta sea una opción.
Acaba de mudarse a Ciudad de México, por lo que recuerda con claridad cómo fueron sus inicios en el mundo del vegetarismo aquí en Venezuela. No fue vegetariana mientras vivía en la tierra que la vio nacer ya que entre las razones más importantes que la impedían mantener una dieta sana sin comer carnes, era la falta de productos de primera necesidad:
«Lastimosamente en Venezuela es muy difícil ser vegetariana, ya que no se consiguen granos, que son la base de este método alimenticio».
Pese a que tiene poco tiempo sin comer carne, Rebeca reconoce cuáles son las debilidades más comunes al empezar esta dieta y recomienda que lo primero que se debe hacer es investigar, buscar, leer y hablar con personas cercanas que tengan este estilo de vida, ir al médico y lo más importante: abstenerte a la compra de productos de origen animal.
Confesión #4: Nuna La Barrera
Tiene 41 años, es TSU en turismo y hotelería. Es venezolana de nacimiento pero reside actualmente en Madrid – España. Se podría decir que ha sido vegetariana casi toda su vida, o gran parte de ella, ya que desde que tiene ocho años ha practicado este estilo de vida hasta los 15 años, edad en la que tuvo su primer hijo, por lo que tuvo que volver a consumir carnes, ya que el embarazo lo requería según indicaciones de su médico, pero retomó su dieta hace cinco años, ya que cree que es una forma más saludable de alimentarse y de vivir.
Poder hacer nuevos platos y reinventar su dieta es una de las cosas que más le gustan de ser vegetariana. Gran parte de su familia ha sido vegetariana y tiene amigos cercanos que también lo fueron, por lo que empezar de nuevo con una dieta que había llevado durante los primeros años de su juventud no fue una tarea difícil.
«No tuve muchas dificultades al retomar mi dieta vegetariana, de hecho para mí, los lácteos eran lo mas fácil de dejar, ya que me cae mal la leche así que prefiero las bebidas de soya, de almendra o de avena».
A diferencia de la mayoría de los vegetarianos, la razón más importante por la que Nuna recomienda seguir este régimen alimenticio es que supone una forma de vivir mucho más sana, en la que la calidad de vida cambia. Sin embargo, admite que ser vegetariano no es para todo el mundo y que quita mucho tiempo por las preparaciones:
«Si pudiera darle un consejo a alguien sería que aprendieran a organizarse. No todo el mundo puede ser vegetariano, tiene que gustarte. Uno dedica mucho tiempo para cocinar platos que sean ricos y vegetarianos».
Confesión #5: Andrés Sandoval
Nacido en Cartagena – Colombia. Andrés es vegetariano desde hace cinco años. Para él, ser vegetariano implica una realidad que está ligada a la búsqueda de satisfacción por dejar las carnes en pro de la auto-sostenibilidad y un rechazo al maltrato animal, pero que de cualquier forma tiene un efecto significativo tanto para los que deciden cambiar su dieta, como para su entorno:
«Cuando alguien opta por no consumir carne, de forma indirecta le dice a los demás individuos que dejó de hacer algo que ellos continúan haciendo. Y su entorno social puede sentirse juzgado y cuestionado y por lo general, termina rechazando la postura del individuo sin comprender porqué».
En su caso, dejar de comer carnes fue algo que llegó de manera inesperada, no significa que no planificó bien su dieta, sin embargo fue dejando de comer gradualmente los productos de origen animal. En principio dejó las carnes rojas y luego comenzó a sentirse mejor:
«Fui notando los beneficios físicos en mi cambio de dieta y me informé sobre el tema del maltrato animal, dejando poco a poco los demás productos de origen animal».
Andrés tuvo la facilidad de tener familiares vegetarianos, su tío fue vegetariano por 25 años, también sus dos primos que lo practicaron por cinco años y obtuvo mucha información de ellos para guiar sus recetas, la dieta y la combinación de alimentos.
Además, su actual ex-suegra quien es nutricionista, lo ayudó a seguir con su dieta sin dejar de nutrirse de forma adecuada, por lo que recibió muchos consejos sobre el tema.
