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“Cabrujas en el país del disimulo”

Irreverente y contestatario, visionario, hombre de un teatro que no le gusta ya que precisa que “lo que a uno le angustia no le gusta”. Venerado por las mujeres pero sobre todo pensador ineludible; así es reconstruido José Ignacio Cabrujas por el director y productor Antonio Llerandi junto con Belén Orsini en el primer estreno cinematográfico nacional del año, el documental "Cabrujas en el país del disimulo".

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Texto: Romhy Cubas |@romhyalex

Autor de esenciales como El día que me quieras, Acto Cultural, Profundo y El Americano Ilustrado; escritor de 23 obras de teatro, 18 guiones de largometrajes, alrededor de 30 telenovelas y miniseries y más de 400 artículos de prensa, Cabrujas fungió como la pieza multifacética y necesaria más importante de la segunda mitad del siglo XX en Venezuela.

A 17 años de su muerte -21 de octubre de 1995- , la víspera busca revivirlo entre recuerdos y conocidos en una proyección a cuatro tiempos que, aunque se queda corta para abarcar el sentido crítico de uno de los integrantes de la llamada Santísima Trinidad de la Artes Escénicas -junto a Isaac Chocrón y Román Chalbaud-, se afinca en rescatar una memoria colectiva que parece pecar de ausente.

Surge la incógnita de si Cabrujas hubiera resistido a la Venezuela in situ, al país que para él disimulaba el concepto de Estado como “un truco legal” que justifica formalmente apetencias, arbitrariedades y demás formas del “me da la gana». Así  lo declaraba en una de sus entrevistas más recordadas realizada por los editores de la Revista Estado y Reforma -Víctor Suárez, Trino Márquez, Luis García Mora y Ramón Hernández-y publicada en “José Ignacio Cabrujas habla y escribe” de la Editorial Equinoccio.

Entre la música, el teatro, el cine, las novelas y 48 testimonios de intelectuales, conocidos y discípulos; entre diálogos y voces que hablan de su vida y de su muerte, de un legado que se quedó corto y de una racionalidad crítica que abarcó el quehacer cultural contemporáneo de varias décadas, “Cabrujas en el país del disimulo” intenta reconocer y criticar a una sociedad diluida en la visión de un intelectual cuya posición política actual, de seguir con vida, es difícil de acertar hasta para su más allegados.

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Para el cineasta Antonio Llerandi, -director de “País Portatil”, “Adiós, Miami” y “Profundo”, entre otros-  “en estos tiempos es valioso rescatar a un personaje como él, que es parte de la memoria histórica de un país en el que todo tiende a desaparecer».

Una muerte “cabrujiana”

Si Cabrujas murió como consecuencia de su adicción al cigarro, por la depresión o por el exceso de espaguetis con albóndigas, como confiesan algunos de los entrevistados, no se revela. Su acto final fue una muerte dantesca y “cabrujiana” tan sugestiva como desgarradora. Y aunque es inevitable sumergirse en este documental a cuatro tiempos –más por el homenajeado que por el producto final- que evoca un pasado en el cual las novelas se hacían para reflexionar y no para entretener, cuesta rescatar al dramaturgo en medio de transiciones confusas y de un hilo narrativo frágil y carente de cohesión visual.

Sin embargo, esa voz que se busca reconstruir está presente para el montaje de 12 minutos de La soberbia del generalísimo Pío Fernández, protagonizada por Elba Escobar y el fallecido Gustavo Rodríguez, y para Sexo, mentiras y video, con las actuaciones de Maria Alejandra Martín e Ibsen Martínez, así como en parte del material de archivo que recopila de primera mano el íntimo tono de Cabrujas para hilvanar el documental.

El trabajo de investigación para este proyecto se inició incluso antes de la muerte del escritor. Llerandi sostiene que la selección de tal cantidad de material para el montaje fue complicado ante un legado tan extenso. Tal vez por esto la realidad y los archivos friccionados en el film se manifiestan inconexos,  aunque algunas ficciones son logradas con lecturas imprescindibles y recreaciones de textos del autor sobre su vida.

Cada uno de los actores que participan en la película trabajaron con Cabrujas, entre ellos Gustavo Rodríguez, Caridad Canelón, Elba Escobar, Tania Sarabia, Ibsen Martínez y María Alejandra Martín. Cabrujas es interpretado por Luis Rivas. Además de entrevistados como Isaac Chocrón, Román Chalbaud, Rodolfo Izaguirre, Leonardo Padrón, Margot Benacerraf e Isabel Palacios.

El cineasta Diego Rísquez fue el responsable de la dirección de arte del documental , que muestra locaciones como El Calvario, Catia y el Teatro Luis Peraza, parroquias habituales en los caminos de Cabrujas.

Este viernes 13 de enero se estrena en Caracas el recuerdo de la pluma de Cabrujas y de un verbo que ha sobrevivido a generaciones. El primer estreno cinematográfico nacional del año «Cabrujas en el país del disimulo».

“Vivir es defendernos del Estado. Defendernos de un patrón ético al que llamamos “Estado” y que no es otra cosa que la traslación mecánica de un esquema europeo. Se aceptó el “orden”, pero no el principio generador de “orden”. Se aceptó la “moral” y la “cívica”, como me las enseñaban en el bachillerato, cuando mi profesor en el Liceo Fermín Toro me decía una cosa y el policía de la esquina me decía otra. Vivimos en una sociedad que no ha podido escoger entre la “moral” y la “cívica”, hasta el sol de hoy, conceptos absolutamente contrapuestos. Si soy “moral” no soy “cívico”. Y si soy “cívico”, ¿cómo diablos hago para ser “moral”? El Estado venezolano dicho así, con mayúscula, no se parece a los venezolanos. El Estado venezolano es una aspiración mítica de sus ciudadanos. El Presidente es Presidente solo porque él dice que es Presidente. Pero, en realidad, no es un Presidente. Es una persona que está allí, desempeñando una provisionalidad, mientras le encontramos su “lado flaco”, su rasero de miserias cotidianas, su condición de “zángano” del panal.

De allí que la función presidencial no es entendida del todo por los ciudadanos. Casi todos nuestros compatriotas piensan “honestamente” que el Presidente, sea quien sea, llámese como se llame, es un ladrón. O es más o menos un ladrón. Si un hombre llega a Miraflores, es necesariamente “lógico” que se dedique a robar. Si no lo hace, pertenece a la categoría de los “inexistentes”, al limbo del “paradigma”. Desde luego, no nos gusta que el Presidente robe. No nos gusta. Lo damos por hecho. Puede ser que nos quejemos con amargura de la corrupción gubernamental, de tal o cual pillo que se robó un dinero, pero lo damos por hecho. “Todos los políticos son unos bandidos.” “Todos los políticos son unos corruptos.” “Todos los políticos son unos ladrones.” Eso es lo que realmente pensamos. El corrupto no es un ser excepcional. El corrupto es un ser lógico, sostenido por una relación de causa y efecto. El corrupto es “la norma”. El hombre honesto o es un pendejo o es simplemente una excepción lujosa.” Jose Ignacio Cabrujas.

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