Esto fue una ventaja para él y dice que no ha tenido muchas dificultades desde que comenzó esta travesía alimenticia, aunque no niega que ser vegano en su país, así como en muchos países de Latinoamérica, es una labor difícil, ya que no cuenta con la diversidad de productos que se necesitan para mantener una dieta sana:
«En Colombia no hay muchas opciones veganas que pueda conseguir a diario y casi todos los alimentos contienen huevo o lácteos. Es por eso que dejar los productos de origen animal supone un esfuerzo mayor en la preparación de alimentos, que por mas que sea para un estudiante o trabajador independiente, es muy complicado».
Entre los cambios que sintió Andrés al mes de abandonar las carnes, fueron; una mejora energética y de ánimo en horas de la mañana, así como un mayor desempeño sexual y vigorosidad. Este cambio lo sintió de forma inmediata ya que recuerda que antes cuando consumía carne, le costaba mucho llevar su rutina y fue una de las señales que más tomó en cuenta al momento de cambiar su dieta.
Hoy, Andrés sigue en el vegetarismo, dice que físicamente es lo mejor que le ha pasado y que pese a las dificultades, ha logrado mantener su alimentación fuera de carnes de todo tipo:
«Aprendí a cocinar y mantengo una dieta balanceada (aunque a veces la descuido) alta en proteína vegetal, fibra, frutas y verduras. Puedo decir que en general, mi estado físico ha mejorado potencialmente».
Confesión #6: Irene Sanz
Tiene 25 años y es comunicadora social. Nacida en Venezuela pero residente en Barcelona – España. Es vegetariana desde hace nueve años y no comer ni usar productos que provenga del sufrimiento animal esla razón principal por la que no consume carne, ya que es amante de los animales y el hecho de saber cómo funciona la industria animal es suficiente para detener su consumo de carne:
«Con los años fui investigando, leyendo en internet, conversando con conocidos vegetarianos. Luego fui a una nutricionista que me indicó la mejor forma de mantener una dieta equilibrada siendo vegetariana».
La mayor dificultad que enfrentó al comienzo de la dieta fue en su casa, ya que apenas tenía 16 años y esto representaba un obstáculo en la práctica ya que su familia era carnívora, y todo lo que preparaban era a base de alimentos de origen animal:
«En mi casa se comía lo que mi mamá preparaba, por lo que tenía que dejar de comer algunas cosas y solo comer el contorno. Por ejemplo, si mi mamá preparaba pollo y arroz, yo solo comía arroz».
Es por eso que uno de los primeros cambios que notó al comienzo fue una subida de peso importante, ya que comía muchos carbohidratos y no se alimentaba de forma correcta.
Luego de ese cambio drástico, decidió recibir ayuda profesional por parte de una nutricionista y hoy recomienda que lo más importante es esforzarse por nutrirse y por buscar información sobre todas las opciones que existen dentro del vegetarismo.
Confesión #7: Scarlet Wood
Scarlet Wood, caraqueña de 26 años, licenciada en idiomas modernos. Ha sido vegetariana por nueve años y hasta la fecha, siente que su vida ha cambiado para bien, gracias a que se basa en una alimentación sana que le brinda bienestar.
Se podría decir que al igual que Astrid Da Costa, Scarlet es pesco-vegetariana, ya que la única carne que come es el pescado por cuestiones nutricionales, aunque no está en su dieta diaria y a diferencia de la mayoría de los confesados, lo primero que hizo Scarlet fue pautar una cita con su medico nutricionista:
«De acuerdo a mi historia médica, mi metabolismo y al seguimiento de la dieta que llevaba, iniciamos el proceso de combinar y sustituir los diferentes alimentos que compondrían mi dieta base».
Los primeros cambios que comenzó a sentir fueron mejoras en su proceso digestivo, aprendió a comer de forma variada, menos frituras, alimentos altamente nutritivos y cuyo consumo directo la ayudaron al crecimiento del cabello, tenía más energía y una piel brillante.
«Y si eres amante de los animales, como es mi caso, ayudas a la conservación de muchas especies de animales que aunque no estén en peligro de extinción, son víctimas de muertes brutales».
Hoy, Scarlet debe comer pescado de forma esporádica debido a una insuficiencia de vitamina B y sodio, es por eso que su consejo más valioso para cualquier persona que desee dejar el consumo de carnes es que:
«No lo haga solo desde un principio, que se asesore con un médico nutricionista y se realice todos los exámenes necesarios para estar seguro que su cuerpo seguirá saludable».